domingo, 27 de octubre de 2013

Ingrid y Manuel: pobreza, miseria y el mentiroso discurso peñista para combatirlas

27 octubre 2013 | Álvaro Cepeda Neri * | ContralíneaAnte el discurso mentiroso del peñismo para combatir la pobreza (sólo en unos cuantos municipios), la pinza ciclónica de Ingrid y Manuel que sembró la muerte y el desastre en el 80 por ciento del territorio –al arribar por el Océano Pacífico y el Golfo de México– abortó la pavorosa miseria, hambruna y el olvido político-económico en el que sobreviven varios millones de mexicanos; quienes habitan en las márgenes de los ríos, en laderas montañosas o a los costados de caminos labrados a fuerza de transitar (descalzos o con rústicos huaraches);
porque presidentes municipales, desgobernadores y el presidente de la República en turno dejaron de cumplir con sus obligaciones desde que el neoliberalismo económico se implantó en 1988, y que el peñismo busca llevarlo hasta sus últimas consecuencias con su intentona de privatizar el petróleo. Del salinismo al peñismo no han importado los pobres. Es más, sobran, empezando por los indígenas y los sectores bajos de una población que ha llegado a los 115 millones. De éstos, al autoritarismo y al neoliberalismo le sobran 80 millones de mexicanos.

Cada sexenio, una y otra vez, se ha puesto en marcha contra ellos la “solución final”, al desmantelar las conquistas del Estado de bienestar y quebrar por robos al Instituto Mexicano del Seguro Social y al Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado, ya que el neoliberalismo económico es un nazismo, y el autoritarismo político un neofascismo. Poco a poco los regímenes del Partido Revolucionario Institucional (PRI), desde 1946 hasta 2000, que se radicalizaron de 2000 a 2012 con el Partido Acción Nacional, han ido cercando las libertades constitucionales, y con el Partido de la Revolución Democrática (PRD) incrustado en el Pacto por Peña, van contra el derecho a manifestarse públicamente para criticar a los funcionarios y disentir de éstos cuando imponen sus contrarreformas… Que apunta al peñismo para completar el cierre del círculo nazi-fascista-empresarial. Por parejas están llevando a la sociedad al desastre: Salinas-Zedillo, Fox-Calderón y Peña-Videgaray, o Peña-Miranda o Peña-Osorio… Sea éste o aquél el designado como sucesor, cuya posición también reclama Eruviel Ávila para cuando el PRI llegue –si llega– a 2018, con un candidato que perderá ante un adversario del PRD si es Cárdenas o López Obrador, salvo que un independiente se salte las trancas para el viraje democrático-representativo y democrático-directo.

Peña y sus peñistas llevan casi 1 año, y ya demostraron que son buenos para nada. Desgobernaron al Estado de México a sangre y fuego como en San Salvador Atenco (con las enseñanzas del cártel de Atlacomulco, cuyo prominente personaje ahora es el secuestrador de niños Arturo Montiel, tío de Peña Nieto), y creyeron que el país era algo semejante. Transaron con Salinas y Pedro Aspe para privatizar Petróleos Mexicanos y ejecutar la contraexpropiación. Con la corrupta Rosario Robles diseñaron su programa para dizque combatir la pobreza en 700 municipios, cuando hay muchos millones de pobres en hambruna y sin escuelas que sobreviven a muy duras penas.

Están abandonados. Sin asistencia médica y sólo algunos maestros heroicos recorren kilómetros a pie, para impartir clases a los alumnos desnutridos y enfermos… Mientras Televisa y los cocacoleros envenenan mediática y refresqueramente a quienes no tienen agua potable ni servicios sanitarios; con sus caminos y puentes mal construidos (la constructora Ingenieros Civiles Asociados, ICA, confesó haber construido, con otras empresas, la autopista del sol al ahí se va), para ir a vender ostiones, artesanías, etcétera y sacrificando sus vidas familiares ancladas en el pasado primitivo, con sus “casas” de cartón o madera mal cortada, pero eso sí, presas de impuestos y cobros indebidos por las raterías de los desgobernadores, de policías y militares a los que siempre quisiéramos ver en labores de ayuda, como ahora en los recientes desastres, y no coludidos con los narcos y el abuso del poder público.

La pareja Peña-Robles había escogido 400 municipios pobres, cuando están en condiciones de pobreza extrema casi todos los 3 mil 47 municipios que integran nuestro amenazado federalismo, mismo que empieza a zozobrar por las medidas que se están proponiendo para pasar silenciosamente del Estado federal al Estado unitario o Estado centralista ya imperante por el peso del presidencialismo priísta y panista. En esos lugares sobreviven los mexicanos en comunidades como las de Guerrero, Oaxaca, Veracruz. Y los presidentes de la República, los desgobernadores y los funcionarios municipales ven su beneficio y no gobiernan en beneficio del pueblo, si es que sigue vigente el Artículo 39 de la Constitución de los Estados Unidos Mexicanos. Lo cierto es que la pareja Ingrid-Manuel puso al descubierto, con desgracias por delante, el empobrecimiento nacional, ya que esos mexicanos han sido olvidados por negligencia de los gobernantes. El programa sacado de la chistera del Pacto por Peña para combatir la pobreza peñista está abortado. Cuando mucho, 400 municipios están más o menos bien, pero carecen de escuelas, drenaje, servicios sanitarios y un buen gobierno democrático y republicano, de lo que tanto hablan en sus discursos.

El peñismo anda desatado con discursos ante los mismos damnificados. No para de hablar, de lucirse. Tiene frentes por todas partes porque no supo cómo organizar su Presidencia, que anda a tontas y locas emitiendo reformas (contrarreformas) sin la menor planeación, sin estrategia política y congelando el gasto público, creando la recesión que a pasos agigantados va a una severa depresión, alza de precios, despido de empleados, etcétera. Por si algo faltara, Ingrid y Manuel dejaron en la miseria a los más pobres. Marinero de buen tiempo, Peña y su grupo tienen motín a bordo: empresarios, maestros, agricultores, mineros, cañeros, ejidatarios, indígenas, banqueros… Mientras lleva adelante (“porque no hay marcha atrás”, dice Peña) la privatización del petróleo y la cuestión energética.



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