
Será una legislatura de
trámite. Ya no habrá grandes proyectos de reformismo, sino una cruda
administración de la realidad, sobre todo en cuanto a graves desfases
presupuestales, y desde ahora los partidos están pensando en la
siguiente elección presidencial. Esos partidos, en general (más allá de
sus discursos), han ido confeccionando sus listas de candidatos a las
diputaciones federales con la vista puesta en sus arreglos internos, en
las cuotas para grupos
y en la conservación intacta del sistema político vigente, sin atender las nuevas necesidades del país y sin entender la urgente demanda de cambios profundos.
y en la conservación intacta del sistema político vigente, sin atender las nuevas necesidades del país y sin entender la urgente demanda de cambios profundos.
Los Pinos ha aprovechado el intermedio en la función para ajustar
algunas piezas. Se van a San Lázaro los dos dirigentes del
Revolucionario Institucional, César Camacho Quiroz e Ivonne Ortega,
quienes han ocupado respectivamente la presidencia y la secretaría
general de ese partido, con el primero como aspirante natural a
coordinar la bancada de tres colores y a ejercer el control de la Cámara
de Diputados si se cumple la muy extendida percepción de que PRI, PVEM y
Panal mantendrán o incluso podrían incrementar la franja mayoritaria.
La cúpula gobernante invertirá y hará lo que sea necesario para que en
estos comicios haya una presunta convalidación ciudadana de la gestión
de Peña Nieto, a partir de promesas de cambio, reformulaciones como el
efectista Sistema Nacional Anticorrución, golpes propagandísticos como
la detención de La Tuta, el uso de recursos públicos (aunque
Lorenzo el amable se tome fotografías con Rosario Robles y firme
convenios de papel volando) y el sostenimiento con alfileres de una
apariencia de mínima estabilidad económica que pasando las elecciones
podría deshacerse como burbuja que es.
El PRI ni siquiera se esmeró en aparentar que en algo ha cambiado
para bien. En sus listas de candidatos llaman la atención casos de
alarma como el de Carmen Salinas, la actriz lagunera siempre proclive al
partido de tres colores, pero también deslizó a María Guadalupe
Alcántara Rojas (presidenta de la Unión de Asociaciones de Mujeres
Mexiquenses), cuyos apellidos coinciden con los del empresario favorito
del sexenio, Roberto Alcántara Rojas, presidente del Grupo Toluca.
Incluyó el tricolor en sus listas de privilegio a Guillermina de la Torre (llamada la zarina de la basura), madre de Cuauhtémoc Gutiérrez, el ex presidente del comité directivo del PRI en el Distrito Federal, con lo que confirmó que se mantiene a salvo el conjunto de intereses y complicidades que parecían haberse derrumbado con el escándalo de índole sexual que afectó a ese dirigente.
La defensa del sindicalismo corporativo tuvo espacios en las listas priístas para San Lázaro, con varios dirigentes postulados. También se promueve el peor estilo de
comunicación social, el practicado por David López, manejador de presupuestos desde Toluca para promover con contratos o sin ellos al entonces gobernador Peña Nieto a nivel nacional y luego coordinador de esa área de control periodístico en Los Pinos. A López se le colocó en el primer lugar de su circunscripción y se le enfila a la candidatura priísta de Sinaloa, como prioridad peñista. Otros encaminados a candidaturas de gubernaturas de sus estados podrían ser el yucateco Jorge Carlos Ramírez Marín (quien dejó la Sedatu al cansado Murillo Karam, una secretaría que en manos hábiles para los negocios, y con agradecido permiso superior para hacerlos, podrá ser una mina de oro en lo que resta del sexenio) y la guanajuatense Bárbara Botello. Destacan igualmente los hijos de Emilio Gamboa y de Manlio Fabio Beltrones (el yerno de éste, Pablo Escudero, esposo de la ahora candidata priísta Sylvana Beltrones Sánchez, es senador por el PVEM). Una reaparición notable es la del sinaloense Enrique Jackson, quien ha dedicado los años recientes de su desierto político a asesorar ejecutivamente (corresponsable de mucho de lo malo que allá ha sucedido) al desgobernador de Veracruz, Javier Duarte.
A reserva de tocar con detalle los casos de los demás
partidos, llama la atención el nuevo perfil de la empresa de Dante
Delgado, antes llamada Convergencia y ahora Movimiento Ciudadano.
Marcelo Ebrard buscó ser postulado por el PRD y luego por Morena, pero
acabó siendo recibido por el MC para hacerlo candidato a diputado
federal en primera posición de la lista que le corresponde, con lo cual
tiene asegurado el ingreso a San Lázaro, aunque resta saber el desenlace
de las acusaciones penales relacionadas con la línea 12 del Metro.
Ebrard tendrá como compañeros de campaña, y luego en San Lázaro, a
personajes muy distantes de las propuestas de renovación y modernidad
política que había enarbolado. Por ejemplo, Manuel Espino, el
saltimbanqui derechista alineado con Vicente Fox que fue presidente
nacional del PAN, peleó con Felipe Calderón e intentó fallidamente
construir su propio partido. O Rafael Ochoa, a quien Elba Esther
Gordillo usó como dirigente de paja del SNTE, aunque luego el
veracruzano acabó distanciado de la chiapaneca. O la ex senadora
perredista Claudia Corichi, hija de la poderosa y multipartidista Amalia
García (recuérdese que las dos constituyeron la pareja gubernamental de
Zacatecas, acusada de haber hecho negocios abundantes a partir del
presupuesto de aquella entidad. También es memorable la grabación de una
llamada telefónica en la que Corichi ofrecía al entonces candidato a
gobernador de Guerrero por el PRD, Ángel Aguirre Rivero, apoyo fuerte
que incluía a algunos
locosespecialistas en elecciones). El esposo de Corichi, Eugenio Govea, ex presidente estatal del PAN en San Luis Potosí, es candidato a gobernador por el propio MC.
De visita oficial en Reino Unido, mientras tanto, Enrique Peña Nieto
se afanó en esbozar que sí entiende lo que allá y acá se ha dicho que no
entiende. Dijo al Financial Times que en México hay
incredulidad y desconfianza, y que es necesario
reconsiderar hacia dónde nos dirigimos. Pero reiteró que sigue sin entender, pues estimó que con sus propias políticas actuales puede remontar la crisis. ¡Hasta mañana!