miércoles, 7 de noviembre de 2012

La jubilación

Camilo Ramírez Garza - Opinión EMET
Dadas las condiciones laborales y económicas actuales: la extensión de los años de trabajo, la desaparición de la seguridad social y la instauración del trabajo por honorarios, etc. quizás en poco tiempo, si no es que ya, desaparecerá la jubilación.
Por los que para muchas personas, la vida laboral, terminará por coincidir en su totalidad con el tiempo de vida. Esto tendrá consecuencias, tanto económicas como subjetivas. Sin embargo, todavía en la actualidad millones de trabajadores pasan de la vida laboral al -¿disfrute?-de su jubilación.

Quienes se jubilan emprenden una experiencia que plantea, por un lado, el disfrute del tiempo de descanso –justo y necesario- después de una larga vida laboral, ahora se trata de “cosechar los frutos” del trabajo –se dirá, y por el otro, confrontarse con una nueva condición de vida: pasar del ajetreo laboral del día a día, donde se cumplían funciones determinadas, las cuales otorgaban referentes específicos: ser ingeniero, médico, policía, maestro, etc. a dedicarse más tiempo a otras actividades en la casa y/o actividades sociales.

No es raro que dicho pasaje, del ámbito laboral al de la jubilación, sea vivido por algunos con incertidumbre y dolor, como una pérdida, como un duelo, pues se ha dejado algo de sí tras esos años laborales, y ahora no se encuentran las formas de retomar o reinventar nuevas vías de hacer algo con el tiempo libre, por lo que en muchos casos, la persona que se jubila se confina al sillón frente al televisor y de ahí a terminar en breve tiempo su existencia. Esto, aunque suene muy dramático, es parte de lo que muchos trabajadores al jubilarse experimentan: detrimento de la salud física, deterioro cognitivo, síntomas depresivos, etc. No por nada la diabetes y los infartos al miocardio, así como las embolias tienen una alta incidencia en personas que habiendo perdido el referente laboral que daba organización y soporte a su existencia, no logran enlazarse a otras actividades que les desarrollen creativamente, divirtiéndolas más allá de la comida y la bebida, por lo que terminan consumiéndose a sí mismo en el consumo.

“Es en el juego y solo en el juego que el niño y el adulto como individuos son capaces de ser creativo…y sólo al ser creativo el individuo se descubre a sí mismo” (Donald Winnicutt) ¿Y qué tal si se pensara la jubilación como un juego nuevo? Más allá o más acá de la pérdida de referentes laborales que otrora organizaran la vida, la posibilidad de ahora, “llenar” con algo diferente (una pasión nueva, antigua, etc.) para desarrollar una posición activa ante la vida actual, apropiarse del tiempo presente de otra forma, como por ejemplo, retomar un viejo reto/proyecto que aguarda a la espera de ser realizado.

Vivir para la nostalgia (el dolor por el retorno) es en cierta forma perder el instante que posibilitaría realizar aquello que se desea hacer, sin embargo también se puede decidir vivir así: vivir para recordar, pues recordar es vivir. Sin embargo para muchos adultos mayores anclarse al solo recuerdo de las viejas batalles, consiste en experimentar un sin sentido del tiempo y vida presente, por lo que cuando encuentran una pasión en el instante que viven, experimentan la vida (creativa) de  nuevo; entonces han descubierto la falacia de “Chango viejo no aprende maroma nueva”