El cártel de los Beltrán Leyva de sus clientes VIP
DEA, PGR y la polícia española arman la "Operación Tacos"
En medio de la polémica por su participación en el esquema de presunto lavado de dinero empleado por el PRI para comprar votos y voluntades durante la elección presidencial, según ha denunciado el Movimiento Progresista, el grupo Monex ha mostrado que tiene una sólida posición en el medio financiero nacional, pero que, al mismo tiempo, no es una marca limpia por completo.
Quizá sería más acertado decir que esas cinco letras que componen el nombre de la empresa se asocian cada vez con más frecuencia al lavado de dinero del narcotráfico. Lo han confirmado las autoridades de Estados Unidos, México y ahora de España.
La policía ibérica echó a andar la Operación Tacos y desmanteló una organización de blanqueo de dinero sucio propiedad de narcos colombianos y de los hermanos Beltrán Leyva.
Y lo que encontraron la DEA, la Policía Española y la PGR es que a través de Monex se lavaron 100 millones de dólares sólo en 2004.
Esta es la historia de esa y otras casas de cambio, como Intercam, propiedad de un pariente político de Fernando Gómez Mont, a la sazón titular de la Secretaría de Gobernación, en las que los narcos encontraron una vía buena y confiable para lavar sus monedas.
Humberto Padgett | Emeequis
En materia de lavado de dinero, nadie mejor para dictar cátedra que los mismos que arman y aceitan esa inmensa maquinaria. Esta es la palabra jurada del narcotraficante colombiano Mauricio Bernal Palacios respecto a los movimientos del dinero ganado por abastecer Madrid y Barcelona con cocaína:
“Las transferencias extranjeras fueron enviadas de varios bancos de España a Union Bank en California. La mayoría de las ganancias de las drogas fueron canalizadas a través de dos casas de cambio, llamadas Intercam Casa de Cambio y Monex. Pablo (Lorenzo Ampudia, narcotraficante mexicano) tenía varias empresas que enviaban dinero a Intercam y Monex, aproximadamente 100 millones de dólares pasaron a través de estas casas de cambio en 2004”.
Las declaraciones forman parte del proceso seguido contra Guillermo Ocaña, un operador financiero de los hermanos Beltrán Leyva que utilizó a Monex para blanquear capitales del cártel producto de sus operaciones en Europa, y de cuyo expediente penal completo emeequis posee una copia.
En fojas y fojas de oficios rubricados por funcionarios de España, México y Estados Unidos;
declaraciones, cateos, reportes de incautaciones de dinero y droga está la historia de cómo Monex ha sido nutrida por empresas fantasma con millones y millones de pesos de recursos ilícitos.
En los últimos años, Monex, empresa financiera que supuestamente habría facilitado la dispersión de dinero para la operación del PRI durante el pasado proceso electoral, se ha visto además involucrada en el blanqueo de capitales relacionados con el ex gobernador Tomás Yarrington y su presunta sociedad con el cártel del Golfo. También con la ronda de millones de dólares del chino Zhenli Ye Gon.
La relación de hechos e historias aquí contadas es de cómo narcos mexicanos transformaron la cocaína colombiana vendida a clientes españoles en dinero limpio gracias a Monex y otras casas de cambio.
Además de Monex, otra empresa que atrae particularmente la atención es Intercam, entidad fundada y presidida por Luis Esteve de Murga, cuñado de Fernando Gómez Mont, ex secretario de Gobernación en los tiempos en que el cártel de los Beltrán Leyva convirtió a Intercam en un lavadero de capitales, de acuerdo con los mismos expedientes.
La Operación Tacos
El 1 de abril de 2008 la embajada estadunidense en México emitió un oficio que pinta de cuerpo entero la organización de narcotráfico trasnacional que operaba en Colombia, México, España y Estados Unidos.
El documento contiene la declaración del colombiano Mauricio Bernal Palacios una vez que fue extraditado a Estados Unidos. Y su palabra es de fiar para la DEA estadunidense, la Policía Española, la Procuraduría General de la República de México y jueces en los tres países.
Mauricio sabe de lo que habla: este hombre garantizó el abasto de toneladas y toneladas de cocaína transportada desde Cali, Colombia.
