lunes, 15 de octubre de 2012

LyFC. Tres años después

15 octubre 2012 | Jesús Rodríguez Gurrola-Opinión | El Occidental
Después de tres años de tenaz resistencia, los trabajadores del Sindicato Mexicano de Electricistas ven por fin una esperanza, ven acercarse el final de una pesadilla, que sin razón ni justificación legal alguna, sólo el capricho y el desprecio innato del morador de Los Pinos hacia la clase trabajadora, han vivido más de 16 mil trabajadores de la industria eléctrica nacional.
Personeros del Gobierno Federal alardeaban que la empresa Luz y Fuerza del Centro junto con su sindicato había sido "enterrada", como si se hablara de la muerte de uno más de los delincuentes, que ocupan diariamente los partes de guerra emitidos por los cuerpos militares en la interminable guerra contra el crimen, pero esta vez, al menos en esta instancia del proceso legal, los voceros callaron, no hay forma de festejo alguno, sólo la amenaza de impugnar el fallo.

Hay un fondo de arrogancia y de soberbia en el actuar del Gobierno Federal contra los trabajadores electricistas, pues lejos de proteger su patrimonio y el de la nación, desmantelaron hasta no dejar rastro el acervo industrial que poseyó Luz y Fuerza del Centro. La paraestatal fue saqueada, no hubo inventarios de sus activos y no quedó ni rastro del fondo de reserva de jubilación de los trabajadores, además de causar daños irreversibles al patrimonio de la nación al permitir el retiro de la "red aérea de cobre en baja tensión" entre otras trapacerías que al amparo de impunidad se cometieron.

En México se suele decir que nada sucede por accidente, todo tiene una causa, todo sirve para algún fin o propósito, destruir la paraestatal Luz y Fuerza del Centro, ahora se sabe, tuvo como objetivo central acabar con el Sindicato Mexicano de Electricistas, por su oposición a la privatización de la industria eléctrica, por la fortaleza de su contrato colectivo que se opone obviamente a la llamada reforma laboral del "iluminado" panista Javier Lozano.

Lamentablemente para llevar a cabo esta aciaga labor se recurrió y quizá se siga recurriendo al uso de esquiroles de la CFE, "16 mil 599 hemos resistido, aguantado, persecuciones, asesinatos de trabajadores; otros compañeros se suicidaron, afectaciones a la salud de electricistas, tienen sindicalizados presos..."

Éste es el panorama de beneficios al trabajador a que alude Javier Lozano con su reforma laboral, el regreso a los días previos a la Revolución Mexicana, al peonaje, a la humillación de los trabajadores, a la persecución de los líderes y de los representantes de los campesinos y de los trabajadores de la ciudad, al aniquilamiento en sí de toda conciencia libre que pueda pensar por sí misma, a la limosna como pago y como recaudación de bienes, léase "redondeo", "cooperación", "becas", "ayudas para los damnificados de todo tipo" aportaciones que nadie sabe a dónde van a parar, pero que sirven para transferir las obligaciones del Gobierno a los ciudadanos, o por lo menos deshacerse de ellas.

"No nos hemos cansado", dicen los trabajadores, continuaremos con las movilizaciones. Se oyen de nuevo las consignas, la voz de Javier Lozano parecía perderse en el vacío de tres años atrás, sus arengas, sus engaños para intimidar a los trabajadores al principio del conflicto parecían repetirse, "ya está el decreto de extinción, y ya la Corte ha decidido que es constitucional, por lo que la terminación de las relaciones laborales será por causa de fuerza mayor". ¡El SME se queda y Calderón se va!, es el grito que se escucha, pero con la llegada del PRI al poder, como decía Heidegger en sus obras, ¡Ya sólo un Dios podrá ayudarlos!