Víctor M. Toledo - Opinión
Muy buenas noches. Hoy he decidido dirigirme a todos los mexicanos porque ustedes tienen el derecho de conocer la verdad; yo no tengo nada que esconder como ciudadana; aun sin ser servidora pública me siento con la responsabilidad de explicarles paso a paso todo lo relacionado con la casa que ha sido cuestionada por algunos medios de comunicación.Con estas palabras la esposa del presidente de México inició su alocución televisada con el objeto de demostrar la honorabilidad de su familia. Varias horas después el
propio Enrique Peña Nieto hizo público su patrimonio. Sumadas las fortunas, pues el artículo 44 de la Ley Federal de Responsabilidades de los Servidores Públicos exige que todo funcionario deberá agregar a su declaración “…los que reciban o de los que dispongan su cónyuge, concubina o concubinario y sus dependientes económicos directos…”, apareció una nueva dimensión para el cuestionamiento del poder actual. La figura del Presidente, y de toda la élite que lo acompaña, continuó desmoronándose al mismo ritmo en que la temperatura de las protestas ciudadanas se ha ido acercando peligrosamente al punto de ebullición. Esto ha sido comentado no sólo “…por algunos medios de comunicación”, sino por The New York Times, CNN, Financial Times, El País, NTN24, Telesur, el papa Francisco, el director del Banco Mundial, ganadores de los Grammys, el Parlamento de Alemania y el presidente de Uruguay. Las dos comparecencias públicas han operado como un catalizador que acelera ese proceso.
interés social) verán con buenos ojos las residencias y el apartamento en Miami que posee la
primera dama, valuados en millones de dólares? En el mar de las miserias, limitaciones, inseguridades, amenazas y riesgos, ese que habita la mayoría de los mexicanos, la inconciencia de la pareja presidencial hizo gala, desde la burbuja que habita y que cambia de colores, de sus excesos materiales.
Las apariciones públicas de EPN y su esposa no sólo fueron
desafortunadas, torpes, evasivas y, sobre todo, completamente ajenas a
la realidad y a lo que en ella ocurre, sino que fueron dos inmensos
actos de degradación moral. Como van los acontecimientos, pues todo
indica que en el Senado se iniciará un proceso de investigación sobre el
patrimonio presidencial y el conflicto de intereses desatado, las dos
alocuciones no solamente no lograrán dejar en pie la honorabilidad
familiar, sino que han puesto al descubierto dos actos obscenos.
El Presidente de México no solamente tiene un pasado sospechoso, no
lee, habla muy mal el inglés, fue catapultado por Televisa, sino que
–¡oh sorpresa!– es un multimillonario locuaz, sin ningún pudor ante las
múltiples tragedias por la supervivencia de sus gobernados. Lo mismo
puede decirse de la primera dama, que en 2010 declaró ante
Hacienda ingresos por 131 millones 690 mil pesos, por lo cual pagó de
impuestos 39 millones 278 mil pesos. La actriz de telenovelas, mediocre,
inculta y apolítica, es una ciudadana desmesuradamente rica, dedicada a
asegurar “…un patrimonio para mis hijas” (https://www.youtube.com/watch?v=nKLavSJ7Yk8 ).
No se ve cómo EPN podrá gobernar cuatro años más, con una imagen que
repta ya por los suelos (o los sub-suelos). La sociedad mexicana ha
despertado, y aun aquellos que no quieren o no pueden reconocer la
terrible realidad en que vivimos o cuya perspicacia cerebral sólo les
permite quedarse en el mundo de las apariencias, se ven sacudidos por
las circunstancias. Creyendo reivindicarse ante los mexicanos, el
Presidente y su esposa se hicieron aún más impopulares. Su riqueza
material reveló su miseria humana. La renuncia es inminente.