Las otras etapas del negocio, la reexportación de coca hacia España y el lavado de dinero obtenido en Europa, se ejecutaron en la Ciudad de México.
Para la construcción de este entramado, Mauricio Bernal colocó en enero de 2001 a Francisco José Antón Pérez, un viejo blanqueador de capitales, como comprador de la casa de cambio Intercontinental ubicada en la Colonia del Valle y a la que se renombró, tras su adquisición, como Ribadeo.
Unos tres años después, en enero de 2004, se sumó al negocio Pablo Lorenzo Ampudia Bernal, un traficante mexicano que aseguraba tener una ruta segura hacia España vía Barcelona, pero necesitaba compradores al otro lado del Atlántico, parte que resolvería un socio y paisano.
El negocio prosperó. ¿En qué dimensión? Mauricio Bernal lo deja claro al puntualizar sobre los movimientos de su dinero:
“Las transferencias extranjeras fueron enviadas de varios bancos de España a California. La mayoría de las ganancias de las drogas fueron canalizadas a través de Intercam y Monex. Aproximadamente 100 millones de dólares pasaron a través de estas casas de cambio en 2004”.
Desde Ribadeo, aportó la DEA, la organización lavó otros 160 millones de dólares entre 2007 y 2008.
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Otros detalles constan en un documento oficial español fechado el 31 de marzo de 2008 y suscrito por Jesús Espigares Mira, entonces agregado del Ministerio del Interior de la embajada de España en México.
El papel da cuenta de cuatro años de trabajo dentro de la “Operación Tacos”, como la policía española llamó oficialmente al lío de coca, euros y mexicanos en su país.
En octubre de 2004, los agentes españoles obtuvieron información sobre una sospechosa operación bancaria efectuada por cinco mexicanos a través de Ribadeo y simplemente siguieron la ruta del dinero.
Las características comunes de sus cuentas, todas abiertas en sucursales madrileñas, eran, por un lado, el ingreso de importantes cantidades de efectivo en euros, siempre depositando billetes falsos y, por el otro, el abandono de transferencias originadas en Barcelona.
El denominador común lo representaba un nombre, el de Guillermo Francisco Ocaña Pradal, mexicano naturalizado español, hombre clave en la colocación de Monex como parte del engranaje de esta asociación criminal y en la creación de empresas fantasma que alimentaron de dinero sucio a esa casa de cambio.
Siguiendo con el asunto de la venta de cocaína y los mecanismos de lavado en las casas financieras, la diplomacia española asentó en su escrito de 2008:
“Por lo que respecta a las sociedades radicadas en Barcelona y controladas por Guillermo Ocaña, se tiene comprobado que a través de las cuentas de dichas sociedades se han efectuado ingresos de efectivo por importe superior a los 78 millones de euros, fondos que se hacían seguir luego mediante transferencias al exterior y cuyos beneficiarios eran en su mayoría tres casas de cambio radicadas en México: Monex Casa de Bolsa, Monex Divisa e Intercam Casa de Cambio.
“A la hora de contar con los testaferros, Guillermo Ocaña iba acompañado en ocasiones de un tal Javier Cruz (una fotocopia del pasaporte de Javier Jesús Cruz Muller apareció en el registro del domicilio de Ocaña), quien se presentaba como representante en España de Monex Casa de Bolsa”.
A la par, los investigadores españoles obtuvieron información de la DEA respecto de las operaciones de una organización criminal existente en su país, pero dirigida desde México por el colombiano Mauricio Bernal.
La parte del negocio dedicada a la venta de coca guardaba relación directa con una sociedad catalana adquirida a principios de 2004 e inmediatamente renombrada como Marítima Istmo.
Desde su venta había realizado más de 40 importaciones desde México en cargamentos con un peso superior a las 173 toneladas, descritos como manufacturas de caucho para protección en barcos y vehículos. Su destino era el aeropuerto de Barcelona y el remitente siempre era el mismo, Hulera Marítima Istmo, su matriz mexicana.
La policía española esperó un momento oportuno, aseguró dos toneladas de cocaína oculta en defensas de caucho y pasó el balón a la PGR.
¿Qué ocurrió cuando las autoridades mexicanas acudieron al domicilio de Hulera Marítima Istmo en la elegación Benito Juárez?
