lunes, 2 de junio de 2014

En el DF, la ira por el agua

El Distrito Federal enfrenta una guerra por el agua. La batalla del 21 de mayo por la instalación de una tubería en San Bartolo Ameyalco esconde, además, otros problemas igualmente graves: la tendencia de los gobiernos locales a resolver los conflictos a garrotazos, las detenciones arbitrarias, la presencia de provocadores y la diferencia a la hora de atender a las comunidades pobres y a las ricas…
1 junio 2014 | Rosalía Vergara | Proceso
El 21 de mayo San Bartolo Ameyalco amaneció inundado de policías. Eran alrededor de 2 mil agentes y granaderos. Iban a proteger unas obras hidráulicas ubicadas a las afueras del pueblo, pero por alguna razón decidieron desplegarse en el centro de la localidad y cerrar los accesos. Horas después ahí se desataría una de las peores grescas por agua que hayan ocurrido en la Ciudad de México.

Días después de la batalla que dejó 200 lesionados y cinco detenidos, los habitantes exigen al delegado de Álvaro Obregón, Leonel Luna Estrada, que aclare los hechos, que respete el derecho a la autodeterminación y que justifique a cabalidad la obra hidráulica que conectará el Sistema Lerma-Cutzamala con esa zona, reconocida por sus recursos acuíferos. De hecho, Ameyalco significa “Lugar de manantiales”.

La gente de San Bartolo Ameyalco también está indignada por el uso de la fuerza pública para cercar e infiltrar a la población, amén de instalar, a golpe de tolete, una tubería de más de tres kilómetros.

La mayoría de la gente en San Bartolo no quiere hablar con los reporteros por “las mentiras que se dijeron en la televisión”. Sin embargo, algunos familiares de los cinco detenidos y encarcelados en el Reclusorio Oriente –acusados de agredir a los miles de policías– cuentan a Proceso el operativo, bajo condición de anonimato.

San Bartolo Ameyalco está ubicado al poniente del Distrito Federal, a un costado de Las Águilas y Santa Fe, zonas de nivel de vida mucho más alto. En las últimas décadas el crecimiento demográfico formó colonias en torno al poblado, y todas requirieron agua. Solían abastecerse con el manantial de San Bartolo, pero la demanda era excesiva. Desde 2002 las autoridades intentaron solucionar el problema. No tuvieron mucho éxito y el año pasado se desató la tensión por el resguardo y manejo del líquido.

En 2013, la delegación propuso dotar a toda la región con dos tomas de agua. Una provendría del manantial y otra del Sistema Lerma-Cutzamala, pero los bartolenses no aprobaron el plan. De cualquier modo, la obra se inició en el tanque Zacamulpa, por lo que en mayo de ese año los pobladores instalaron un campamento para evitar la construcción.

Actualmente los habitantes denuncian que colonias pobres, como Ixtlahuaca y Torres de Tepito, no tienen el servicio de agua, al contrario que en Villa Verdún, Rancho San Francisco y Ciudad de Santa Fe, fraccionamientos más adinerados.




El proyecto

La señora N., que vive sobre la avenida Camino Viejo a Mixcoac, cuenta que no tiene agua desde hace seis meses, que debe comprar garrafones de agua para uso personal y acopiar lluvia para los servicios básicos. Le urge que le instalen, dice, el Sistema Lerma-Cutzamala. Considera que “el pueblo de San Bartolo es muy egoísta” por no querer compartir su manantial.

–¿Desde cuándo ocurre esto? –se le pregunta.­

–Desde que empezaron la obra hidráulica. Ellos (los bartolenses) dicen que se quieren llevar el agua a Santa Fe.

Refiere que la delegación le prometió que, con el Lerma-Cutzamala, tendrá agua diariamente. Y no se explica por qué no han instalado el servicio si ya concluyeron la obra.

