El secretario de la Defensa Nacional admite que “ha habido errores, reconocerlo es lealtad”
El secretario de la Defensa Nacional, general Guillermo Galván Galván, advirtió que en las actuales circunstancias que vive el país “es menester reconocer que es la seguridad interior la que hoy se encuentra seriamente amenazada”, ya que “la interferencia de la delincuencia organizada en la seguridad y desarrollo de todos nos está generando intrincados momentos”. El militar reconoció que el crimen organizado “es un grave fenómeno delictivo de dimensión cultural, sociológica y trasnacional”.
Orador único en la ceremonia por el 99 aniversario de la Marcha de la Lealtad, que se realizó en el Castillo de Chapultepec, el divisionario señaló que en algunas regiones del país la delincuencia organizada se apropió de las instituciones del Estado, despojando a la población de sus bienes y tranquilidad y generando un clima de violencia inusitado. Ante esas circunstancias, dijo, “es evidente que en aquéllas latitudes del territorio nacional el espacio de la seguridad pública está totalmente rebasado”.
Asimismo, hizo un nuevo y “respetuoso” llamado al Congreso a reformar las leyes –pendientes de ser aprobadas– en materia de seguridad, con el fin de “custodiar mejor a la comunidad y preservar la integridad y prestigio” del Ejército Mexicano en el combate al crimen organizado.
Galván insistió en que los militares han dialogado “con todos los sectores, absolutamente con todos”, sobre las bases jurídicas y sociales que sustentan la Ley de Seguridad Nacional y el nuevo Código de Procedimientos Penales Federales, los cuales, pese al interés del alto mando castrense, no han obtenido el consenso necesario en el Congreso para ser aprobados.
Luego de afirmar que es necesario enfrentar la amenaza que representa el crimen organizado con “toda la fuerza del Estado”, y que la actuación del presidente Felipe Calderón desde el inicio de su administración para atacar ese fenómeno ha sido “responsable y valerosa”, el general secretario señaló que las fuerzas políticas y sociales, “convencidas de la magnitud y espesura del flagelo, gradualmente suman su apoyo y esfuerzo a este empeño”.
Con este exhorto a la unidad nacional, Galván Galván sostuvo ante el presidente Calderón y representantes de los poderes Legislativo y Judicial, que “también es lealtad proponer y solicitar respetuosamente reformas al marco legal vigente.
“Nuestros interlocutores lo saben y lo confirmo en esta tribuna. No se trata de arrogarnos privilegio alguno ni desempeñar funciones que no nos corresponden”. La fuerza armada, dijo el militar a los presentes, es leal a los intereses supremos del país y respeta las leyes, los reglamentos y las jurisprudencias.
“En este entorno asimétrico y frágil en el que cumplimos nuestras misiones para salvaguardar a nuestros compatriotas, sus hogares, fuentes de trabajo y sitios de sana convivencia, privilegiamos el respeto a los derechos humanos.”
Admitió que “han habido errores, desde luego que sí”. Reconocerlo es lealtad, como lo es aceptar las recomendaciones que haga la Comisión Nacional de los Derechos Humanos. “Es lealtad a las víctimas y a sus familias sancionar a los infractores comprobados y reparar el daño causado”, subrayó.
Sin embargo, precisó que también es un acto de lealtad al soldado “investigar a fondo y discernir aquellos casos tendenciosos que buscan desprestigiar a la institución armada y desviar la acción de la justicia en favor de los delincuentes”.
En recuerdo de la Marcha de la Lealtad, Galván Galván dijo que ésta permitió que Francisco I. Madero mantuviera la investidura presidencial en medio de turbulentos apremios, codicias y traiciones. Y conmemorar este gesto de lealtad es fundamental en estos tiempos “donde sociedad y gobierno se ubican ante nuevos, complejos y cada vez más demandantes desafíos”.
Luego de entregar reconocimientos a soldados que se han destacado en el combate al narcotráfico, cuyos nombres no se mencionaron por razones de seguridad, el presidente Calderón emuló la acción de Madero, del 9 de febrero de 1913, cuando a caballo fue escoltado por cadetes del Heroico Colegio Militar desde el Castillo de Chapultepec hasta Palacio Nacional.
Esta vez, al concluir la ceremonia, el Ejecutivo federal montó un caballo blanco tordillo de nombre Honrado y bajó del Castillo de Chapultepec arropado por un puñado de cadetes que lo acompañó hasta la puerta de la residencia oficial de Los Pinos.