
CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Los partidos de oposición al PRI
seguramente estarán agradecidos con Aurelio Nuño por provocar la
movilización de los maestros en días previos a la elección a gobernador
en 12 estados el próximo 5 de junio. Ajeno al manejo de los tiempos
político electorales, el titular de Educación les ha dado una causa al
magisterio disidente avivando un conflicto que en nada conviene a los
planes de su partido que ya de por sí no augura buenos resultados en la
mitad de los estados donde habrá elecciones.
Nuño, el ejecutor de la reforma laboral educativa de Enrique Peña
Nieto, pareciera estar en contra del PRI porque sus medidas autoritarias
en contra de los maestros de la CNTE más allá de someterlos ha creado
un clima de crispación y confrontación social en algunas de las
entidades importantes electoralmente como es Oaxaca donde la Sección 22
ha sumado apoyos de otros sectores sociales como no se había visto desde
el 2006, cuando surgió el movimiento de la APPO que puso en jaque al
exgobernador Ulises Ruíz y al propio PRI.
En
sus proyecciones políticas quizá a Nuño no le pareció importante
provocar más a los maestros de la CNTE en vísperas de estos comicios que
son la antesala para la elección presidencial del 2018. Su falta de
experiencia política se hace evidente al no tomar en cuenta que el
“humor social” es una percepción negativa que va creciendo y que ha
llegado a expresarse en contra del PRI como ocurrió en el 2000 y 2006
cuando el PAN logró capitalizar ese ánimo social a su favor.
Amigo del presidente, tal vez para Nuño lo importante es imponer la
reforma laboral a rajatabla bajo aquella consigna de la vieja escuela de
que “las letras con sangre entran”, sin preocuparse de las
consecuencias político electorales para el priismo.
La crispación social nunca ha beneficiado a ningún partido y menos al
PRI que históricamente ha tenido gobiernos autoritarios que han
sometido la inconformidad social al uso de la violencia y la brutalidad
de las fuerzas policiacas y militares. Esta enseñanza política quizá
no la tuvo Nuño en sus clases en las escuelas privadas a las que asistió
y tampoco en los escasos puestos de funcionario en los que trabajó
siempre bajo la égida de Peña Nieto y Luis Videgaray.
Hasta ahora la decisión de despedir a más de tres mil maestros en
paro solo ha ocasionado que se avive el conflicto en algunas entidades
como Oaxaca, Veracruz, Chiapas y Guerrero que han decidido dar su voto
de castigo al partido de Andrés Manuel López Obrador, Morena, que ha
capitalizado ese “humor social” que hay contra el PRI y Peña Nieto.
Nuño se ha preocupado más por su imagen pagando páginas enteras en
algunos periódicos para que aparezca su foto y la gira que está
realizando por algunos estados como si fuera un candidato presidencial,
que por llevar a cabo una reforma verdaderamente educativa y apaciguar
los ánimos de la CNTE.
Hoy hasta el EZLN, que se había mantenido al margen del conflicto
magisterial, dio su respaldo al magisterio disidente y en víspera de la
elección el PRI tendría que ir pensando cómo hacerle ver a Nuño que cada
vez que abre la boca en contra de los maestros y estudiantes, les quita
votos y estos pasan a la oposición, y recordarle aquella vieja lección
de que “el que se mueve no sale en la foto”.