Según el proyecto Abastecimiento de agua potable para San Bartolo Ameyalco, partes media y alta, disponible en la página en internet de la delegación, la obra beneficiará a 15 mil habitantes, principalmente de la colonia Villa Verdún y a quienes viven sobre la carretera Camino Viejo a Mixcoac.

Indica que la población de San Bartolo Ameyalco es de 35 mil habitantes. Admite que el suministro tiene un déficit que los afectados solucionan comprando pipas.

El objetivo del planteamiento gubernamental es construir una red que se abastezca con el Sistema Lerma-Cutzamala a través del tanque Villa Verdún, mediante una planta de bombeo con capacidad de 20 litros por segundo. La delegación Álvaro Obregón asegura que no se mezclarán las aguas del Lerma-Cutzamala con las del manantial.

La agresión

A las seis de la mañana del miércoles 21 de mayo, los pobladores observaron la llegada de los granaderos de la Secretaría de Seguridad Pública del Distrito Federal. A las nueve miraron cómo cerraban las entradas y salidas del pueblo.

“Lo primero que hicieron los que entraron por la calle Camino Viejo a Mixcoac fue resguardar de Torres de Tepito e Ixtlahuaca hasta Cafeteros, que era por donde iba a entrar la maquinaria para abrir y meter la tubería. Al mismo tiempo bajaron por la avenida Desierto de los Leones y cercaron todo el pueblo. San Bartolo quedó en estado de sitio por los granaderos. No sabemos qué tenían que hacer en el centro del pueblo si la maquinaria estaba lejos”, recuerda Ámbar Jiménez, encargada de prensa de la asamblea de San Bartolo.

Pero los agentes sí sabían lo que hacían: evitar que los inconformes se organizaran contra una obra que, afirman, no requieren.

Jiménez cuenta su sorpresa cuando supo que nueve señoras, entre ellas sus tías, que viven en Cafetales, quisieron llegar al pueblo cuando escucharon las campanas de la iglesia avisando del movimiento de granaderos, pero alrededor de 100 elementos las encapsularon durante tres horas.

“A los vecinos nos agarraron de sorpresa. Esto deriva del 14 de febrero, cuando los habitantes se lograron reunir e impidieron que trabajara la maquinaria. Lograron evitar que perforaran la calle”, abunda Jiménez.

Los pobladores intentaron salir del pueblo y llegar a la obra. Chocaron con los policías y se desató la trifulca en la calle Francisco I. Madero. La vocera aseguró que los policías fueron los primeros agresores.

“Los granaderos comenzaron a aventarles piedras a los pobladores del centro y, lógicamente, si te pegan no pones la otra mejilla. Entonces la población empezó a defenderse y es ahí donde se tuvo el primer conteo de heridos. Por la secundaria se ve claramente, porque existe un video, cómo los granaderos allanaron una casa para sacar a la gente que estaba ahí. La casa está en la esquina de la calle Purísima y Camino Viejo a Mixcoac”. También a una chica embarazada la golpearon, acusa; la dejaron en paz porque le dio una crisis nerviosa.

“Los granaderos no mostraron en ningún momento que estuvieran en el marco de la ley. Todo el tiempo fueron muy prepotentes”. En cuanto a las agresiones contra policías, reconoce que el pueblo no se mostró “muy pacífico”, pero arguye que fue la respuesta obvia al ataque de los granaderos.

“Mientras se daban los enfrentamientos, la maquinaria y los trabajadores abrían, metían los tubos y volvían a pavimentar”, continúa la mujer. La obra fue concluida alrededor de la una de la madrugada. Sólo en ese momento los antidisturbios se replegaron.

“Hace dos años, cuando Leonel Luna entró a la delegación, revivió el problema. El año pasado empezaron a venir los ingenieros a plantear que eran los supuestos representantes de una obra hidráulica para instalar el Sistema Lerma-Cutzamala”, rememora.

