martes, 17 de mayo de 2011

Fueron condenados dos empresarios de Lindsey Manufacturing por sobornos a CFE


11/05/2011

08:34


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Miguel Ángel Granados Chapa, titular, al estar hablando del informe que presentó Transparencia Mexicana sobre la corrupción, restringido a las mordidas, comenta que sin embargo hay actos de corrupción de mayor alcance, que no están medidos en esta encuesta para Transparencia Mexicana.

Tenemos a la mano un ejemplo mayúsculo. Ayer fueron condenados en Estados Unidos, en Los Ángeles, dos empresarios norteamericanos, entre ellos el presidente de Lindsey Manufacturing Company, porque fueron sorprendidos pagando sobornos a la Comisión Federal de Electricidad (CFE) para obtener contratos, no necesariamente de construcción.


Una empresa de clase mundial, como se hace llamar la Comisión Federal de Electricidad, es un mundo de negocios, no sólo se instalan plantas generadoras de energía, no sólo se instalan torres y cables para la distribución. Hay una multitud de servicios que es preciso que la CFE se ofrezca a sí misma o reclame de proveedores, y en consecuencia hay una vastísima zona de oportunidades para los negocios chuecos, adicionales a los negocios necesarios, para que la empresa Comisión Federal de Electricidad, o PEMEX, o la Comisión Nacional del Agua, funcionen.

Los señores Lindsey y Lee pagaron millones de dólares a funcionarios de la Comisión Federal de Electricidad. Lo hicieron a través de coyotes, de mediadores. Una pareja de mexicanos Angela Aguilar, que fue sentenciada y está detenida por lavado de dinero, porque fueron los intermediarios de Lindsey Manufacturing Company y la CFE; ella y su esposo Enrique Aguilar Noriega, quien no ha sido detenido, dirigían una empresa de intermediación, una empresa de cabildeo "Grupo Internacional de Asesores" que representaba para este efecto a Lindsey en México. 

Pagaron 5 millones de dólares a Néstor Moreno que era el número dos de la CFE, el director de operación (hasta septiembre del año pasado), le pagaron en especie, con un yate formidable que los acapulqueños o los vacacionistas pudieron ver porque está surto en el puerto de Acapulco, no se ha presentado nadie a reclamarlo después de que fue asegurado. Es parte del soborno que recibió presumiblemente Néstor Moreno. No se ha visto en cambio el Ferrari de 300 mil dólares, un vehículo de más de 3 y medio millones de pesos. 

El Ferrari debe estar siendo aprovechado, no como el yate, por su propietario que simplemente se retiró el 15 de septiembre, anunció un mes antes en agosto cuando se hizo público este negocio, Néstor Moreno anunció que renunciaría a partir del 15 de septiembre para ponerse a disposición de las autoridades a fin de que realizaran su indagación por lo que toca a la parte mexicana del soborno, el cual es bilateral, alguien paga y alguien recibe, en Estados Unidos han descubierto y sancionado a los que pagan, en México no se ha tomado nota de que hay quienes recibieron y Néstor Moreno abandonó su oficina el 15 de septiembre y se fue tranquilamente a su casa, no necesariamente una casa en territorio mexicano.

A pesar de que ni la Secretaría de Seguridad Pública, ni en la Procuraduría General de la República se ha manifestado interés alguno por detener a Néstor Moreno, es probable que él haya tomado distancia y se haya marchado del país. 

Por lo pronto, desde el 15 de septiembre en que dejó de ser el director de operación de la CFE, el número dos después del director general que entonces era Alfredo Elías Ayub, no ha sido ni siquiera llamado a declarar, no ha sido molestado. Probablemente porque no es miembro del SME (Sindicato Mexicano de Electricistas), y los miembros del SME, como se sabe, apenas salieron a cometer presumiblemente actos de vandalismo hace unas semanas, de inmediato su denunciante la CFE logró que fueran detenidos y que estén ya bajo proceso. Se les acusa entre otras conductas, de haber incendiado sus propios vehículos, o vehículos de sus compañeros que no presentaron denuncia y sin embargo se les instaura un procedimiento penal.

Está bien que se castigue el vandalismo, lo cometa quien lo cometa. Si lo cometieron miembros del SME, está bien que se les someta a proceso. Ser miembro de un sindicato en lucha no extiende una patente de impunidad. Quien cometa un acto de violencia, contra instalaciones públicas, contra los intereses de terceros, debe ser castigado, y si es el caso de los miembros del SME, a los que su secretario general Martín Esparza llama presos políticos, no hay que enarcar las cejas con asombro y disgusto. 

La sociedad mexicana desde siempre está empeñada en que la ley se cumpla y que paguen quienes la infrinjan, pero llama la atención (no sorprende porque no causa sorpresa, no es una novedad), el doble rasero, la doble vara utilizada por las autoridades federales de seguridad y procuración de justicia. Mano rígida y acción pronta contra vándalos que causan un daño, y mano suelta contra un funcionario de altísimo nivel, el número dos de la CFE que recibe cinco millones de dólares, por unos contratos que no son los principales que expide o entabla la CFE, son contratos de arrendamiento de maquinaria, es casi dinero de bolsillo en la enorme contabilidad de la CFE.

El yate está en Acapulco, Néstor Moreno quien sabe dónde, Lindsey y Lee condenados, Angela Aguilar detenida, su marido Enrique Aguilar Noriega prófugo. Esa es corrupción de una índole distinta a la que planteó Transparencia Mexicana.