viernes, 24 de febrero de 2012

Calderón: temerario y electorero / ¿Cumplirle a los más pobres? / Baja inflación vs. poder adquisitivo

Carlos Fernández-Vega-México SA
El temerario inquilino de Los Pinos, marca tarjeta de crédito Visa, se aventó ayer la puntada, por llamarle así, de presumir que cumplirle a la gente más pobre no tiene precio. Y él, obvio es, cumplió. Qué bonita declaración, aunque queda la duda de si es producto de ¿cara dura?, ¿inconsciencia?, ¿Alzheimer?, o simplemente de su desbocada cuan desesperada estrategia electorera (ilegal, por lo demás) para intentar evitar lo que parece inevitable: entregar las llaves de la residencia oficial a alguien que no sea de su empresa (algunos le llaman partido) política.
Pues bien, desde que el susodicho se sentó en Los Pinos, y de acuerdo con cifras oficiales, más de 12.2 millones adicionales de mexicanos fueron obligadamente incorporados por el calderonato al de por sí grueso ejército de pobres, sin considerar el incremento registrado en 20011 ni el esperado en 2012. Alrededor de 8 mil 356 pobres adicionales por día (casi seis personas por minuto) de estancia en la residencia oficial se sumaron al referido ejército (del primero de diciembre de 2006 al último día de 2010), pero tiene la desfachatez de presumir que cumplirle a la gente más pobre no tiene precio.

Entonces, no sólo incumplió abiertamente a los 42.7 millones de mexicanos pobres registrados al arribar a Los Pinos el primer día de diciembre de 2006, sino agregó 12.2 millones al de por sí espeluznante inventario de depauperados en el país, sin contabilizar los destrozos de 2011 y 2012. Sin duda, tarde que temprano todos los inquilinos de Los Pinos se desconectan de la realidad, algunos más rápido que otros, pero en el caso de Felipe Calderón, como dicen los clásicos, desdenantes de abrir la puerta de la residencia oficial cortó el cable, si es que alguna vez lo registró. Poco más de nueve meses le restan en el puesto, al que llegó haiga sido como haiga sido, y lejos de serenarse, tomar las cosas con calma y actuar como jefe de Estado, el susodicho se ha desbocado y tiene metida la mano hasta el fondo en el proceso electoral, lo que hace aún más riesgoso el trecho que le resta.

Desde luego que la citada no es la única barrabasada que ha dicho por estos días (allí está la perla de Chepina y las encuestas de Los Pinos, por ejemplo). Un par de días atrás el susodicho presumió que nuestra inflación en los últimos cinco años ha sido la más baja en los últimos siete sexenios… y los salarios y su poder adquisitivo también, dirán en la tienda de enfrente, es decir, la de los trabajadores que ya no sienten lo duro, sino lo tupido.

En ese mismo quinquenio (2007-2011) el salario mínimo general reportó un incremento nominal de 18.7 por ciento, y de 17.4 por ciento en el caso del salario promedio de cotización de los trabajadores registrados en el Instituto Mexicano del Seguro Social. La inflación oficial en el mismo periodo fue de 23.45 por ciento, de tal suerte que sólo en esos fabulosos cinco años de baja inflación la pérdida real del poder adquisitivo del mini ingreso fue superior a 20 por ciento y de 26 por ciento en el del salario promedio del IMSS. Ello, en términos generales, porque si se considera la inflación en donde gastan más los mexicanos (alimentos, por ejemplo) el balance es muchísimo peor. Y sí, la inflación nominal es la menor en siete sexenios, pero el actual poder adquisitivo de los salarios resulta aún menor al que tenía al inicio del calderonato, que de por sí era desastroso.

Como bien ha documentado el Centro de Análisis Multidisciplinario (CAM) de la Facultad de Economía de la UNAM, la caída en el poder adquisitivo de los salarios durante el gobierno de Felipe Calderón sigue siendo mayor que la sufrida en todo el sexenio de Miguel de la Madrid y de Carlos Salinas de Gortari. Los discursos no sustituyen la realidad que enfrentan diariamente las amas de casa, los trabajadores del campo y de la ciudad. Se ha dado una caída en las condiciones de vida de los trabajadores similar a la sufrida en la llamada década perdida (la de los años 80 del siglo pasado), mostrando así un retroceso. De continuar la tendencia en la pérdida del poder adquisitivo, el salario mínimo presentaría una pérdida histórica mayor a la registrada en el sexenio de Ernesto Zedillo.

El propio CAM apunta que en el mejor de los casos, y sólo en el mejor, “el ‘aumento’ nominal al salario mínimo se mantiene anclado al crecimiento esperado de la inflación. Sin embargo, los sistemáticos incrementos en los precios de productos como gasolina, electricidad, gas y otros –los alimentos, de forma destacada–, han provocado que el mini ingreso siga acumulando pérdida del poder adquisitivo como ha sido durante los últimos decenios. Lo anterior ha contribuido a un deterioro constante desde 1982, que al cierre de octubre de 2011 se aproxima a 85 por ciento”. Además, se registra constante pérdida de prestaciones, incremento en las jornadas laborales, empleos precarios y crecimiento de la informalidad; en suma, terreno fértil para ahondar la desigualdad. Hoy el salario mínimo en México es insuficiente para la reproducción de la fuerza de trabajo; se ha disminuido la generación de empleo productivo e incrementado la movilidad laboral por medio de la subcontratación; se han fomentado los despidos y la recontratación de trabajadores bajo nuevas normas (más baratas, desde luego); se observan incrementos notables en la intensidad del trabajo, y aumento extraordinario de la jornada laboral a través de diversos procedimientos (horas extra, sistemas de turnos, menos salario real, violación de normas jurídico-laborales, etcétera)”.

Pero hay baja inflación, celebra el susodicho, aunque le faltó comentar que ese reducido crecimiento de precios se debe a la brutal contención salarial (norma de los últimos cinco sexenios), lo que ha provocado un creciente número de mexicanos pobres a los que asegura haber cumplido. Qué desfachatez.

Las rebanadas del pastel

Y para variar, también dijo que tenemos una economía estable y competitiva. Más tardó en anunciarlo que en conocerse que más de 120 mil empresas han cerrado o se han dado de baja del Sistema de Información Empresarial Mexicano en lo que va del año. Esta disminución en el número de establecimientos equivale a una caída de 15.7 por ciento en menos de dos meses. Así, se contabilizan 656 mil firmas en activo, la cifra más baja del sexenio (La Jornada, Juan Carlos Miranda y Víctor Cardoso)… Pero, ¡alegraos!, mexicanos resignados, que Ernesto Cordero, Alonso Lujambio y la Cocoa Calderón, hermana del que le cumple a los pobres, ya están más que puestos para disfrutar de tremenda beca en el Senado de la República por cortesía del PAN.