En ningún momento la delegación les mostró el proyecto, menciona, por lo que sospechan que las tuberías podrían jalar agua tanto del Sistema Lerma-Cutzamala como del manantial. Los habitantes se preguntan por qué quieren instalar la tubería en Camino Viejo a Mixcoac –que está cerca de Santa Fe– cuando hay otras colonias que no tienen suministro desde hace por lo menos seis meses.

La delegación Cuajimalpa, según cuenta, ya le quitó las fuentes de agua a San Mateo Tatenango para abastecer zonas residenciales. En San Bartolo temen algo parecido.

Paralelamente, Ámbar Jiménez rechaza las declaraciones del delegado Luna Estrada, quien acusó a los piperos del enfrentamiento. Ella argumenta que sólo conoce a un señor que tiene pipas, pero no las abastece de los manantiales. Además hay una pancarta en el centro del poblado con el siguiente mensaje: “Leonel y Mancera: los piperos no se oponen a ningún proyecto que beneficie a su pueblo. Leonel Luna Estrada, no nos culpes injustificadamente. No mientas”.

El pueblo no se niega a dar agua a quien la necesite, puntualiza, pero si la delegación asevera que ya es insuficiente, los habitantes exigen que les muestren los estudios que confirmen la carencia y los proyectos de solución, y que se realicen programas sustentables.



Los presos

Un familiar de Eduardo Mejía Nava, uno de los cinco detenidos por presuntas agresiones a los policías, no se explica qué hacían los granaderos dentro del pueblo cuando la tubería está sobre el Camino Viejo a Mixcoac, lejos del centro:

“Yo defiendo el argumento de que aquí los agredidos fuimos nosotros, todo el pueblo en general: lo único que hicimos fue defendernos.”

Al preguntar sobre las agresiones de los inconformes hacia los uniformados, un pariente de José Juan González Martínez, otro encarcelado, comentó que a su familiar lo detuvieron alrededor de las 10 de la mañana, cuando aún no había ningún enfrentamiento.­

“Pasé por aquí, por la calle Olivar de los Padres, como a las seis de la mañana y ya estaban las calles repletas de granaderos. No sabíamos a qué venían. Nos dimos cuenta cuando estaban todos aquí plantados. José Juan iba camino a la escuela y por pasar por donde estaban los granaderos lo detuvieron. Tomaron fotos, tenemos videos de cuando se lo llevan y no había ningún agredido. No había nada”, se queja.

Narra que por la calle Francisco I. Madero llegaron muchachos con mochilas, bats, marros y palos, preparados para agredir, y especifica que nadie del pueblo los reconoció en las grabaciones. Sostuvo que esos fueron los provocadores.

“De los que agarraron, y se puede ver en los videos, ninguno es de los cinco detenidos. Además cometieron tantas arbitrariedades… Ya nos dijeron que la orden venía desde arriba y que no los van a soltar.”

Otra señora, cercana al capturado Alberto Miguel Pérez Linares, dice que éste salió de su casa rumbo a una cita de trabajo, pero los policías no lo dejaron pasar. “Él es un hombre muy responsable. No tiene ni un vicio. Eso es lo que más duele, es padre de tres mujeres, para él esto es muy difícil. No sabemos dónde está la justicia”, reclama. Los familiares comentan que ninguno de los detenidos es pipero.

Otro caso es el de Gerardo Gutiérrez García, aprehendido cuando regresaba de trabajar. Fue golpeado severamente por los granaderos. La gente gritó que lo dejaran en paz, pero lo “desaparecieron” durante horas. Al fin lo hallaron en la Agencia 50 de la colonia Doctores y José María Vértiz.

“Él no pertenece ni a un grupo político ni a una organización de piperos ni de anarquistas ni nada. Ha sido un padre ejemplar con sus hijos y fue severamente golpeado”, añade un hombre, pariente suyo.

Todos los entrevistados responsabilizan al delegado Leonel Luna Estrada por los recientes acontecimientos. Sostienen que con sus obras interrumpió “la paz de un pueblo”.

Fuente: Proceso