martes, 16 de julio de 2013

De pretextos y “rutas” / ¿Pemex “globalizado”? / La fábula de Petrobras

México SA-Carlos Fernández-Vega
El pretexto de los modernizadores” es el de siempre, y también la “necesaria ruta a seguir” por ellos promovida. El primero insiste sobre la presunta falta de recursos públicos para hacer más productivo al sector petrolero (aún) nacional, y la segunda se refiere a la “exitosa” decisión del gobierno brasileño (el de Fernando Henrique Cardoso) de “globalizar” Petrobras, por lo que “México debe seguir ese modelo”. Por enésima ocasión -desde que el actual inquilino de Los Pinos hizo pública su intención de “modernizar” a Pemex– “líderes” políticos y empresariales, más opinadores oficiales y oficiosos, han activado el desgastado guión del pretexto y la “ruta a seguir”.
Entre lo más reciente se cuenta el señalamiento del Consejo Coordinador Empresarial, el cual “advierte” que para los fines señalados “se requerirá una importante cantidad de recursos con los que no cuenta el sector público, sin olvidar que la renta petrolera se canaliza a todo menos a la modernización del sector”.

Pues bien, ya que entre empresarios se entienden (cuando menos eso es lo que dicen), vale retomar un análisis que sobre Pemex y los recursos públicos divulgó la trasnacional Citigroup-Banamex cuando, en 2008, el inenarrable Felipe Calderón encabezó otra intentona por privatizar el oro negro nacional, utilizando para ello el mismo pretexto y la “ruta a seguir” que ahora presentan como novedosos. Eran los tiempos del “tesorito enterrado”, y a esa institución bancaria se le puede acusar de todo, menos de ser anti privatizadora y/o proclive al estatismo, de tal suerte que es menester recordar la conclusión a la que llegó, que en síntesis es la siguiente: “Petróleos Mexicanos es la petrolera más rentable del mundo, si cambia su régimen fiscal” (La Jornada, Roberto González Amador;

Lo anterior tira por el caño el sobado pretexto de que la paraestatal “no cuenta” con recursos suficientes para su desarrollo, y que se hundiría sin capital privado. El citado análisis subraya: “Pemex está en condición de convertirse en la empresa energética más rentable del mundo, simplemente con modificar su régimen fiscal e igualarlo con el de las grandes trasnacionales de la industria… Al sustituir la carga fiscal de Petróleos Mexicanos por la del promedio ponderado de las diez empresas petroleras más importantes del mundo, tanto públicas como privadas, la mexicana pasó de una pérdida neta en 2007 a una utilidad también neta que la situó en el primer lugar de la muestra”.

Nada parecido a que “no tiene recursos”. Detalla Banamex: “en 2007 (y la historia se repite año tras año), la paraestatal reportó una pérdida neta por sus operaciones equivalente a mil 484 millones de dólares, aun cuando los precios internacionales del crudo llegaron ese año a niveles jamás vistos. Pero con un régimen fiscal similar al de las diez mayores compañías energéticas del mundo, Pemex hubiera tenido ese año una ganancia neta equivalente a 31 mil 73 millones de dólares”.

Con ese monto, “se habría ubicado como la segunda de mayor ganancia en el mundo, debajo de Exxon Mobil –que obtuvo 40 mil 610 millones de dólares– y en un rango similar a Shell, que logró en ese ejercicio 31 mil 331 millones. Más abajo, en cuanto a rendimiento, están Petrochina, que en 2007 ganó 19 mil 140 millones de dólares; Chevron, con 18 mil 688 millones, y Petrobras, con 12 mil 145 millones”. De ese tamaño es el potencial de recursos propios de la citada paraestatal.

Lo anterior por el lado del pretexto de siempre (“recursos con los que no cuenta el sector público”. Por el de la “ruta a seguir” y la “exitosa globalización” de Petrobras, también vale retomar la denuncia que por los mimos días hizo el entonces presidente brasileño, Luiz Inacio Lula da Silva, del descubrimiento de vastos yacimientos de oro negro en el estado de Espíritu Santo (que serían las mayores reservas de América después de las venezolanas), a los que calificó como “una bendición de Dios”, cuyo usufructo “deberá ser volcado para combatir la pobreza y mejorar la educación”.

Por aquellos días Lula se quejaba de que “la mayor parte de las ganancias de Petrobras se queda en manos de inversionistas privados en Nueva York”. El mandatario lo planteó así: “¿saben por qué yo quiero discutir ahora para dónde va ese dinero? Porque si no discutimos, los mismos de siempre, que siempre ganaron mucho, van a querer apoderarse de ese dinero antes de que llegue a las finalidades nobles que queremos en este país. (Actualmente) 62 por ciento de los dividendos de toda la inversión, de toda la renta de Petrobras, son pagados en la bolsa de Nueva York”.

Por lo anterior, anunció Lula, “mi gobierno modificará la ley del petróleo con tres premisas básicas: la primera de ellas es que Brasil no será exportador de crudo; vamos a exportar derivados de petróleo para ganar más dinero para el país; el dinero que se obtenga será para saldar la deuda histórica con la educación, la ciencia y la tecnología, y la tercera cosa que necesitamos resolver es el problema de la pobreza. Obviamente que no sabemos cuánto petróleo tenemos; lo imaginamos”. Pero si aparentemente el Estado brasileño “controla” Petrobras, el hecho es que “buena parte de sus acciones están en libre circulación” y las utilidades se quedan en la capital financiera estadunidense.

Y Lula modificó la legislación, pero quedó corto: incrementó la propiedad estatal de 32 a 48 por ciento, pero el resto se reparte entre Estados Unidos y bancos privados brasileños. Como bien ha explicado Fernando Siqueira, vicepresidente de la Asociación de Ingenieros de Petrobras, “es una falacia el discurso de que Petrobras fue exitosa a partir de su apertura en 1997… las compañías extranjeras pasaron a ser propietarias de 100 por ciento del petróleo (brasileño) producido por ellas, y sólo pagaban 10 por ciento de impuestos”.

Para Petrobras, subraya Siqueira, la apertura a la iniciativa privada “fue mala, porque pasó a ser controlada y sus acciones vendidas en la bolsa de Nueva York. Petrobras no se hizo global, sino que se privatizó y el control quedó en manos privadas foráneas, justo cuando en territorio brasileño comenzaron a descubrir, uno tras otro, enormes yacimientos petrolíferos. Ahora Petrobras tiene que hacer sus planeaciones escuchando la opinión de los accionistas extranjeros. Pasamos a tener interferencia de accionistas extranjeros en el área más estratégica para el país”.

Las rebanadas del pastel

Sirva el contexto anterior para pensar en el tipo de “modernización” que se cocina en el sector petrolero (aún) nacional.

Fuente: La Jornada