ZAZIL CARRERAS@ZazilCarreras
2011-04-29
A usted, estimado lector, quisiera hacerle el siguiente planteamiento: Si de un día a otro y por supuesto, sin previo aviso, le dijeran que ha perdido su trabajo y todas las prestaciones de las que gozaba, si su futuro estuviera completamente a la deriva, así como el de su familia ¿cómo sobreviviría usted? ¿Qué haría para que su familia estuviera bien?
Difícil situación, ¿verdad? Pues esto fue lo que le sucedió a los miembros del Sindicato Mexicano de Electricistas, motivo por el cual, aún al paso del tiempo, se mantienen en resistencia.
Pero no solamente hablamos de los electricistas en lo individual, sino de sus familias. Estas son, desde esa fecha y hasta ahora, familias resistentes.
Estas familias, son un ejemplo de unión y de verdadero trabajo en conjunto. Yo he tenido el placer y el gusto de convivir con algunos miembros del SME, durante la noche que pernoctamos con ellos en el campamento permanente del Zócalo, y con cuatro en particular a quienes puedo llamar amigos y de quienes, sin duda, he aprendido muchísimo.
Entre las historias de estas familias resistentes, existe la de quienes han tenido que abandonar sus casas para vivir con algún familiar, al no poder pagar ya la renta de su propio hogar. Ellos así sobreviven, gracias al apoyo de su familia.
Existe también la historia de quienes han emprendido un negocio familiar con el cual producen algunos de los mejores panes que he comido. Ellos así sobreviven, trabajando juntos.
Existe también la historia de quienes han logrado conseguir un empleo, y el ingreso que perciben a cambio de su trabajo, lo utilizan para toda la familia, sin distingos ni envidia. Ellos así sobreviven, compartiendo.
Existen aquellos electricistas que con sus conocimientos realizan trabajos particulares que, por más pequeños que sean, o a la distancia a la que se tengan que trasladar, son aprovechados al máximo, porque son recursos sumamente necesarios. Ellos así sobreviven, perseverando.
Existen también las hermanas, las hijas, que visitan a los amigos y a la familia en ese campamento, tantas veces como les es posible, para darles ánimos y fortaleza. Ellas así sobreviven, dando cariño sincero.
Existen las madres que al ver a sus hijos en el desempleo injusto y aplastante, tienden una mano y como si fuera hace años, les procuran sin medida. Ellas así sobreviven, estando siempre ahí cuando se les necesita.
Las familias resistentes, las familias del SME, sobreviven porque tienen una lucha en común. Sobreviven trabajando por y para todos, pero también sobreviven a base de apoyo emocional, de saberse juntos.
Son familias que trabajan en lo que pueden, que comparten lo que tienen y que no se rinden. Son familias admirables que a pesar de todo, y por sobre todas las cosas, nos enseñan a todos los que tenemos ojos para verlo, que la única forma en la que una lucha tan difícil, larga e incluso peligrosa puede ser ganada, es mediante la unidad, desde el núcleo, la unidad desde el corazón.
¡Que vivan las familias en resistencia del SME!