El facilitar la entrada de mercancías extranjeras baratas, reduciendo aranceles (impuestos de entrada) para enfrentar a la industria nacional, es como poner a competir una moto con una bicicleta.
28 diciembre 2011 | La Silla Rota | Manuel Fuentes*
El gobierno mexicano a partir de este 27 de diciembre eliminó aranceles a 230 productos extranjeros y el 1º de enero de 2012 lo hará en otros 479 productos de la misma procedencia.
Por supuesto que las empresas extranjeras están de plácemes por el regalo de fin de año que les hace el gobierno mexicano. En contrapartida los empresarios mexicanos, sobre todo los pequeños y medianos, avizoran miles de despidos y cierres de fuentes de trabajo.
Por supuesto que las empresas extranjeras están de plácemes por el regalo de fin de año que les hace el gobierno mexicano. En contrapartida los empresarios mexicanos, sobre todo los pequeños y medianos, avizoran miles de despidos y cierres de fuentes de trabajo.
Industrias como la textil, de un gran arraigo histórico en nuestro país, enfrenta ya la competencia sin freno de productos chinos que ingresan de contrabando, con precios hasta 50 por ciento menores a los ofrecidos por los nacionales. Ahora estas medidas facilitarán su entrada sin que existan mecanismos para proteger a los productores mexicanos.
La alarma en el sector industrial y de las organizaciones sindicales se ha activado porque se reducirán los aranceles para los productos extranjeros en 8 ramas tan importantes como la de confección, al ingresar 396 distintas prendas de vestir, que representan el 82.7 por ciento del total de bienes en esa actividad, del sector automotriz, cuero y calzado, maquinaria, textil, equipo eléctrico y sus partes, químico, acero y sus manufacturas, cosméticos y jabones.
La Secretaría de Economía explica que el objetivo de permitir la entrada de productos extranjeros más baratos tiene como propósito proteger al consumidor con precios más accesibles, sin prever las repercusiones que traerá en el empleo nacional.
Los despidos en la planta industrial seguramente dejara a los trabajadores más antiguos sin opciones, en cambio se crearán más puestos de segunda, en menor número, principalmente para jóvenes en empresas outsourcing, con bajos salarios, inestabilidad laboral y sin seguridad social.
Los que no encuentren empleo tendrán que refugiarse en el sector informal o lo más grave, entrar al circuito de violencia para poder subsistir. Con este tipo de políticas erráticas del gobierno federal fomentará la degradación social y luego la combatirá con el ejército y fuerzas policiacas. Un círculo vicioso promovido por el propio gobierno con sus “talentosos” economistas.
Los gobernantes mexicanos, que generalmente miran hacia el norte, deberían mirar lo que pasa en el sur del continente. Países como Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay reunidos en el Mercosur decidieron la semana pasada en la ciudad de Montevideo aumentar las barreras a las mercancías extranjeras ajenas a la zona, para incentivar su industria nacional.
Los representantes de esos países sudamericanos acordaron votar incrementar hasta un 35 por ciento los aranceles de acuerdo con las normas de la Organización Mundial del Comercio.
En México sectores empresariales están demandando se adopten iguales políticas como en el sur del continente. La respuesta gubernamental que reciben es la crítica por su ineficacia para reducir los costos de producción cuando no hay políticas para fortalecer la industria nacional.
Los actuales funcionarios mexicanos parecen empleados de empresas extranjeras que acatan al pie de la letra los dictados de economistas del Fondo Monetario Internacional o del Banco Mundial socavando el empleo. La tesis del “libre mercado” es su objetivo a seguir pase lo que pase. Como si fuéramos una potencia nos ponen a competir con productos que tienen energía eléctrica hasta 50 por ciento más barata, mejor infraestructura y bajos costos de seguridad.
En este país, como dice un dicho popular al perro más flaco se le pegan las pulgas. Los trabajadores seguirán padeciendo la incapacidad de los funcionarios para servir al país y como respuesta enfrentarán más miseria y menos respeto a sus derechos humanos.
Si se ofrece empleo, será el peor posible, con jornadas extenuantes, bajos ingresos y renuncias en blanco para ser despedido cuando le plazca al patrón. Una ley federal del trabajo guardada celosamente en caja de seguridad para que no se aplique y un gobierno que no vigile su cumplimiento como ahora lo hace.
Los empresarios por su lado se las ingeniarán para burlar deudas con el gobierno: impuestos, energía eléctrica, IMSS, INFONAVIT y hasta salarios, con huelgas a modo, que permite la autoridad laboral.
Mientras la industria nacional se destruye, los funcionarios mexicanos recibirán felicitaciones de gerencias extranjeras por su deber cumplido. Aquí no.
* Es autor de diversos artículos y estudios en materia de justicia y derechos humanos. Profesor de derecho laboral y de seguridad social en la Universidad Autónoma Metropolitana Azcapotzalco, asesor legal de diversas organizaciones civiles, de derechos humanos y laborales. Miembro de la Asociación Nacional de Abogados Democráticos (ANAD), Consejero de la Comisión de Derechos Humanos del D.F. y de la “Casa de los Derechos de Periodistas”