Se reduce el consumo de alimentos, el acceso a educación y salud: investigadora
La precarización laboral provoca que las familias busquen otros medios para sobrevivir, dice
Patricia Muñoz Ríos / Periódico La Jornada / Viernes 22 de mayo de 2015, p. 17
Los empleos mal pagados y sin prestaciones mínimas
se han generalizado en México, y además del impacto económico que
generan en las familias de los trabajadores erosionan la capacidad de
construir y mantener vínculos sociales y disminuyen la confianza en las
instituciones, sostuvo la investigadora Mercedes González de la Rocha,
del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología
Social (Ciesas).
En un análisis sobre los efectos que tienen en el país los empleos mal pagados, la experta detalla que en las franjas de población de menores ingresos
hay una reducción importante en el consumo de alimentos considerados de primera necesidad, así como falta de acceso a la educación y a servicios de salud.
Indica que, además, el trabajo informal en la economía familiar tiende a subir y que el modelo económico actual disminuye las oportunidades de subsistencia para los pobres.
Esto es porque hay una tendencia en la disminución del empleo asalariado, protegido o con seguridad social, lo que implica un cambio en la organización social de los hogares menos favorecidos, que modifican sus estrategias de generación de ingresos.
La investigadora del Ciesas señala que esta precarización del empleo provoca que incluso algunas de las familias más pobres del país, en el intento de hacer frente a la adversidad económica,
pueden recurrir a cualquier medio para sobrevivir, lo que incluye actividades ilegales, como tráfico de drogas, robo e incluso que se incremente la prostitución.
González de la Rocha, quien tiene más de 25 años de experiencia en el desarrollo de estudios sobre la pobreza, en antropología urbana y del trabajo, señala que
un empleo precario deteriora fuertemente la cohesión social, genera distanciamiento entre la familia y las amistades y provoca la pérdida de confianza en las distintas instancias del gobierno, partidos políticos, líderes comunitarios y la policía.
Incluso, la manera de enfrentar las crisis económicas de los mexicanos ha cambiado, ya que
en los años ochenta todavía se vivía un importante intercambio social a través del uso intensivo de redes de apoyo, ya sea familiares o de amistades, pero esto ha disminuido en la actualidad, pues el individuo se aísla porque el empleo precario impide retribuir el apoyo que se le ha otorgado.
En cambio, hoy día la economía actual disminuye las oportunidades de
subsistencia para los pobres, porque hay una tendencia a que disminuya
el empleo asalariado, protegido o con seguridad social, lo que implica
un cambio en la organización social de los hogares menos favorecidos,
que modifican sus estrategias de generación de ingresos.
La investigadora elaboró el estudio Ajustes privados: Respuestas de los hogares a la erosión del trabajo,
donde señala la situación que prevalece en países como Indonesia,
Uganda, Bulgaria, Mongolia y México, entre otros, y establece que la
precarización del empleo provoca que la franja menos favorecida de la
población pueda llegar a realizar actividades ilícitas.
Señala además que la proporción de hogares que reducen la cantidad y
calidad de los alimentos consumidos es muy importante, y se hace más
evidente entre los pobres, esto es porque
casi la mitad de los hogares pobres de las zonas rurales y seis de cada 10 en las urbanas están comiendo pequeñas cantidades de vegetales, frutas, pescado, carne y otros alimentos ricos en proteínas, los cuales han sido sutituidos por maíz y otros cereales de bajo costo, según planteó la doctora.