martes, 19 de abril de 2011

500 años después

Garfias Hernández Jaime Daniel
Subes las escaleras al ritmo de "I want to reconcile the violence in your heart" (Undisclosed desires - Muse), sales del Metro y te enfilas hacia el asta bandera. Estás enla plancha de Zócalo y te aborda el siguiente pensamiento: Huitzilopochtli -dios sol- se demoró 500 años en llegar; no sólo abandonó a su suerte a los mexicas, sino que ahora,molesto por ver tan transformado su pueblo y sus tierras, ha decidido cobrar venganza através de sus inclementes rayos que queman y sofocan a quienes nos paseamos por la ciudad.
Te reúnes con el grupo, platicas un poco mientras esperan al resto. Minutos después tomas nota de la misión a realizar. Bebes un poco de agua tibia y espesa a causa del calor, tomas una foto panorámica, escuchas a un integrante de la CNTE hablando por un altavoz, observas las decenas de carpas pertenecientes al SME. Todo eso mientras decides a quién entrevistar.
Inesperadamente arriba una manifestación más arriba al Centro Histórico capitalino: Estamos pidiendo homologación de sueldos con las instituciones de salud a nivel nacional. Somos peritos de la Procuraduría General de Justicia del DF. Ya nos habíamosaguantado mucho, pero la verdad ahora sí decidimos protestar comenta un señor robusto, de tez morena y semblante abatido, al tiempo que su mirada se pierde entre los balcones de Palacio Nacional.
Los integrantes de la PGJDF encarnan un capítulo más de la embestida furibunda del gobierno federal coludido con las grandes corporaciones empresariales por deteriorar aún más las condiciones de vida de la clase trabajadora. Esos señores que se sienten los amos del mundo son presas de una ambición insaciable que los aleja de su esencia, los convierte en esclavos del dinero, en robots insensibles, dispuestos a respetar y seguir al pie de la letra las leyes del mercado antes que las de la naturaleza y los derechos humanos.
Sin embargo, el miedo sigue sin poder vencer a la colectividad, a la unión de la gente en las plazas públicas, a la toma de las calles, a los versos, canciones y expresiones artísticas que no cesan, que a propósito o sin él, reivindican a la sociedad como parte de un Estado que desea ser libre en los hechos, no sólo en la retórica discursiva.
Tus colegas entrevistan al dueño de un bicitaxi, a una muchacha encargada de dar información turística, a una japonesa que camina sin rumbo. Personajes con historias tan diferentes convergen en un mismo punto. Unos en contra de los plantones, otros a favor de los actos de resistencia civil, algunos indiferentes, indolentes incluso hasta con su propia existencia. Así de grande es el Zócalo: ejemplo de la globalización y polarización actual; espacio donde conviven múltiples idiomas y nacionalidades; dueño de una riqueza mítica y cultural atrapada bajo el asfalto y las fachadas de los edificios. 
Escuchas opiniones tan encontradas que fácilmente caes en el maniqueísmo. Buscas culpables, malos y buenos, inteligentes e ignorantes. Poco después te hartas de juzgar a los presentes gracias a que una palabra se cruza por tu mente y te dice: "repíteme, úsame". Matizar, matizar, matizar, he ahí el asunto. Y para matizar hay que escuchar,cosa que haces en repetidas ocasiones, hasta que comprendes la importancia de no dar cabida por ningún motivo al discurso del odio, ni a percibir la violencia como un acto natural, normal, legítimo.
Radio SME surge para que los compañeros se mantengan informados y organizados contra las acciones del gobierno espurio de Felipe Calderón dice con contundencia Isabel de la Rosa, miembro del movimiento y del medio alternativo de comunicación.
Los electricistas del SME niegan de manera rotunda haber sido los responsables de la quema de cuatro automóviles el pasado lunes. Aseguran que hubo infiltrados. Refutan cualquier tipo de nexo con algún partido político. Manifiestan su deseo por erigirse como una inspiración para otros sectores afectados por las políticas neoliberales. Exaltan su sindicato, las bondades del contrato que defenderán "hasta las últimas consecuencias".
Huitzilopochtli está a punto de agotar sus municiones. En vista de ello decide retirarse poco a poco para no admitir sus debilidades, para no reconocer su parte mortal. Sabe que con unas horas de descanso podrá recargar su poder. Mañana buscará hacerlo otra vez: llorar por lo que ya no es; irradiar su fuerza contra los que modificaron abruptamente su reino; trastocar los adentros de quienes habitan sus tierras; abrazar y abrasar; ser nombrado; recobrar respeto y poderío; ser venerado; nunca más ser olvidado.

Fuente: Scribd: donde el mundo se trata de leer, descubrir y compartir