Por: El Agente 007
EDITORIAL sábado 07 de may, 2011
Una vez más, la tragedia descendió sobre la Región Carbonífera de Coahuila con la explosión en una mina que mató a 14 trabajadores. A diferencia de Pasta de Conchos hace cinco años, la respuesta del Gobierno Federal fue mucho más rápida y efectiva, quizá porque el secretario del Trabajo, Javier Lozano, vio cómo la tragedia de hace un lustro hundió la carrera política de su antecesor, Francisco Javier Salazar. En esta ocasión, también se evitaron los pleitos que en su momento el gober Humberto Moreira se aventó con la Federación en su debut mediático y hasta ahora tanto don Javier como el nuevo gober Jorge Torres, han evitado politizar la tragedia. Pero mientras la atención está enfocada sobre la seguridad de la mina, incluyendo el hecho de que uno de los trabajadores heridos tiene 14 años, sigue sin atenderse el problema de fondo, que es la indiferencia de los compradores del carbón a la seguridad de la misma, y aquí hay una responsabilidad de las autoridades federales y estatales. El mineral extraído en Sabinas es comprado por la Comisión Federal de Electricidad (CFE) para su planta de Nava y hasta ahora la paraestatal ha sido indiferente a la forma en que trabajan sus proveedores. Por otro lado, parte del carbón que compra la CFE es comercializado por un organismo del gobierno de Coahuila, la Promotora del Desarrollo Minero (Prodemi), que vende el mineral extraído en las minas pequeñas, los llamados “pocitos”, que tienen las peores medidas de protección. Hasta ahora no se sabe si Binsa, la empresa dueña de la mina siniestrada, le vendía el carbón a Prodemi directamente o a través de un intermediario, porque a la Promotora no se le da mucho eso de la transparencia. La solución de fondo al problema de la inseguridad en las minas de carbón está en manos de CFE y del gobierno de Coahuila, pues si no ponen condiciones estrictas a los dueños de las concesiones, éstos seguirán pasándose por el “arco del triunfo” los requisitos de seguridad laboral y física de sus trabajadores, y pronto volverá la tragedia a la zona carbonífera, donde al parecer para las autoridades, como dice la canción, la vida no vale nada.