Lo mismo que ocurrió cuando, recientemente, periodistas fueron a preguntar por las empresas que también habrían surtido a Monex para que el PRI operara la elección presidencial: nada.
Ni en el primer ni en el segundo caso existían las sociedades, sino empresas sin relación alguna. En el caso del negocio de la coca había un local llamado “Grafitis, diseño y publicidad”. La misma situación se presentó con otras dos empresas utilizadas por los narcotraficantes.
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El 5 de marzo de 2002, Adriana –un hombre que se convirtió en informante de la policía y al cual se le asignó ese nombre de mujer– declaró que trabajó para Pablo Ampudia y Mauricio Bernal en la transferencia y transportación de euros a México.
Adriana tiene importancia en esta trama porque en 2002 se asoció en la compra de la casa de cambio Intercontinental con José Francisco Antón Pérez. El testigo protegido compró 10 por ciento de las acciones, equivalentes a 200 mil dólares y participó en la arquitectura del circuito de blanqueo de capitales.
Adriana hiló los momentos de cuatro viajes a España para traer efectivo. Todas sus participaciones fueron exitosas y concluyeron con la entrega de maletas llenas de billetes en la oficina de Antón Pérez, quien a su vez trasladaba el efectivo a Pablo Ampudia.
Por conocer todos los detalles desde adentro es que Adriana resultaba confiable para la investigación judicial. Entre muchas cosas, Adriana detalló cómo era físicamente Guillermo Ocaña y qué contactos utilizaba para la organización. Dijo de él que era “gente” de un socio mexicano de Ampudia identificado en el expediente como El Tito, encargado de negociar el transporte de la droga de Colombia a México y “dueño –declaración de diciembre de 2005– de Finamex Casa de Cambio, ubicada en el Paseo de la Reforma, cerca de la Bolsa Mexicana de Valores”.
En octubre de 2003, Adriana volvió a España, esa vez acompañado de José Francisco Antón. Se reunieron con Ocaña, a quien el informante conocía desde mediados de los noventa, pues ambos ya operaban transferencias con Monex.
El informante aseguró que “Guillermo Ocaña Pradal fue quien armó la estructura para lavar dinero de Europa a México, desde hace aproximadamente dos años, creando empresas fantasmas en España; esta persona era representante de espectáculos de Televisa en España, con lo cual justificaba su presencia en dicha nación”.
“Supe, dijo, que el promotor de Ocaña en Monex era una persona de nombre Javier Cruz, quien le hacía sus transacciones de España a México y con pleno conocimiento de que eran producto de actividades ilícitas”.
Javier Cruz Muller, según la Policía Nacional de España, estaba realmente involucrado con las finanzas de los narcos. El presunto representante de Monex participó en la discusión sobre la recuperación de cinco millones de euros confiscados en efectivo en la terminal aérea barcelonesa.
La segunda ocasión en que se encontraron Adriana y Guillermo fue en el Distrito Federal, en la sede de Ribadeo. Hablaron de las cuentas y formas alternativas de transferir el dinero a México, pues, en ese momento, había problemas con Intercam y Monex.
Monex
Además de la Operación Tacos, Monex ha sido investigada por las autoridades antilavado por los casos Yarrington, en Tamaulipas, y del empresario de origen chino Zhenli Ye-Gon, bajo proceso de extradición de México a Estados Unidos por su supuesta actividad como importador de precursores para la elaboración de metanfetaminas.
Uno de los dueños de Monex y presidente del grupo financiero es Héctor Pío Lagos Dondé. Su currículum dicta que es egresado de contaduría pública y estrategia financiera del ITAM, carrera que cursó entre 1978 y 1981, según el listado de esa universidad privada de sus egresados distinguidos.
En los mismos años y en la misma rama profesional, el actual gobernador del Banco de México y ex Secretario de Hacienda, Agustín Carstens, cursó economía.
Esa misma carrera y en ese mismo tiempo cursó Luis Téllez, actual presidente de la Bolsa Mexicana de Valores, instancia a la que se ha solicitado abrir la información respecto al movimiento de recursos del PRI a través de Monex.
Hasta el momento, nada se ha transparentado sobre este asunto.
