Por fin los trabajadores tendrán algo que agradecer a Javier Lozano: gracias a su equívoca, ruda, vulgar, torpe y agresiva actuación de ayer en comisiones de la Permanente del Congreso, la temida reforma laboral que impulsa su jefe, el presidente Calderón, amaneció hoy en el bote de la basura legislativa. Llegó a agredir a todos: a los priístas, a los perredistas y hasta a uno que otro panista.
La reforma calderonista, alentada por el Consejo Coordinador Empresarial –uno de los últimos pagos que le hará por su apoyo en la controvertida campaña electoral– lesiona a los trabajadores.Quiere el ala más conservadora que mediante el outsourcing un empleado sea temporal eternamente, que no realice lo que muchas veces es su mayor ambición: obtener una planta en la empresa. Como les digo, Lozano fue a defender la reforma, se embroncó con los legisladores y el resultado final es que echó a perder lo que había avanzado –no mucho, por cierto– su jefe.
Al fin hubo un motivo para darle las gracias, aunque fue involuntario.