domingo, 11 de mayo de 2014

Electricidad: sí, pública e integrada

Antonio Gershenson | Opinión-la Jornada
Son muchas las propuestas que se hacen de quienes quieren beneficiarse, o seguir beneficiándose, de la industria eléctrica. Lo primero debe ser que se beneficie a la nación y a la propia industria. Es básico que se cuente con una gran estructura productiva de la electricidad. Vamos a partir de las primeras grandes ramas. Una es la gran hidroeléctrica de los ríos interconectados como Chicoasén, La Angostura, Malpaso y Peñitas, pero interconectadas con generadores de viento en la región de La Ventosa.
Ambas fuentes de energía se complementan. Las hidroeléctricas generan más cuando llueve, en tiempo de lluvias que en general es mayor en verano, y las fuentes que generan con el viento cuentan más con él en invierno. De ahí que las dos fuentes combinadas van a generar más electricidad. Además, grandes fuentes de generación van a generar más electricidad.

Hay lugares importantes receptores de viento, cuya velocidad promedio anual llega a 17.5 metros por segundo, equivalentes a 63 kilómetros por hora, que tienen una capacidad enorme de generación de electricidad.

Las hidroeléctricas del Grijalva tienen una capacidad del orden de 4 mil MW. Serían de 2 mil a 4 mil aerogeneradores.

Para evitar los problemas de falta de estabilidad que se han dado con las líneas de transmisión que vienen de lugares lejanos, que en este caso sería el suroeste, es necesario usar líneas de transmisión de súper alto voltaje, 800 kilovoltios, de corriente continua. Estas líneas no las hay en México, como tampoco hay algunos tipos de plantas, pero sí, por ejemplo, en países del llamado primer mundo o en China (Siemens y ABB). Estas líneas son muy eficientes y muy estables.

Es, como decimos, con grandes volúmenes de generación de electricidad, y no con generadores menores con extranjeros, como se logra alta calidad y bajos precios.

Nos ocupamos ahora de la geotermia. Hace décadas fueron construidos varios generadores de electricidad con energía del subsuelo. Aunque se usaron materiales inadecuados, se pudo generar electricidad durante años, y era una electricidad muy barata, que no requería ningún combustible y su costo era más bajo que, por ejemplo, el obtenido con gas o con otros combustibles.

Hace pocos años, luego de haberse dejado de construir estas plantas, o casi, se empezaron a cerrar varias de las más antiguas.

Ya no por la Comisión Federal de Electricidad (CFE), sino de una tesis de maestría del Cicese (Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada), se observó una intensa actividad magmática debajo de las cuencas Salsipuedes Norte y Salsipuedes Sur. En la misma tesis se habla de 220 kilómetros de la ubicación de esa actividad.

Dependiendo de las sustancias corrosivas y de su temperatura, serán las superaleaciones que se usen, que contienen entre otros materiales níquel, cromo y titanio. La CFE, al no usar estos recursos, causa corrosión en partes de las plantas que ha instalado. En México ya se producen superaleaciones.

Esto permite que el vapor sea más caliente que el que usa la CFE (200 grados), como los 530 grados que usa una turbina comercial de vapor, o incluso más de 600 grados para las más modernas. Aunque el costo aumente, el aumento de la eficiencia hace al proyecto más económico que los que ha instalado CFE.

Ejemplos de unidades quitadas por la CFE, geotermoeléctricas, por 75 MW, en la planta Cerro Prieto (la mayor del país), y por 3 MW en Los Azufres. Estas son consecuencias de no emplear medios mencionados, como las superaleaciones.

Lo anterior muestra que las geotermoeléctricas, bien desarrolladas, pueden ser, con la cantidad mencionada de energía, la base de generación de energía en el área.

Fuente: La Jornada