jueves, 21 de enero de 2016

Se hunde el peso / Dólar roza los 19 / Máximo histórico

FotoCarlos Fernández-Vega / México SA
En la Comisión de Cambios (Secretaría de Hacienda y Banco de México) no saben de qué forma podrían contener lo que sus integrantes gustan en denominar volatilidad pasajera. Duro y tupido le han pegado a la divisa nacional en el transcurso del gobierno peñanietista, pues el peso se ha devaluado frente al dólar en alrededor de 46 por ciento, y ayer el tipo de cambio no sólo impuso récord, sino que rozó las 19 unidades por billete verde.

En ese lapso tal Comisión (integrada por el ministro del (d) año, Luis Videgaray, y dos de sus subsecretarios, más el gobernador del Banco de México, el afamado doctor catarrito Agustín Carstens, y dos subgobernadores de esa institución) no ha dejado de meter mano a las reservas internacionales en su intento (fallido, por lo demás) de atemperar el golpe, pero el tipo de cambio no deja de hundirse.
Ayer, al filo del mediodía, el billete verde se vendió a 18.95 pesos en ventanilla bancaria, lo que provocó un ataque de nervios entre los integrantes de la citada Comisión (cuando menos dos de ellos, el dúo dinámico, se encuentran en Davos, Suiza, para asistir al Foro Económico Mundial de Davos, Suiza). Los 400 millones de dólares que se inyectaron al mercado cambiario no resultaron suficientes para contener la depreciación de la moneda mexicana. De hecho, lo único que se logró fue que la cotización no rebasara la llamada barrera sicológica de los 19 pesos por dólar, muro que de cualquier suerte, por lo visto, se superará fácilmente.
Mientras son peras o manzanas, y la Comisión de Cambios resuelve si aumenta a 700 millones de dólares diarios la subasta de billetes verdes en el mercado cambiario nacional, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) divulgó ayer sus Perspectivas sociales y del empleo en el mundo, tendencias 2016, de las que se toman los siguientes pasajes:
Al disminuir el ritmo de crecimiento en las economías emergentes y en desarrollo, el malestar social ha subido. Tras años turbulentos después de la crisis mundial (2008-2009) las manifestaciones de descontento con la situación económica y social empezaron a reducirse en muchas regiones, pero como la actual situación económica ha empezado otra vez a deteriorarse, principalmente en los países en desarrollo, el malestar social se hace de nuevo más patente. En las economías desarrolladas, donde la recuperación se ha consolidado, la estabilidad social ha seguido mejorando, mientras las economías emergentes han experimentado pequeños cambios. Si las mejoras actuales en el mercado de trabajo fueran de corta duración, la situación podría revertirse rápidamente. En ambos grupos de países, el desempleo generalizado entre los hombres jóvenes, que se mantiene en altos niveles en las economías desarrolladas, es a menudo un factor determinante en los movimientos políticos y sociales.
Las más recientes previsiones de crecimiento económico estiman que el número de desempleados a nivel mundial se incrementará en 2.3 millones durante 2016 y 1.1 millones en 2017. La mayor parte de este crecimiento tendrá lugar en las economías emergentes. Las que contribuirían serían las de Brasil (con 700 mil) y China (800 mil). Se estima que el número de desempleados en los países emergentes y en desarrollo crezca en 4.8 millones durante estos dos años. Parte de dicho incremento se verá compensado por la mejora continua en las economías desarrolladas.
El empleo vulnerable es la proporción de trabajadores por cuenta propia y trabajadores familiares no remunerados con respecto al empleo total. Estas categorías de trabajadores sufren generalmente altos niveles de precariedad, dado que las personas en trabajos vulnerables tienen a menudo un acceso limitado a los sistemas de protección social. El empleo vulnerable representa más del 46 por ciento del total mundial, lo que supone cerca de mil 500 millones de personas.
Su prevalencia en términos absolutos indica que existen importantes deficiencias en el logro de un patrón de crecimiento inclusivo y en la disponibilidad de trabajo decente. El problema del empleo vulnerable es especialmente grave en los países emergentes y en desarrollo, donde afecta respectivamente a más de la mitad y a las tres cuartas partes de la población ocupada. En el sur de Asia y en el África Subsahariana las tasas alcanzan aproximadamente 73 y 70 por ciento, respectivamente.
La falta de oportunidades de trabajo productivo, junto con la ausencia de protección social adecuada, llevan a grandes segmentos de la población de los países en desarrollo a empleos mal pagados, a menudo por cuenta propia, intensificando así el riesgo de pobreza. Se estima que el año pasado en pobreza extrema se encontraban 327 millones de personas empleadas, y 967 millones en pobreza moderada o casi moderada. Durante el periodo comprendido entre 2000 y 2015 el número absoluto se redujo en un promedio anual de 4.9 por ciento en el caso de la pobreza extrema, pero subió 0.7 por ciento en el caso de la pobreza moderada o casi moderada. Ese ha sido el caso tanto en las economías en desarrollo como en las emergentes, que representan aproximativamente 30 y 70 por ciento, respectivamente, de la pobreza extrema mundial.
El empleo informal es generalizado en muchas economías en desarrollo y emergentes, pues como porcentaje del empleo no agrícola, supera el 50 por ciento en la mitad de los países con datos comparables. En un tercio de ellos afecta a más de 65 por ciento de los trabajadores. La informalidad tiene sus raíces en la incapacidad de crear suficientes empleos formales capaces de atender a todos aquellos que quieren trabajar. Cuando hay carencia de plazas laborales decentes los trabajadores se pasan al empleo informal. Es poco probable que este problema mejore rápidamente, sobre todo en las economías en desarrollo que tienen un alto crecimiento demográfico.
Las rebanadas del pastel
Los fondos para el retiro de los trabajadores se utilizan para financiar, muy barato, a las grandes empresas privadas, que obtienen pingües ganancias de ello. Todo para los corporativos y los dueños de las Afore, pero ni un peso para los dueños de ese dinero: en 2015 los fondos mexicanos de pensiones no obtuvieron rendimientos; su crecimiento, de casi 166 mil millones de pesos, derivó sólo de las aportaciones realizadas por los trabajadores a lo largo del año; de hecho, acumularon cinco pérdidas durante el año, que sumaron 56 mil 388 millones de pesos (La Jornada). He allí una muestra de “la gran solución social al México moderno de hoy… un sistema para el futuro, moderno, ágil, transparente y, sobre todo, justo” (Zedillo dixit).

Fuente: La Jornada - Opinión