El Banco de México, la Secretaría de Hacienda y la Comisión Nacional Bancaria y de Valores otorgaron durante la actual administración su visto bueno para que Monex realizara una serie de fusiones y, así, convertirse en el grupo financiero que es hoy a pesar de los antecedentes de lavado de dinero descritos en estas líneas.
En noviembre de 2010, Monex estaba de fiesta. Celebraba su 25 aniversario en el mercado financiero. Durante estos 25 años hemos tenido muchos logros, sin duda también, mucho trabajo y retos. Estoy orgulloso de lo que hemos logrado”, enfatizó Héctor Lagos Dondé frente a Carstens.
El gobernador del Banco de México también tomó la palabra:
“Tenemos uno de los mejores mercados cambiarios del mundo, creo que tenemos el mejor mercado cambiario sin duda en Latinoamérica y quizá en muchos mercados emergentes”. Y mencionó a Monex: “En el negocio financiero el principal insumo es la confianza”.
En Monex no terminaban los festejos y, a fines de abril de 2011, menos de medio año después volvió a tener como invitado de honor a Agustín Carstens, esta vez por la inauguración de su nueva sede de negocios: la Torre Monex.
Al corte de listón se unieron Guillermo Babatz, presidente de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores en ese momento, y Gerardo Rodríguez, subsecretario de Hacienda y Crédito Público.
De Monex dijo Babatz: “Además del negocio cambiario, del que es líder indiscutible, ha establecido líneas de negocio con mucho potencial, que han sido más un esfuerzo de inversión y desarrollo de su estructura; y hoy es el momento en que parece que Monex tiene una gran oportunidad para hacer crecer esas líneas de negocio”.
El gobierno mexicano estaba a días de anunciar la postulación de Carstens a la titularidad del Fondo Monetario Internacional.
En ambas fiestas estuvo presente el otro socio de Monex, Héctor Lagos Cué, quien fuera acusado de fraude por más de mil millones de pesos en 1980, año en que pisó el Reclusorio Preventivo de Guadalajara.
Intercam
Adriana, el informante confidencial, también declaró que Pablo Lorenzo Ampudia era el verdadero dueño de los cinco millones y medio de euros confiscados en el aeropuerto de Barcelona.
“Pablo Ampudia tiene aproximadamente tres o cuatro años llevando y vendiendo cocaína en España, obteniendo ganancias aproximadas de 40 millones de euros mensuales, mismos que son enviados a México a través de movimientos financieros, utilizando las casas de cambio Ribadeo e Intercam”.
Muchos años antes de Adriana contara el uso de Intercam como una herramienta para lavar dinero, esa casa de cambio, en realidad uno de sus socios, salió a relucir en otro expediente penal.
Corría el 9 de julio de 1992 y un hombre llamado Nicolás Caletri estaba a poco tiempo de iniciar su carrera como uno de los secuestradores más terribles del país.
Ese día, a las ocho y media de la noche, Caletri no era más que un ladrón y, con otro delincuente como él, irrumpió en una enorme casa de Chimalistac, al sur de la Ciudad de México.María Teresa Gómez Mont vio caminar a los dos extraños por el pasillo de su casa y apretó el brazo de su cuñado, Luis Esteve de Murga.
–¿Qué quieren? –preguntó al tiempo que los delincuentes sacaron pistolas y los amagaron.
Uno subió a Luis Esteve escaleras arriba y el otro ordenó a Teresa Gómez Mont llevarlo por las zonas de la casa en que hubiera dinero y joyas.
Al poco tiempo, llegó la madre de los Gómez Mont, quien quiso negarse a abrir la caja fuerte, pero, ante el amago de los ladrones de asesinarla, María Teresa les indicó cómo hacerlo, según la sentencia penal dictada contra Caletri y de la cual emeequis también posee copia.
“El monto de lo robado asciende aproximadamente a 6 millones de pesos”, declaró María Teresa Gómez Mont, política panista, como su hermano, el abogado penalista Fernando Gómez Mont, quien sería titular de la Secretaría de Gobernación entre noviembre de 2008 y julio de 2010.
