miércoles, 31 de octubre de 2012

40 grandes empresas no pagan impuestos, un robo a la nación con la complicidad gubernamental

Álvaro Cepeda Neri - Opinión EMET
En una entrevista radiofónica y fundamentando su información en los datos duros de la Secretaría de Hacienda, del INEGI y la Bolsa de Valores, el investigador Mario Di Constanzo ha constatado que casi 40 de las más poderosas empresas, digamos mexicanas porque aquí operan y se llevan la tajada del león, no pagan impuestos ni crean empleos.
En cambio desde Miguel Alemán, el fisco le quita a Pemex el 60 por ciento de sus utilidades; que durante seis años, Calderón usó para engordar la nómina de sus amigos nombrados en cargos de segundo y primer nivel en su administración. Y las poderosas empresas (Telmex, Televisa, Maseca, etcétera y cuyos nombres se guardan como secretos ultraconfidenciales), que se supone han de crear plazas de trabajo si difieren sus impuestos, no los pagan o les son condonados porque hacen donaciones fantasma. Ni han ampliado su planta laboral.

La carga fiscal la llevan los asalariados cautivos y los que cumplen con su obligación hacendaria, pagando el impuesto sobre la renta, el IETU y el IVA (que los peñistas quieren cobrar en medicinas y alimentos, lo que sería la gota que derrame el vaso lleno de malestar social). Bienes y servicios del mercado tienen impuestos que los simples mortales desembolsan, para enriquecimiento de monopolios como Bimbo, Cemex, etc. En cambio, no les perdonan un peso a los trabajadores cautivos del sistema fiscal. A los que amenazan (como los despachos de cobranzas, a los que quieren meter en cintura) y multan en caso de no reportar sus declaraciones mensuales y su corte anual, que deben pagar religiosamente.

Que los grandes empresarios no paguen impuestos conforme a sus utilidades, es un saqueo a las finanzas públicas. Un robo a la Nación, con la complicidad gubernamental. El gobierno reporta creación de plazas laborales, porque el IMSS le envía los formatos de solicitud de empleo y la institución los ingresa como nuevos empleos, en una serie de maniobras favorables a los empresarios que ahora quieren una contrarreforma laboral para tener esclavos. Quieren contratar por medio de terceros, de tal manera que (en ocho horas contratarán a ocho empleados o a cuatro, degradando el empleo), no cubrirán los mínimos de bienestar y podrán cesarlos con una simple notificación por internet.

Y el peñismo, siguiendo al calderonismo, otorgará contratos de Pemex a empresas privadas españolas, haciéndolo rehén de la privatización, y solapará que los empresarios no paguen sus impuestos ni generen plazas laborales. Que lo hagan los asalariados, las pequeñas empresas y los que trabajan por su cuenta, en una trampa para quienes venden su fuerza de trabajo y son cautivos fiscalmente. Si no se corrige esa desigualdad, favoreciendo a la oligarquía depredadora, y se suma pobreza, desempleo y “hambre y sed de justicia”, no tardará en estallar esa bomba de tiempo que le quitará la sonrisa a la élite plutocrática. La Nación ha llegado a su límite y las manifestaciones de protesta por políticas económicas y sociales, son un adelanto que, en una de esas, hacen circuito y prenderán lo que puede ser la primavera mexicana.