El movimiento de los indignados se hará patente en 82 países
Armando G. Tejeda Corresponsal / Periódico La Jornada Sábado 15 de octubre de 2011, p. 25

Desde Madrid, el epicentro de la revuelta popular que inició en mayo pasado y que reunió a jóvenes, adultos, niños y ancianos con el mismo ánimo reivindicativo, se esparció el espíritu de la
revolución de los indignados, que hoy se hermanará con el mismo grito de rabia y desesperación en 81 países más.
Los datos de la primera gran marcha global son elocuentes: a la convocatoria que surgió de la Puerta del Sol en junio pasado para convertir el 15 de octubre (15O) en una expresión popular contra los políticos, los empresarios y los banqueros se han sumado ya 951 ciudades. La semilla de la revolución de los indignados ha llegado hasta 82 países, que han debatido y sometido a votaciones popular –siempre desde la asamblea horizontal y democrática– las iniciativas y propuesta para luchar contra los efectos de la crisis económica, que está golpeando con especial crudeza a la Europa integrada en el euro y que vive días de incertidumbre ante un eventual colapso.
Bajo el mismo lema –consensuado en 951 asambleas y votada por decenas de miles de personas– se manifestarán centenares de miles, quizá millones de personas:
Unidos por un cambio global. En general las coincidencias de los movimientos populares de los 82 países son comunes: reclaman una democracia más participativa, en la que el pueblo tenga una incidencia directa en las grandes decisiones que hipotecan el futuro de varias generaciones (como los rescates bancarios); un cambio profundo en el modelo neoliberal, una vez constatado su rotundo fracaso tanto por esta crisis sin precedentes como por los resultados en materia de aumento de la pobreza y ensanchamiento de la brecha entre ricos y pobres; que se agilicen una serie de reformas para frenar que los grandes consorcios, banqueros y especuladores se sigan enriqueciendo con la crisis, sobre todo lo relativo a una nueva legislación financiera que grave las operaciones bursátiles y que redistribuya esa riqueza a través del Estado; y, entre otras, la recuperación de la calle como el espacio para que el ciudadano exprese en libertad y de forma pacífica su rechazo a un sistema que, a su juicio, ha fracasado.
El movimiento de los indignados tiene su matriz y mayor fortaleza en España, sobre todo en las grandes urbes, donde se prevén grandes movilizaciones y jornadas de protesta social y de debate de futuras iniciativas. Así lo expresan en la convocatoria general:
El 15 de octubre personas de todo el mundo tomarán las calles y las plazas. Desde América a Asia, desde África a Europa, la gente se está levantando para reclamar sus derechos y pedir una auténtica democracia. Ahora ha llegado el momento de unirnos todos en una protesta no violenta a escala global.
Y añaden que los poderes establecidos actúan en beneficio de unos pocos, desoyendo la voluntad de la gran mayoría, sin importarles los costos humanos o ecológicos que tengamos que pagar.
Hay que poner fin a esta intolerable situación. Unidos en una sola voz, haremos saber a los políticos, y a las élites financieras a las que sirven, que ahora somos nosotros, la gente, quienes decidiremos nuestro futuro. No somos mercancía en manos de políticos y banqueros que no nos representan.