viernes, 24 de mayo de 2013

Gasolinazos vs. salario / Aumentos y algo más / ¿Y el poder de compra?

México SA-Carlos Fernández-Vega
Han transcurrido prácticamente cinco meses del presente año, y en ese periodo los precios de las gasolinas y el diésel se incrementaron cinco ocasiones al hilo. Un aumento cada 30 días para dar cuerpo a un crecimiento de 5.7 por ciento sólo en lo que va de 2013. La justificación habla de la necesidad de emparejar los precios internos con los de nuestros principales socios (léase Estados Unidos). Se acerca junio, y en el primer sábado del mes –máximo en el segundo– se registrará el sexto gasolinazo en seis meses, más los aumentos en gas LP y tarifas eléctricas.
El problema se agudiza, pues no sólo se trata de precio, sino de poder adquisitivo, que en el caso mexicano está por los suelos. Para la primera quincena de mayo de 2013 el Inegi reconoce que la inflación anualizada en energéticos (8.34 por ciento) superó, por mucho, la del índice general (4.72 por ciento) y duplicó la registrada en 2011.

Los mexicanos no son los únicos en el mundo que soportan el constante crecimiento de los precios de los energéticos, aunque sí son de los pocos en el planeta que nunca tienen el agrado de registrar descensos en esos mismos precios, como sí sucede en otras latitudes.

De acuerdo con el más reciente reporte económico de la Cámara de Diputados, en el primer trimestre de 2013 el salario mensual promedio se ubicó en 5 mil 333 pesos reales (178 pesos por día, en números cerrados), 1.3 por ciento más que en el mismo trimestre del año anterior. No obstante, comparando con el segundo trimestre de 2007, cuando el ingreso real alcanzó su máximo nivel, el ingreso acumula una caída de 13.5 por ciento.

Si se toma como base lo dicho por la Cámara de Diputados, el salario mensual promedio (aunque en los hechos 50 por ciento de los mexicanos ocupados obtiene de dos salarios mínimos para abajo), el citado ingreso promedio alcanzaría para adquirir 447.4 litros de gasolina Premium, la de mayor octanaje.

Lo anterior ubica a los mexicanos con un poder adquisitivo similar al registrado por los trabajadores bielorrusos, polacos y eslovacos, aunque por arriba –no mucho– de húngaros y lituanos. La diferencia es que en el mismo periodo en Bielorrusia no aumentaron los precios de la gasolina de alto octanaje, mientras en Polonia el incremento fue de 2.1 por ciento, en Eslovaquia de 0.7 por ciento y en Lituania 1.5 por ciento. Por el contrario, los húngaros gozaron de una reducción de 1.3 por ciento. Y ninguno de ellos es productor de petróleo y menos refinador de crudo.

En los países europeos –de acuerdo con un detallado análisis elaborado por Agencia Ria Novosti, con base en información del Banco Central de Rusia– en el periodo de referencia el incremento promedio del precio de la gasolina fue de 1.7 por ciento y el precio de venta, también promedio, de 22 pesos con 24 centavos, casi el doble que en México. Sin embargo, con el ingreso que obtienen, los europeos compran 115 por ciento más gasolina que los mexicanos, con todo y que el combustible es mucho más caro.

El mismo ejercicio se puede hacer con todo tipo de productos (energía eléctrica, alimentos, servicios, tarifas, etcétera), pero el análisis de Ria Novosti se concentra en el precio de la gasolina de alto octanaje, que México importa –como muchos países europeos– masivamente. Cómo estará la cosa, que el mayor incremento registrado en el precio por litro de gasolina de alto octanaje (comparable con la Premium que se vende en México) se registró en Francia (4.1 por ciento), con un precio equivalente a 24.48 pesos. Con todo, los franceses pueden adquirir 209 por ciento más de gasolina que los muy petroleros mexicanos.

En Noruega, gran productor y exportador petrolero, el litro de gasolina de alto octanaje se vende al equivalente de 30 pesos con 40 centavos mexicanos, y el aumento en el precio fue de 3.5 por ciento. Con todo, el ingreso promedio de los noruegos les permite adquirir 357 por ciento más gasolina que los mexicanos.

En sentido contrario, la gasolina más barata de Europa se vende en Bielorrusia (cuyos habitantes reportan un ingreso promedio similar al de los mexicanos): 10.88 pesos con un aumento en el periodo de referencia de 1.7 por ciento, es decir, casi 3.5 veces menos que en México, orgulloso productor petrolero que refina parte de los combustibles que consume.

Rusia –segundo exportador petrolero mundial– aumentó 1.7 por ciento el precio de su gasolina de alto octanaje en el periodo que se comenta, el cual se vende en el equivalente a 12.16 pesos, pero con su ingreso promedio los habitantes de aquel país pueden adquirir 67 por ciento más combustible que los mexicanos, cuyo gobierno cinco años atrás anunció la construcción de una gran refinería (la Bicentenario, de la que no se ha colocado un tornillo) para reducir la creciente dependencia externa en materia de combustibles.

En Inglaterra (-0.9 por ciento), Irlanda (-1.1), Bélgica (-0.1), Hungría (-1.3) y Austria (-0.1) se registraron descensos en los precios de la gasolina de alto octanaje durante el periodo que se comenta. Parece que en esas naciones no hay funcionarios (o cuando menos no llevan la batuta) que sostengan la tesis de que es necesario igualar sus precios con los de Estados Unidos, país, dicho sea de paso, en el que también se registran reducciones en los precios de los combustibles. Todo indica que el caso de México es de colección: los precios –de lo que sea– siempre suben, nunca bajan (¡mentira!: el único precio que nunca sube es el de la mano de obra), y así se mantendrán, en una carrera que nunca acaba.

Y si de poder adquisitivo se trata, allí está el informe de la Organización Internacional del Trabajo, que junto con la Cepal difunde dos noticias: la buena, que los salarios mínimos promedio real en América Latina aumentaron el doble que en 2011 (2.8 contra 1.3 por ciento); la mala, que entre los países en los que tal ingreso apenas avanzó uno por ciento, o de plano se contrajo levemente, destaca (¡sorpresa!) México. Pero no hay de qué preocuparse, porque junio está a la vuelta de la esquina, y el sexto gasolinazo de 2013 también, no obstante que en el vecino del norte el precio de la gasolina de alto octanaje prácticamente es el mismo que aquí.

Las rebanadas del pastel

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