La Jornada - El Correo Ilustrado
El gobierno manda a golpeadores profesionales a atacar a
los maestros y transportistas de Guerrero en plantón; la policía, como
se ve en videos, detiene y agrede salvajemente a normalistas de
Tiripetío ya esposados y cuyo delito fue exigir que les pagaran sus
becas para seguir estudiando; el Ejército asesina a un niño y hiere a
varios pobladores de Santa María de Ostula, Michoacán, porque
protestaban en demanda de la liberación del hombre que tenía el valor de
encabezar las autodefensas contra el crimen organizado,
surgidas porque
el Ejército y el gobierno permitían los abusos del narco.
En estos días el Ejército invade Oaxaca para garantizar la imposición
de la reforma educativa. Agravios contra el pueblo para sumar a la ya
larga lista del gobierno de Peña Nieto. Modificaciones que han hecho más
crítica la ya crítica situación económica y social de los mexicanos.
Energéticos, educación, salud o agua. Todo se despoja al pueblo y se
usa la represión para imponerlo, pero también a la justicia para
negarnos justicia; la Suprema Corte es una vergüenza jurídica, un títere
sin escrúpulos al servicio del Ejecutivo y empresarios. Hace años que
los maestros y mexicanos pedimos justicia ante un gobierno autoritario
al que sólo le interesa vender los últimos bieznes de la nación.
El gobierno mexicano ha perdido todo trazo de democracia y somete a
sangre y fuego a los mexicanos que aún nos atrevemos a defender nuestro
derecho a una vida digna, a no ser hiperexplotados en beneficio de una
minoría. Lo que están haciendo en Oaxaca con el magisterio en estos
momentos no deja lugar a dudas: es una guerra contra el pueblo. Una
criminal guerra que debe parar.
Maestra Silvia E. Arévalo Gutiérrez, Movimiento Magisterial Jalisciense