Carlos Fernández-Vega | México SA
Por lo visto, algún iluso en el gobierno calderonista cree que México cuenta con recursos públicos inagotables y que, por lo mismo, lo sencillo y conveniente es comprar en el extranjero lo que fácilmente puede producirse en el país, sea en el caso de los alimentos (alrededor de 200 mil millones de dólares desde el arranque del TLCAN) o en el de los combustibles, por citar sólo un par de ejemplos. Sobre este último, el balance es aterrador: a lo largo del sexenio de
para vivir mejorse han erogado cerca de 110 mil millones de billetes verdes para importar gasolinas, monto similar al que la paisanada en Estados Unidos ha inyectado a la economía mexicana, por medio de remesas.
Esos 110 mil millones de dólares resultarían suficientes para construir una decena de refinerías que habrían impedido que la riqueza generada en México termine en las alforjas de empresas trasnacionales. Ayer La Jornada, por medio de una nota de Víctor Cardoso, nos ilustró:
el gobierno de Felipe Calderón benefició con más de 110 mil millones de dólares a un limitado grupo de empresas petroleras, entre las que se encuentran algunas de las más grandes del mundo, con las que se mantienen contratos de compra de las gasolinas que Petróleos Mexicanos no ha logrado producir, revelaron fuentes y documentos de la paraestatal. Trasnacionales como Shell, Exxon, la venezolana Sitgo (filial de PDVSA, pero que está constituida legalmente en Estados Unidos) y Valero, concentran alrededor de 75 por ciento de las compras de gasolinas que se consumen en México y por las que en 2011 se pagaron 29 mil 403.6 millones de dólares, la cifra más alta en la historia del país. Sólo dos petroleras, la estadunidense Exxon y la anglo-holandesa Shell, le venden a México más de la mitad de las importaciones de combustibles automotrices. Terrorífico balance.
En el gobierno creen que la mejor decisión es mantener la política de exportar crudo para importar productos refinados a un precio creciente, y ni de lejos construir refinerías en territorio nacional para reducir la espeluznante salida de divisas por el concepto referido. Y tan resultona política se prolonga ya por tres décadas (de Miguel de la Madrid a Felipe Calderón). La refinería mexicana más joven tiene 33 años; data de 1979, y de allí en adelante la norma ha sido importar combustible, es decir, reimportar el petróleo mexicano que se refina en el extranjero, principalmente en el vecino del norte, a mayor costo.
El sexenio de
para vivir mejorha destinado 110 mil millones de dólares para importar gasolinas (que revenden a precio más elevado, con aumentos mensuales), pero se niega rotundamente a invertir el 10 por ciento de ese monto en la construcción de una refinería (la Bicentenario, hasta ahora de saliva) anunciada con bombo y platillos por el inquilino de Los Pinos en no menos de cuatro ocasiones, cada una de ellas como si se trata de una primicia. Entonces, alguien en el gobierno calderonista debe creer que el país no tiene urgencias ni carencias, y que, por lo mismo, hay que tirar el dinero en importar lo que aquí no sólo puede, sino debe producirse.
Ciento diez mil millones de dólares (un tercio del presupuesto de egresos de la federación para 2012) en importación de gasolinas, y cuatro años de retraso en el arranque de la construcción de la Bicentenario. A la fecha, Petróleos Mexicanos ni siquiera ha concluido la barda perimetral del terreno en el que (algún día, se supone) colocará el primer ladrillo de la nueva refinería. Entonces, ¿qué pasó con la
obra más importante del sexenio? Va la referencia cronológica de los anuncios que sobre la Bicentenario ha hecho el siempre cumplidor inquilino de Los Pinos:
“México registra una creciente y peligrosa dependencia del exterior en materia de petrolíferos y es urgente tomar acciones… en este momento giro instrucciones a la Secretaría de Energía y al director general de Petróleos Mexicanos para que, sin dilación, inicien los estudios y analicen la factibilidad técnica, financiera y logística que nos permita construir una nueva refinería en el territorio nacional (…) con el fin de disminuir nuestra dependencia energética del exterior. Iniciar los trabajos que nos permitan contar en el futuro cercano con esta nueva refinería es una buena manera de celebrar el 70 aniversario de la expropiación petrolera. Lograrla requerirá, como muchos otros desafíos de Pemex, que cada quien ponga su parte” (marzo 18, 2008, Paraíso, Tabasco, en el 70 aniversario de la expropiación petrolera).
“Anuncio la construcción de una nueva refinería de Petróleos Mexicanos. Como ustedes saben, a lo largo de muchos años hemos logrado formar, con paciencia y con ahorro, diversos fondos de estabilización para sortear el riesgo de una caída abrupta en el precio del petróleo… podremos construir esa refinería iniciando ya el próximo año (2009) y reducir con ello la dependencia de gasolina del exterior y elevar la competitividad del sector energético… iniciará, desde ya, la construcción de una nueva refinería que será la primera que se construya en México en casi 30 años” (octubre 8, 2008, en Los Pinos, al divulgar el Programa para impulsar el crecimiento y el empleo).
Hoy México está en la ruta correcta para disminuir su dependencia del exterior en materia de hidrocarburos. Con ese mismo objetivo instruí a la Secretaría de Energía y a Petróleos Mexicanos para que se evaluara la construcción de una nueva refinería que diera respuesta a las necesidades nacionales. A la fecha, Pemex ha venido realizando arduamente diversos estudios y ha concluido prácticamente los mismos, que nos permiten afirmar que México contará pronto con una nueva refinería de Pemex(marzo 18, 2009, Venustiano Carranza, Puebla, en el 71 aniversario de la expropiación petrolera),
“Por primera vez en más de 30 años estamos impulsando la construcción de una nueva refinería en el país, la refinería Bicentenario, que estará precisamente aquí, en esta zona… Y, efectivamente, ha habido otros proyectos de infraestructura de gran dimensión que México necesita, que se han planeado, y que se han anunciado incluso, pero que a la hora de la hora simple y sencillamente no fue posible desarrollarlos porque no se contaba con los terrenos para hacerlo. Hoy se cuenta, no sólo con los terrenos, sino que se cuenta con ellos sin las disputas legales, las controversias jurídicas asociadas a su adquisición, que siempre acompañan y entorpecen, y en ocasiones frustran, los grandes proyectos de infraestructura” (marzo 18, 2010, en el 72 aniversario de la expropiación, Tula de Allende, Hidalgo).
Las rebanadas del pastel
¿Y para 2012? El presupuesto de egresos de la Federación no considera un peso para la Bicentenario, mientras la importación de gasolinas crece a galope