domingo, 24 de julio de 2011

La secta que infiltró al gobierno y se nutre del presupuesto

ARTURO RODRÍGUEZ GARCÍA | 23 DE JULIO DE 2011 | Proceso
Casa Sobre la Roca, la secta que deslumbró a Felipe Calderón y ha abrevado del presupuesto desde 2006, pertenece a una organización de alcance mundial que tiene un objetivo muy preciso: incidir en las políticas públicas a partir de su visión cristiano-evangélica. Poco a poco lo han ido logrando en México, donde ya hay varios funcionarios federales adscritos a ese culto.
Una joven mujer, de la que sólo se podía ver la silueta, narró su experiencia como víctima de la trata de personas el pasado miércoles 13 en el salón Adolfo López Mateos de Los Pinos. Ahí contó cómo fue engañada y secuestrada por un grupo criminal que la explotó sexualmente en la ciudad de Monterrey.

Sin embargo, su relato concluyó con la promoción de la Comisión de Lucha contra la Trata de Personas de la Cámara de Diputados, a cuya presidenta, la panista Rosa María de la Garza, alabó por su “amor, dedicación y trabajo”. La mujer remató: “Necesitamos (las víctimas de todo el país) que por favor se tatúen el corazón azul hasta que todas las víctimas, todas esas niñas que están desaparecidas, sean regresadas a sus padres y a sus hogares”.

En su edición 1799, Proceso publicó que ya en otras ocasiones las víctimas de trata de personas y los adictos en recuperación han sido utilizados políticamente por esa legisladora, quien junto con su esposo, Alejandro Orozco –director del Instituto Nacional para las Personas Adultas Mayores (Inapam)– encabeza una secta evangélica de ultraderecha: la Casa Sobre la Roca (CSR).

Amparada en numerosas razones sociales y con registros de asociaciones civiles, CSR es proveedora de servicios a dependencias gubernamentales, capta recursos de programas asistenciales y reclama cuotas de poder y cargos públicos con tanto éxito que ya empezó a extenderse a otros países.

Su principal benefactor ha sido Calderón. En la campaña de 2006 éste aprovechó las redes religiosas, políticas y financieras que han tejido Alejandro Orozco y Rosa María de la Garza –quien se hace llamar Rosi Orozco–, un matrimonio de modestos vendedores de seguros que con la creación de CSR escalaron al círculo presidencial. 
(Extracto del reportaje que se publica esta semana en la edición 1812 de la revista Proceso)