Eduardo Ibarra Aguirre / Argenpress
Frente al poderosísimo grupo de los 11 mexicanos más ricos del orbe que, de acuerdo a la revista Forbes, acumulan 125 mil 100 millones de dólares o 12.4 por ciento del valor de todos los bienes y servicios producidos por la economía nacional, se encuentran 44 millones de pobres a secas.Ambos, el decisivo grupúsculo y la multitud empobrecida, son producto neto de una ruta macroeconómica impuesta a raja tabla, como dogma de fe, por los gobiernos tecnocráticos cobijados por los partidos Revolucionario Institucional y Acción Nacional, a partir de diciembre de 1982, y hasta hace una década a cargo del segundo.
Para festejar la década panista en Los Pinos, Felipe Calderón Hinojosa convirtió en balance todo el ceremonial por el IV Informe de Gobierno en el Palacio Nacional y el Auditorio Nacional porque el Congreso no respaldó los esfuerzos de Josefina Vázquez Mota y su bancada para que su jefe político rindiera cuentas en San Lázaro.
Con motivo de la presentación de “los resultados definitivos” del Censo Nacional de Población y Vivienda 2010, Calderón Hinojosa volvió al festejo de los hechos y las obras con “datos objetivos, reales, bien medidos”. El número de casas con refrigerador pasó de 68 a 82 por ciento, con televisor de 86 a 92 por ciento, con línea telefónica fija de 36 a 43 por ciento, con computadora de 9 a 29 por ciento, con automóvil de 32 a 44 por ciento. Y como si los datos tan adjetivados no fueran suficientes, los convirtió “en casi la mitad con auto y línea telefónica”.
El optimismo presidencial se desbordó cuando propuso discutir si México no se ha convertido en una sociedad mayoritaria de clase media, como dijo que postulan Luis Rubio y Luis de la Calle en el libro Clasemedieros. Polemizar no es el lado fuerte de Calderón como lo demostró hasta el enojo a lo largo de 52 meses. Y difícilmente adquirirá ese atributo en los últimos 20 meses de su impugnado gobierno.
Naturalmente que resultan alentadores los datos del censo. Incluso los que no festejó Calderón como que México pasó de 6.5 años de escolaridad a 8.6 años, en una década. Es decir, de ser un país de primaria a uno de secundaria, pero a ese ritmo se requerirán varias décadas más para arribar a los niveles de Uruguay, Argentina y Costa Rica para no hablar de la vanguardista Corea del Sur.
Lo que de plano no le interesó el abogado, economista y administrador público es una de las consecuencias de “la lucha por la seguridad”, publicitada hasta el hartazgo y que reforzará la mediocracia con un decálogo para embellecer una trágica realidad. A saber, 5 millones de viviendas del país están deshabitadas, lo que equivale a 14 por ciento del total, y en Baja California, Chihuahua, Tamaulipas y Zacatecas el porcentaje se dispara a 18 de cada 100 hogares. Eduardo Sojo Garza-Aldape dijo desconocer “las razones de este fenómeno”.
Otros integrantes del primer círculo del panismo hecho gobierno, cerraron filas con el optimismo del michoacano de Morelia. No faltó el secretario de Desarrollo Social justificando los enormes costos sociales de la crisis económica y financiera de 2008-2009 con el estúpido argumento de que “vino de fuera”. O el titular de Hacienda negando la existencia de inflación, para a renglón seguido corregirse y establecer que es muy baja, igual que hizo con los 6 mil pesos de salario mensual que alcanzan para pagar la mensualidad de la casa y del automóvil.
Entre tanto, el Revolucionario Institucional se retrajo en la plausible propuesta de organizar un diálogo sobre la pobreza y optó por la campaña para convencer que el panismo empobreció más a los mexicanos, cuando ambos partidos comparten fielmente el mismo modelo macro.