martes, 10 de mayo de 2011

Calderón, el personaje al que le pagamos por simular que es el Presidente de la República

martes, 10 de mayo de 2011
Felipe Calderón sólo rinde cuentas a los poderosos empresarios estadounidenses, aunque su nivel político internacional ha descendido a tal nivel que sólo es recibido por alcaldes. El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, y los integrantes del gabinete ya no se toman la molestia ni de recibirlo, le dan el trato del sirviente molesto e incompetente con el que tienen que lidiar. Calderón tuvo que recurrir a tocar las puertas del Senado para que lo reciba el miércoles el líder de la Cámara Alta, el demócrata Harry Reid. En concreto, la visita del michoacano a Estados Unidos es inútil e intrascendente y no debería realizarse si realmente se sintiera el jefe del Estado mexicano. De su agenda, sólo tiene importancia la rendición de cuentas que efectuó el lunes por la noche ante ejecutivos de empresas estadounidenses y miembros de la comunidad financiera de la capital financiera internacional, reporte que exhibe el grado de subordinación al que ha llegado ante los magnates estadounidenses.

Hoy tan sólo el alcade de Nueva York, Michael Bloomerge le abrirá las puertas para platicar sobre el problema migratorio, al que ha contribuido en un grado extremo la administración calderonista al expulsar a millones de mexicanos a territorio estadounidense a donde arriban a buscar las oportunidades que el segundo gobierno federal panista les ha negado tajantemente. Después sólo se dedicará a recoger papelitos sin ningún valor, como el que lo acredita como uno de los “campeones de la tierra 2011”, emitido por el Programa de Naciones Unidas por el Medio Ambiente; o el Premio al Liderazgo en Asuntos Internacionales del Congressional Hispanic Leadship Instituto. También perderá su tiempo y el dinero de los contribuyentes al participar en la reunión anual del Consejo de las Américas, cuyo tema central es “oportunidades en las américas cambiantes”.

Mientras volaba hacia esos “importantes y trascendentales compromisos”, Calderón se dedicó a la labor favorita de los integrantes de su gabinete: twittear y se devanó los sesos para escribir cinco mensajes: “debemos dialogar para que se expresen todos los puntos de vista, tanto en los que estamos de acuerdo como en los que estamos en desacuerdo”; “me interesa escuchar las razones que se plantean –como si las desconociera-, y que se conozcan las de mi gobierno, para juntos definir lo que es mejor para el país”; “celebró la marcha por la Marcha por la Paz, en su ánimo legítimo y justo, de poner un alto al problema de la inseguridad” –pero no hace nada por atender sus demandas y exigencias-; “la sociedad ya llegó a un consenso por un México seguro y en paz –pero no lo atenderá porque- es necesario un consenso entre autoridades y fuerzas políticas”; “propongo que como sociedad concentremos nuestra energía en promover los cambios concretos, posibles y medibles que requiere la seguridad”, a lo que le faltó agregar expresamente “pero García Luna no se va”.

Ese es el personaje al que le pagamos por simular que es el Presidente de la República.