Y aquí es donde entra de nuevo el nombre de la casa de cambio Intercam, pues Luis Esteve de Murga, el familiar político de los Gómez Mont presente durante el asalto, es, según información oficial de la Asociación de Bancos de México, “fundador y vicepresidente corporativo de Intercam Casa de Bolsa (...), consejero de Intercam Casa de Bolsa, consejero de Intercam Seguros y de Fianzas, de Intercam Derivados y de Intercam Fondos y vicepresidente de 1999 a 2007 –los años del lavado multimillonario de Ribadeo, Monex e Intercam– de la Asociación Mexicana de Casas de Cambio”.
El spa
Si Antón Pérez pagó sus deudas es lo menos relevante, pues fue ejecutado en su casa, en un rico conjunto residencial de Huixquilucan, Estado de México.
Ocaña negó los cargos de lavado, pero igualmente fue condenado. Reconoció su amistad con Javier Jesús Cruz Muller, empleado del más alto nivel para Casa de Cambio Monex en España, a quien desde tiempo atrás comprara divisas para el pago de artistas.
Y lo otro, su vida en la farándula, es algo de lo que nunca se desprendió Guillermo Ocaña. Por eso las autoridades tienen certeza de que la cocaína colombiana y el dinero español eran asunto de un viejo conocido, Héctor Beltrán Leyva El H, líder vigente hasta hoy del cártel que lleva sus apellidos.
Una de las claves la dio otro testigo protegido, a quien se asignó el nombre de Julio. Este hombre conoce a los hermanos Beltrán Leyva desde los tiempos en que eran unos muchachos ambiciosos y gustaban de andar junto a su primo Joaquín El Chapo Guzmán.
A Julio las autoridades le presentaron un pasaporte bajo cuya fotografía aparecía el nombre de Alonso Rivera Muñoz. El ex narco aclaró que esa cara no era otra sino la de un hombre conocido como Héctor Beltrán Leyva.
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Otras historias terminarían amarrando el vínculo Ocaña-Alonso (Beltrán Leyva).
Una, tiene que ver con la esposa de El H, Clara Elena Laborín Archuleta, uno de cuyas más grandes aspiraciones en la vida era “figurar en sociedad”. Por eso cuando conoció en la década de los noventa a Ocaña, un hombre del espectáculo y de Televisa, decidió hacerlo su principal acompañante.
Así fue como Guillermo Ocaña (quien fue conductor del programa De Boca en Boca) se convirtió en facilitador de cualquier cosa que deseara Clara Laborín. Por ejemplo, fue su aval en 2001 a la hora de rentar un departamento de Residencial Country Club, en la zona más cara de Huixquilucan, por 3 mil 600 dólares mensuales.
Guillermo Ocaña era un hombre de dinero y prestigio. Sus fiestas eran tema de conversación semanas después de que acababan. También, claro, se decía por aquí y por allá que Guillermo trabajaba para Clara Elena y su marido “Alonso”, un amable pero serio hombre de negocios sonorense, siempre resguardado por una escolta.
Por eso también, porque Guillermo era un empleado de “Alonso”, es que las autoridades dieron con el clavo de que, al final, el beneficiario del tráfico de coca y el lavado de dinero era Héctor Beltrán Leyva.
Por eso y porque su esposa Clara Elena quería más que nada en el mundo ser admitida en sociedad. En marzo de 1999, la mujer sonorense pidió a Guillermo encargarse de la presentación de un spa de su propiedad en el Hotel Hyatt de Acapulco. Debían estar todos, urgía la mujer de “Alonso”: medios de comunicación y “gente del medio”.
“Guillermo Ocaña acudió con ella. La señora Clara Elena quería hacerlo muy ostentoso. Prácticamente la finalidad era presentarlos en sociedad, porque a ellos (a Clara y “Alonso”) nadie los conocía”, dijo la publirrelacionista a quien contrataron para la organización del evento.
A la inauguración acudieron la cantante Karla Alemán, el diseñador Héctor Terrones y el alcalde de Acapulco, Manuel Añorve. “Estaban la baronesa de Portanova y su marido; acudió el que era embajador de Francia, Bruno Delaye; los propietarios del hotel, los señores Saba; la señora Lolita Ayala, la juez Margarita Sotomayor”, declaró Lucila Guillén, organizadora y amiga de Ocaña, a las autoridades de la PGR.
El H, retraído, desconfiado, siguió la fiesta desde lejos. Su mundo y lo que a él le importaba estaban en otro lado.