Rosario Robles | 2011-06-18 | Política
El país hecho un desastre y los secretarios en campaña. No estamos hablando de cualquier encargado de despacho. Son áreas importantísimas del gobierno: hacienda, educación, trabajo y desarrollo social. Sin prurito alguno ocupan tiempo que deberían dedicar a la solución de los grandes problemas nacionales.Los maestros en paros sistemáticos en algunos estados y el secretario Lujambio vulgarizando la política con ciertas frases de campaña (qué tal además su parafraseo del clásico de Sor Juana). La desigualdad y la pobreza a la orden del día y los recursos públicos dedicados a promocionar la imagen del secretario Félix Guerra y a generar redes de apoyo electoral (para qué otra cosa sirven los programas como Oportunidades). El desempleo de cientos de miles por la inseguridad, por la falta de opciones, por decisiones mal tomadas (todavía no puede resolverse lo de Mexicana y más allá de la discrepancia que pueda haber con los líderes del SME, es insoslayable el hecho de que 40 mil familias fueron lanzadas a la calle, por citar dos significativos ejemplos), y el secretario Lozano retando y descalificando a diestra y siniestra a los opositores con los que tendría que sentarse a negociar una reforma laboral. Y el consentido de palacio, el que lo mismo ha sido de desarrollo social que de Hacienda, el secretario Cordero que un día dice que se puede vivir con 6 mil pesos (incluido el pago de hipoteca, carro y escuela privada para los hijos) y que en México ya no hay tanta pobreza, para al siguiente desmentirse a sí mismo e inventarse debates cuando la preocupación de la inmensa mayoría de los mexicanos no es acerca de la verdad de sus cifras, sino sobre el sustento que deben procurar en sus mesas y la incapacidad del gobierno de concretar en la vida cotidiana, en los bolsillos, esa bonanza económica que tanto presume. Habría que enviarle (para que lo lea en el tiempo que le queda libre) el reciente “Informe de Desarrollo Humano México 2011” del PNUD, en el que se constata que las transferencias públicas diseñadas para combatir la pobreza presentan dificultades para llegar al 20% de su población objetivo (es decir, la más pobre), mientras que 40% de esos recursos se otorgan al 20% de la población más rica, al tiempo que señala que la asignación del gasto público se ha convertido en un factor adicional de inequidad social.
Lo grave es que las responsabilidades de estos funcionarios tienen que ver con aspectos sustantivos que requieren de negociación permanente con los dirigentes y legisladores de los otros partidos (presupuesto y reformas legislativas), y que lógicamente por razones políticas tomarán distancia para no abonarles el camino. Pero no sólo tiene la culpa el indio. El presidente Calderón renunció a ser jefe de Estado y a gobernar para todos al convertirse en el principal promotor de su partido y en el obstáculo primerísimo para que no se reinstalen en Los Pinos los que, a su juicio, representan un peligro para… el panismo (ayer era AMLO hoy es Peña Nieto, no importa el nombre, sino su ubicación en las encuestas). Parece muy lejano el momento en el que renunció al gabinete porque Fox (en su atropellado estilo) cuestionó eldestape que del secretario de Energía hiciera el entonces gobernador jalisciense Francisco Ramírez Acuña. Lejos están esos tiempos en los que insignes panistas (como en aquella ocasión) opinaban que el acto en la capital tapatía “era una vergüenza”, que “todos los que tienen una responsabilidad pública y que perciben un sueldo deben tener una integridad, una coherencia entre el quehacer de servidores públicos y políticos”, y cuestionaran que se “adelantaran los tiempos y se distrajeran las labores de funcionarios”. Ahora ya no piensan igual. El poder hay que mantenerlo a toda costa. No interesa si a los secretarios/precandidatos los avalan logros y resultados. Tampoco si el país vive tiempos difíciles que demandan toda su atención. Menos la mediocridad y su poca estatura (aunque uno de ellos se sienta muy alto). Habrá que recordarles que lo que sí importa (y afecta) es el tamaño… de su irresponsabilidad.
Ser… o neceser
Lo dicho. Se expuso al Ejército. Se le obligó a violar procedimientos y derechos. ¿Hasta cuándo?