19 febrero 2012 | Martín Juárez Vique | Sección Lectores | Contralínea
Nosotros teníamos un trabajo formal hasta antes de las 23:00 horas del 10 de octubre de 2009, en que nos trataron de robar el futuro y que hoy seguimos construyendo en la resistencia. Éramos causantes cautivos, o sea, pagábamos nuestros impuestos. En nuestro talón de pago, que nosotros llamábamos “cheque”, veíamos nuestras percepciones, deducciones y descuentos. Ahí aparecía todo. No había dudas y, en caso de alguna, acudíamos al tercer piso del edificio de Luz y Fuerza y ahí se aclaraba. El 11 de octubre de 2009, ya éramos candidatos a ser parte del sector informal de la economía de este país.
Se asegura que se han creado más puestos de trabajo en la informalidad que los tipos de puestos que nos quitaron por decreto de la noche a la mañana. Eso sí, el del atropello fue el auto llamado “presidente del empleo”. Buscaba justificarse al decir, entre otras cosas, que además de ser caros éramos improductivos y que teníamos prestaciones onerosas, aun cuando el ingreso promedio mensual era por el orden de los 6 mil pesos (tres salarios mínimos) o bien, en nuestro caso, de 200 pesos al día en promedio. La canasta básica recomendada tiene un costo de 170 pesos más o menos.
Se asegura que se han creado más puestos de trabajo en la informalidad que los tipos de puestos que nos quitaron por decreto de la noche a la mañana. Eso sí, el del atropello fue el auto llamado “presidente del empleo”. Buscaba justificarse al decir, entre otras cosas, que además de ser caros éramos improductivos y que teníamos prestaciones onerosas, aun cuando el ingreso promedio mensual era por el orden de los 6 mil pesos (tres salarios mínimos) o bien, en nuestro caso, de 200 pesos al día en promedio. La canasta básica recomendada tiene un costo de 170 pesos más o menos.
El periodista del diario La Jornada Roberto González Amador explica en un detallado reporte la información reciente del Instituto Nacional de Estadística y Geografía sobre el empleo y los salarios: el 35.61 por ciento del total de los trabajadores remunerados tienen un ingreso no mayor a dos salarios mínimos; 25.65 por ciento de la población ocupada percibe de dos a tres salarios mínimos; 18.8 por ciento devenga de tres a cinco salarios; y otro 9 por ciento cobra por su trabajo más de cinco salarios mínimos, mientras que el restante 10.9 por ciento tiene un ingreso no especificado (La Jornada, 26 de febrero de 2012).
En Luz y Fuerza se podría decir que el Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) siempre se preocupó por tener un salario conveniente, lo más parecido a un salario constitucional, como se dice que debería de ser el salario mínimo nacional que hoy en día en el área geográfica A es de 62.33 pesos diarios. Aun a dos años y cuatro meses de que nos quitaran nuestro empleo, el promedio diario (sin aumento salarial) seguiría siendo de poco más de tres salarios mínimos. ¿Acaso será un privilegio ganar un poco más de lo que vale una canasta básica recomendada de productos sólo para alimentarnos y ya ni hablar de ropa, salud, esparcimiento y educación? ¿Será acaso que tener un ingreso diario lo más parecido al salario que indica la Constitución es un privilegio? ¿Cuánto gana el presidente de la República, un secretario de Estado, senador, diputado federal, presidente municipal, regidor…? ¡Cientos de veces más que el mínimo! ¡Claro!, legalmente hablando, pues se llevan aún más por los “extras”.
Mi estimado lector, ahora que aseguran que el salario mínimo es sólo un indicador, pregúntate y contesta: ¿cuántos salarios mínimos ganas al día? En mi caso –y no sabía– tengo un ingreso no especificado (de esos del restante 10.9 por ciento). ¿Por eso, quizá, es que yo soy un privilegiado? La verdad es que sí, pero por ser un integrante activo en resistencia del SME. Estoy jubilado pero no inactivo.