MÉXICO, D.F. (apro).- La participación de la sociedad civil en
México, que cada día se acrecienta más, ha logrado sacar al gobierno de
su búnker, afirma la revista británica The Economist en un artículo
publicado este viernes.
Los métodos de las Organizaciones no Gubernamentales (ONG), subraya,
incluyen campañas de “nombrar y avergonzar”, que corren bien en los
medios sociales, y en los últimos meses, después de la desaparición de
los 43 normalistas de Ayotzinapa, Guerrero, y tras las acusaciones
generalizadas de corrupción, sus acciones han sido destacadas.
Convencieron al gobierno de Enrique Peña Nieto a ir más allá de lo
que originalmente quería en una reforma anticorrupción, apunta la
revista, y resalta una declaración del panista Fernando Rodríguez Doval,
uno de los redactores de la ley: “Yo iría tan lejos como para decir
que, sin ellos, esta reforma no habría ocurrido”. La publicación no
recupera las posiciones que minimizan tal logro.
Lo que si resalta The Economist, es que en México hay ahora ONG más
especializadas (tecnócratas, las llama) y otras VIP con ligas fuertes
con el gobierno. Pero también están los grupos civiles que han metido
presión en las calles a temas como el de los 43 estudiantes
desaparecidos, los conflictos de interés y la corrupción, destaca.
Estas ONG, sostiene, tienen hoy una voz, aunque dependen de los
medios (prensa y redes sociales) para difundirla con éxito. Pero han
logrado, como sucedió con las protestas en las calles contra Enrique
Peña Nieto por la muerte de los 43 estudiantes y por el papel de su
esposa Angélica Rivera en un potencial escándalo de conflicto de
intereses, sacar al gobierno de su búnker.
La publicación resalta el caso de Viridiana Ríos, una activista de 32
años de edad que se crió en los suburbios pobres de la Ciudad de
México, pero no es de izquierdas. Se educó en Harvard y utiliza el
análisis, estadísticas y campañas en medios sociales a favor de un
gobierno limpio.
“En lugar de adoptar las tácticas de los agitadores entusiastas de la
calle, es parte de un movimiento de ‘expertos’ de la sociedad civil que
está adquiriendo gran influencia en México. Sus armas son hechos y
argumentos sólidos. ‘Somos la tecnocracia de la sociedad civil’, dice
ella”.
En abril, grupos sociales presionaron con éxito para abrir el acceso a
la información gubernamental y también lanzaron un “observatorio civil”
para supervisar la construcción de un nuevo aeropuerto cerca de la
Ciudad de México, dice la publicación inglesa.
El gobierno asegura que tendrá un costo de 169 mil millones de pesos
(11 millones de dólares), pero no ha dicho dónde está el dinero y de
dónde vendrá. “Y una organización, Mexicanos Primero, encabezada por un
miembro de una familia industrial prominente, está tomando acciones
legales para obligar a la Secretaría de Gobernación a no ceder a los
profesores radicales que se oponen a una reforma de la educación”.
The Economist sostiene que los métodos de las ONG incluyen campañas
de “nombrar y avergonzar” que corren bien en los medios sociales. México
¿Cómo Vamos? ha diseñado –por ejemplo– un “alcoholímetro”
anti-corrupción, y muestra en tiempo real cuáles estados han aprobado la
reforma anticorrupción. Diez de los 32 estados ya habían ratificado.
Recientemente, añade, dos organizaciones no gubernamentales, el IMCO y
Transparencia Mexicana, crearon una plataforma llamada Tres de tres,
que anima a los candidatos en las elecciones legislativas del próximo 7
de junio al ir más allá de los requisitos legales y hacer públicos sus
activos, los intereses y las pruebas de que pagan impuestos.
“La cabeza del IMCO, Juan Pardinas, dice que el objetivo es superar
una crisis de credibilidad política en México. Se insta a los votantes a
enviar tweets a los candidatos donde dicen que los apoyarán sólo si
aportan la información. Para el 29 de abril, 100 políticos habían
respondido, incluyendo nueve candidatos a gobernador”.
Agrega: “No ha sido fácil para las organizaciones no gubernamentales
alcanzar esta influencia en un país donde la élite tecnócrata brinca
automáticamente a formar parte del gobierno. Durante gran parte del
siglo XX, el Partido Revolucionario Institucional (PRI), de Peña Nieto,
ha cooptado la sociedad civil. Su mal manejo en los esfuerzos de rescate
tras el terremoto de México de 1985 produjo un aumento del activismo de
base. Grupos de la sociedad civil ganaron mayor prominencia por luchar
contra el fraude durante las elecciones en los años 1988 y 1994, hasta
que el PRI finalmente perdió sus 72 años en el poder, en 2000”.
Según la revista británica, “después de un período de calma, el
número de ONG creció de nuevo por los problemas de seguridad interna de
México, que aumentaron a finales de los 2000. Algunas, con el apoyo de
grupos empresariales mexicanos, se convirtieron en altamente eficaces
para lograr que el gobierno hiciera frente a la violencia relacionada
con las drogas en ciudades del norte como Ciudad Juárez y Monterrey”.
No obstante, resalta, hubo, una división social, de acuerdo con Juan
Salgado del CIDE. “Debido a que los delitos violentos afectaron tanto a
ricos como a pobres, grupos de víctimas con dinero hicieron conexiones
poderosas con el gobierno. Él (Salgado) les llama las ‘ONG VIP’. Las
organizaciones sociales anti-crimen tienden a ser más pobres, más
ideológicas y más centradas en las causas de la delincuencia y en los
derechos humanos. Y tienen eco más fuerte en las protestas callejeras
que en el gobierno”.
Las organizaciones sociales, apunta, pueden desdeñar a sus hermanos
más tecnocráticos, etiquetarlos como títeres neoliberales y
gubernamentales. “De hecho, algunos de sus líderes son graduados del
ITAM, una de las más prestigiosas universidades de México, que desprecia
los sesgos ideológicos que afligen a la mayoría de las otras. Se
inculca un enfoque basado en la evidencia”.
Los tecnócratas, puntualiza, tienen un pragmatismo que hace que su
agenda sea difícil de precisar. Por ejemplo, el IMCO apoya la reforma
energética, al igual que los negocios, pero también hace campaña contra
la obesidad, de la que se culpa en parte a la industria alimentaria.
Sobre la corrupción y la transparencia, dice, muchas ONG se han unido
y también dependen de los movimientos de ciudadanos para poner al
gobierno a la defensiva, como las protestas en las calles del año pasado
contra Peña Nieto por la muerte de los estudiantes y por el papel de su
esposa en un potencial escándalo de conflicto de intereses.
Estos incidentes obligaron al gobierno a salir de su búnker, dijo a
The Economist Luis Rubio, jefe de CIDAC, un grupo de expertos. “Ellos
tienen un nuevo pragmatismo. Al final se dieron cuenta de que
necesitaban cierta legitimidad”.
Sin embargo, sostuvo Rubio, las ONG necesitan. Y Viridiana Ríos lo
explicó así: “Tenemos una voz. Pero la prensa y las redes sociales son
nuestro megáfono”.