lunes, 10 de enero de 2011

CFE en riesgo de pagar multa diaria a Repsol por regasificadora de Manzanillo

En abril debiera entrar al puerto el primer buque con gas licuado
Darío Celis
Ahora que el gobierno calderonista anunció los sorpresivos cambios en la SCT y Energía, que pudieran complementarse con el esperado en la CFE, vale la pena platicarle de un proyecto que precisamente atañe a esas dependencias.
Nos referimos a la construcción y operación de una terminal de gas licuado en la laguna de Cuyutlán, Colima, y cuyo desfase de cuatro meses para el recibimiento del primer embarque pone a la CFE en la antesala del pago de una megamulta.
El expediente es una papa caliente para el coordinador de Puertos, Alejandro Chacón, porque dio marcha atrás a la licitación que desde octubre de 2008 se efectuó y que en el inicio de 2009 terminó a favor de la belga Dredging International.
El funcionario se empeñó y logró quitarle el contrato para después asignarlo directamente a Dragamex, propiedad de la holandesa Boskalis Westminser. El punto es que el negocio se lo dieron hace siete meses y aún no llega el barco draga.
El contrato es por alrededor de mil 200 millones de pesos para limpiar unos 14 millones de pies cúbicos de arena que permitan la entrada de buques superiores a los 300 metros de largo que traerán el gas licuado desde Sudamérica.
El nuevo compromiso se estableció para abril próximo, y ni aunque estuviera disponible el barco draga mañana, se cumplirá con darle entrada al primer buque, por lo que el organismo que dirige Alfredo Elías tendría que pagar una multa a Repsol.
Y es que la transnacional española fue contratada como proveedora del gas, el cual se traerá desde Perú en otro contrato que Repsol firmó por 18 años y en el que se convino que 60% del insumo total que se extraiga se exporte a Manzanillo.
Repsol incluso adquirió el año pasado un buque adicional para satisfacer la demanda requerida por la CFE, que ahora podría verse en la tesitura de pagar una pena de hasta medio millón de dólares diarios por no tener listo el puerto.
¿Estarán enterados siquiera Dionisio Pérez-Jácome Friscione y José Antonio Mead de las herencias de Juan Molinar y Georgina Kessel? Y aunque estuvieran enterados: a todos les vale sombrilla. Que lo pague el contribuyente.