sábado, 7 de mayo de 2011

Concesiones mineras y saqueo-México SA

Privatizadas, 25 millones de hectáreas
La recomendación de Cordero
Carlos Fernández-Vega
Siguen las buenas noticias que en segundos se transforman en malas, por no decir en pésimas.La Jornada (Susana González) informó que en la última década, la de los "grandes logros" panistas, del subsuelo mexicano se extrajeron alrededor de 354 toneladas de oro, más del triple de las que recientemente adquirió el Banco de México para fortalecer e incrementar las reservas internacionales del país. Ésa es la buena; la mala, que esa enorme riqueza, perteneciente a la nación, se quedó, íntegra, en manos de empresarios, principalmente canadienses, que de esta República alguna vez laica han hecho su propio paraíso.
La Jornada continúa: "la producción nacional de oro aumentó 180 por ciento, al pasar de 22.9 a 64.2 toneladas anuales entre 2001 y 2010, pero la mayor parte de las 353.8 toneladas acumuladas en los 10 años en que ha gobernado el PAN fueron exportadas en polvo, lingotes u onzas troy, principalmente a Estados Unidos, Canadá y Suiza, según información del Inegi, la Coordinación General de Minas de la Secretaría de Economía, el Banco de México y el Servicio Geológico Mexicano. El Fondo Monetario Internacional informó el miércoles que México compró 100 toneladas de oro para diversificar sus reservas ante la depreciación del dólar. El BdeM confirmó la compra realizada en el primer trimestre de este año, con la cual las reservas en oro subieron de 221 mil onzas troy equivalentes a 6.87 toneladas, a 3 millones 22 mil onzas, o un centenar de toneladas de oro. Se estima que el BdeM pagó 4 mil 344 millones de dólares para comprar las cien de toneladas de oro, pero en el mismo periodo las exportaciones del metal mexicano ascendieron a 5 mil 833 millones, equivalentes a 37 por ciento de las ventas foráneas de todos los productos mineros".

Por si fuera poco, "el oro representa el principal sustento del auge que, según las autoridades, ha experimentado la industria minera en los últimos años y que se ha caracterizado tanto por el aumento de empresas extranjeras en el sector, encabezadas por las de Canadá, como porque subieron las exportaciones de metales preciosos, cuya cotización se disparó en la crisis financiera. A nivel mundial, México ocupa el lugar número 12 en la producción mundial de oro, pero los registros de la Secretaría de Economía indican que las grandes empresas acaparan 94.49 por ciento de la producción nacional; 5.29 por ciento se reparte entre medianas compañías, y sólo 0.22 por ciento corresponde a pequeñas mineras".

Desde luego que el citado no es un caso exclusivo (por el contrario, es norma como producto de la política privatizadora), pero resulta escalofriante que los mexicanos deban pagar miles de millones de dólares por una riqueza que su propia tierra tiene, y en abundancia, de la cual fueron vilmente despojados por decisión de gobiernos ajenos al interés nacional. ¿Qué recibe el país a cambio de la desparpajada política de concesiones mineras? Va un botón de muestra: "Ley de Ingresos 2011: regalías provenientes de fondos y explotaciones mineras, cero pesos, cero centavos".

Para su explotación bajo la modalidad de concesiones mineras, el gobierno federal ha traspasado al capital privado (nacional y extranjero) más de 25 millones de hectáreas del territorio nacional. Los consorcios que las explotan obtienen pingües ganancias, suelen estar muy alejados del SAT (aunque éste les regresa impuestos), generan empleos miserables e inseguros. Y todavía hay que pagar por el oro que se llevan. Impresionante.

De acuerdo con información del Senado de la República, los beneficiarios de las concesiones mineras en México sólo pagan –cuando lo hacen– por cada hectárea o fracción concesionada o asignada, el derecho sobre minería de acuerdo a una tarifa de cuotas, las cuales son verdaderamente ridículas, pues en 2010 se fijaron entre 5.08 (la mínima) y 111.27 pesos (la máxima) por hectárea, de acuerdo con los años de vigencia de la concesión, independientemente del valor y el volumen del mineral obtenido. En septiembre de 2009, un grupo de legisladores (no panistas, obviamente) propuso modificar la ley respectiva para obligar a las grandes empresas mineras a enterar al fisco cantidades suculentamente mayores a las que hasta ahora aportan, si es que en realidad lo hacen. Planteó el cobro de un derecho por 4 por ciento sobre el valor de los bienes sujetos a extracción, "cuantificado en el lugar donde se dan estas actividades, independientemente del domicilio fiscal de las empresas o particulares, titulares de la concesión o asignación minera correspondiente".

Pero las voluminosas ganancias de los consorcios mineros también sirven para otras cosas: en automático, tal propuesta fue rechazada por la mayoría legislativa, y terminó en el bote de la basura. Así, México se mantiene como un paraíso para los consorcios mineros (nacionales y extranjeros), los que no solamente gozan del privilegio de la consolidación fiscal, sino que el gobierno federal –que otorga las concesiones– les aplica cuotas verdaderamente insignificantes, mientras a la población le carga la mano, le cobra crecientes impuestos y le inventa cualquier cantidad adicional. Y por si fuera poco, debe comprar a precios de mercado el oro que se extrae de suelo mexicano.

De acuerdo con información de la Cámara Minera de México, en Argentina se aplica un impuesto de 3 por ciento a la extracción minera; en Brasil la tasa varía según el mineral de que se trate, pero va de 2 a 3 por ciento; en Chile de 0.5 a 5 por ciento y en Perú de uno a 3 por ciento. ¿En México? Cero por ciento; sólo la simbólica cuota fija por hectárea. Y por lo que toca a regalías mineras, la base para el reparto es así: Argentina, sobre valor boca mina; Brasil, ingreso neto; Chile, sobre renta gravable con ciertas adiciones y deducciones; Perú, ingresos menos algunos costos de tratamiento. ¿En México? Ridícula cuota por hectárea y consolidación fiscal (en Canadá no se permite, de allí que el mayor número de empresas extranjeras barrenando el país sean de esa nacionalidad, porque aquí sí les otorgan el privilegio). Verdaderamente demencial.

Las rebanadas del pastel

Al secretario Ernesto Cordero le dio por jugar a ser Jaime Serra Puche en diciembre de 1994. Ayer recomendó públicamente “tomar previsiones ante el riesgo de una depreciación del peso frente al dólar, una vez que los países industrializados comiencen a elevar sus tasas de interés… se espera un proceso de depreciación de nuestra moneda, pero (hay que) tomarlo con naturalidad…” (Notimex). Algo similar dijo Serra Puche 17 años atrás, y todos recuerdan cómo le fue al país. ¿Qué sospecha mister Lamb que sucederá con su anuncio? ¿Por qué habla cuando es necesario guardar silencio, y enmudece cuando se requiere hablar?