Lunes 05 de marzo de 2012 | El Universal
El trabajo que realizó a lo largo de 17 años terminó. En agosto de 2010, la empresa cerró sus operaciones y se vio obligada a buscar una nueva forma de subsistencia, a dejar atrás su vida en Mexicana de Aviación, a no ser más una azafata.
“Han sido 17 meses de lucha para recuperar este empleo, en esta compañía por la que apuesto todo, porque le tengo fe”, dice. Está casada, es madre de dos hijas que estudian en la UNAM, y asegura que su fuente de trabajo era importante y necesaria para esta familia.
Ante la merma en sus ingresos, Claudia solicitó créditos a bancos y amigos para comprar ropa y venderla en bazares navideños, y con el paso del tiempo rentó un pequeño negocio junto a su hermana y hermano, ambos también desempleados, uno por la Compañía de Luz y Fuerza, y otra por haberse embarazado mientras laboraba.
Hoy los hermanos Rosales laboran en una miscelánea. Claudia no ha procurado un empleo fijo en ninguna otra compañía, pues ha decidido apostar por Mexicana de Aviación. “Traigo la camiseta bien puesta y seguiré en pie de lucha hasta que la situación de la aerolínea se resuelva”, asegura quien es pedagoga por la UNAM. Su vida cambió y hoy los gastos de la familia se han reducido al máximo, se ampararon contra el pago de la luz , a pesar de que su marido continúa trabajando.
Fuente: El Universal
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