sábado, 28 de enero de 2012

Hambre: ¿fantasma? / Alimentos suficientes / Modelo depredador

Carlos Fernández-Vega | México SA
Uno de cada seis habitantes del planeta pasa hambre (en México uno de cada cuatro), pero al mismo tiempo se desperdicia el 40 por ciento de los alimentos producidos en el orbe, lo cual resume el desbarajuste internacional provocado por un modelo político-económico-social depredador. Mucha gente no come, cuando menos de forma suficiente, y no por carencia de alimentos, sino por ausencia de recursos monetarios y permanencia de devastadores movimientos especulativos en los precios de los productos, bajo la norma de lo que no se compra termina en la basura para no abaratar.
Entre decenas de discursos sobre finanzas, indicadores macroeconómicos, índices bursátiles y demás estadísticas que fascinan a los asistentes al Foro Económico Mundial, en Davos la voz de la directora ejecutiva del Programa Mundial de Alimentos de Naciones Unidas, Josette Sheeran, casi se perdió entre el cúmulo de números, rescates financieros y beneficios obtenidos por el grupúsculo de empresas trasnacionales que dominan la economía mundial, aunque alcanzó a colar la información que se cita: 40 por ciento de los alimentos terminan en el desperdicio, con todo y que mil millones de personas pasan hambre en el mundo.

Esa es la proporción de alimentos que se pierde entre el momento de la cosecha y la adquisición por el consumidor final, resultado de la falta de infraestructuras que garanticen buenas condiciones de almacenamiento, transporte y distribución en los países en desarrollo, dijo Sheeran. A pesar de que la producción alimentaria es suficiente para toda la población mundial, mil millones de personas no puedan pagarse o simplemente no tienen acceso a comida suficiente. Cuatro de cada 10 toneladas terminan desperdiciadas, y no sólo en los países en desarrollo; además de las mil millones de personas que sufren inseguridad alimentaria, 200 millones adicionales están raquíticas.

El director general del Fondo de la ONU para la Agricultura y la Alimentación (FAO), José Graziano da Silva, reforzó: podemos alimentar a toda la población; el problema no es de abastecimiento, sino que la gente no tenga medios para comprar comida. De aquí a mediados de siglo se tendrá que aumentar fuertemente la producción agrícola para responder a la demanda mundial, y el verdadero reto será hacerlo sin destruir los recursos naturales, sin provocar más erosión de los suelos o deforestación, y preservando los recursos hídricos. Se necesita aumentar 70 por ciento la producción de alimentos de aquí al año 2050.

Bien por la denuncia, pero fuera de ella quedaron otros aspectos primordiales para entender por qué, con producción suficiente de alimentos, crece el hambre en el planeta. Especuladores, acaparadores, trasnacionales que pagan miserables montos por cosechas enteras para multiplicar por mil o 2 mil por ciento sus ganancias, gobiernos que olvidan al campo porque creen que la alternativa es importar masivamente lo que sus habitantes (los que pueden pagarlo, desde luego) se llevan al estómago y otros alicientes del devastador modelo económico que tanto se defiende en Davos.

Mientras consideran incluir esos aspectos en la denuncia, el propio Programa Mundial de Alimentos ha documentado la situación, que resume en la siguiente numeralia: al menos uno de cada seis habitantes del planeta no tiene alimentos suficientes para estar saludable y llevar una vida activa. El hambre y la desnutrición son consideradas a nivel mundial el principal riesgo a la salud, más que el sida, la malaria y la tuberculosis juntas. Entre las principales causas del hambre están los desastres naturales, los conflictos, la pobreza, la falta de infraestructura agrícola y la sobrexplotación del medioambiente. Recientemente, el número de personas con hambre ha aumentado debido a las crisis financieras y económicas.

El 98 por ciento de las personas con hambre en el mundo viven en países en desarrollo. En Asia y el Pacífico se encuentra la mitad de la población total del planeta y un tercio de las personas que sufren de hambre en todo el mundo. Las mujeres representan casi la mitad de la población mundial, pero sin embargo significan más de 60 por ciento de las personas con hambre en el mundo. El 65 por ciento de las personas con hambre en el mundo viven en sólo siete países: India, China, la República Democrática del Congo, Bangladesh, Indonesia, Pakistán y Etiopía.

Más de 70 por ciento de los 146 millones de niños menores de cinco años con bajo peso en el mundo viven en sólo 10 países, de los cuales más de la mitad se ubican en el sur de Asia. Cada año mueren cerca de 11 millones de niños menores de cinco años en los países en desarrollo. La desnutrición y las enfermedades relacionadas con el hambre son la causa de 60 por ciento de las muertes. Se estima que el costo de la desnutrición para el desarrollo económico nacional es de 20-30 mil millones de dólares por año. En los países en desarrollo, uno de cada cuatro niños –casi 146 millones– tiene bajo peso. Se estima que unas 684 mil muertes de niños podrían prevenirse con un mayor acceso a la vitamina A y el zinc. La desnutrición contribuye con 53 por ciento de las 9.7 millones de muertes anuales de niños menores de cinco años en países en desarrollo. Cada año un millón de niños muere por falta de vitamina A.

La deficiencia de hierro es la forma de desnutrición más común en todo el mundo, afectando a casi 2 mil millones de personas. Al erradicar la deficiencia de hierro se pueden mejorar los niveles nacionales de productividad hasta en 20 por ciento. La deficiencia de hierro está minando el desarrollo mental de entre 40-60 por ciento de los niños en los países en desarrollo. La deficiencia de vitamina A afecta a aproximadamente 25 por ciento los niños en edad prescolar de los países en desarrollo. Esta deficiencia está relacionada con la ceguera, la vulnerabilidad a enfermedades y a mayores tasas de mortalidad. Esto lleva a la muerte a cerca de 1.3 millones de niños cada año. La falta de yodo es la principal causa de retardo mental y daño cerebral. Mil 900 millones de personas en el mundo están en riesgo de sufrir deficiencia de yodo, algo que puede prevenirse fácilmente con sólo adicionar yodo a la sal. Además del hambre que se siente cuando se tiene el estómago vacío, también existe otro tipo de hambre: el hambre oculta. Ésta es producto de la deficiencia de micronutrientes y hace a las personas más susceptibles a las enfermedades infecciosas, perjudica el desarrollo físico y mental, reduce la productividad laboral y aumenta el riesgo de sufrir una muerte prematura.

Las rebanadas del pastel

Terrible panorama, pero en Davos aseguran que lo importante es rescatar a los bancos.