JANE DE LA SELVA2011-05-05
Fiel también este depravado espécimen “Ozano-Alacó” (versión Zhen-Li) al clásico comportamiento oportunista del yunque, se lanzó ipso facto hasta Coahuila a presuntamente “supervisar” el rescate de los infortunados cuerpos de los mineros del carbón, que de antemano el aspirante presidencial por el PAN, había dictaminado sus exequias. O sea, que sólo se presentó a sacar los restos y a “prometerles a sus deudos se haría justicia”.
Una movida que él pensó a su favor, pero que no lo eximirá de la responsabilidad que se le imputa como autoridad mayor a cargo de revisar la legalidad seguridad y reglamentación de todas las empresas e industrias mexicanas, y ”la defensa y protección de los derechos de los trabajadores”. Como no cumple ni ha cumplido con lo anteriormente dicho, cada vez que hable el señor Javier Lozano Alarcón, traerá como los nazis de la parodia de Tarantino, la C de culpable grabada en la frente. Nunca se la podrá arrancar. Son demasiados abusos, ”accidentes” e irresponsabilidades apiladas a su nombre, al amparo del poder.
Tanto el secretario, no obstante, como la nueva procuradora de la nación, aseguran que se llevarán a cabo las denuncias y procesos indicados contra los responsables de las inaceptables condiciones de trabajo e irregularidades de la “pequeña” mina de carbón, cuyo sistema era obsoleto y fuera de las normativas. El impacto humano, único contable aquí, lo ha descrito con gran acierto Raúl Vera, obispo de Saltillo: la explosión en la mina deja de nuevo al descubierto “la vil y mísera explotación de los mineros”.
Pues bueno, señora Marisela Morales: He allí a un culpable claramente inculpado. Ahora busquen al cómplice. Al dueño de la Mina. Y si realmente trajera usted la intención de hacer justicia, también llevaría ante tribunales al señor Germán Larrea socio mayoritario de Grupo México por la muerte de los otros 65 mineros aún atrapados sus cadáveres por ser ”incosteable” esta operación para el consorcio transnacional. A esta compañía se le aplican los mismos adjetivos mencionados, relativos a la mísera esclavitud con la que han tratado a sus obreros, pisoteando sus derechos.
Si procesan judicialmente este caso, tendrán que imputar, reabrir y hacerlo con este otro en Pasta de Conchos a sólo 30 kilómetros de Sabinas, aún fresco e impune.
Pero recurre Lozano Alarcón a “la acción de rápida respuesta” que quizá, repito, pensó lo redimiría de culpas. Se esforzó en parecer decente ante el encuadre mediático, se “enfrentó” a la tragedia en el teatro mismo de los acontecimientos. Adujo seguramente, que dicha exposición como funcionario “responsable y solidario” lo ayudaría a rebasar a los demás candidatos presidenciables que se la rifan en la terna panista. Pero ninguno de ellos cuenta, o se da cuenta, con que las suyas, son opciones o posibilidades inviables. Primero, por el rechazo que la propia ciudadanía manifiesta contra su partido que ha dado en la torre a México, y segundo, porque el gallo preferido de Los Pinos para presidente, como ya lo ha dejado entrever Calderón, es nada menos que ¡Enrique Peña Nieto!
Así que, nada señor Lozano, ni sus ímpetus presidenciales (ni los de sus compañeros) tienen meta donde aterrizar. Pero usted mucho menos, ahora que se reclama su aplazado y justo enjuiciamiento. Su cara es una que la gente querrá olvidar; sus días como secretario del trabajo y previsión social, puedo anunciar hoy casi con certeza, están contados.