viernes, 17 de junio de 2016

Criminalizar al magisterio

Maestros repudian a Nuño en la CDMX. Foto: Octavio Gómez
CIUDAD DE MEXICO (apro).- Durante décadas el magisterio nacional fue una pieza fundamental en la estructura de poder del PRI. En cada elección miles de maestros eran utilizados como promotores del voto, representantes de casilla y operadores electorales eficaces. No necesitaban de órdenes porque sabían perfectamente qué hacer, y se movilizaba toda la organización magisterial hasta el último rincón del país.
Para entonces los maestros, principalmente los integrantes del SNTE, eran altamente valorados por el partido en el gobierno. El PRI los usó por décadas desde la Presidencia de la República para obtener triunfos electorales y para mantener controlados los movimientos disidentes en algunos estados como Oaxaca, Chiapas, Guerrero, Michoacán y el Distrito Federal.
Luego el PAN hizo lo propio cuando Vicente Fox y Felipe Calderón pactaron con Elba Esther Gordillo, quien a cambio de su poder político ampliado a otros partidos, como el PVEM y luego el Panal, recibió en pago puestos de gobierno del más alto nivel.
Con los panistas en la Presidencia de la República a la maestra Gordillo le fue mejor que con los priistas, pues se hizo de varias direcciones importantes como las del ISSSTE y Lotería Nacional, además de la subsecretaría de Educación Básica de la SEP, algunas gubernaturas, entre ellas la de Coahuila, así como varias diputaciones y senadurías.
Pero todo ese poder se terminó cuando Gordillo se atrevió a alzarle la voz a quien sería presidente, el priista mexiquense Enrique Peña Nieto. En el 2012, en plena campaña electoral, la entonces presidenta vitalicia del SNTE exigió prebendas políticas y de gobierno a cambio del apoyo de los maestros.
La soberbia con la que habló al coordinador de la campaña, Luis Videgaray, fue su pecado y, una vez que se estimó que el peso político y electoral del magisterio sindical ya no valía tanto, la propuesta de Gordillo fue desechada y ella echada del grupo de poder.
En febrero de 2013, Elba Esther Gordillo fue detenida, el SNTE como grupo de poder fue desmantelado y el magisterio disidente comenzó a ser criminalizado.
Los años de oro del magisterio como negocio y como grupo de poder habían terminado, ya no eran útiles los maestros sindicalizados y por eso la orden dictada desde la residencia presidencial fue realizar una reforma laboral con careta educativa, detener a todos los líderes disidentes, quitarles el sustento económico y mantener en la cárcel a Gordillo.
Para seguir estas órdenes el gobierno no necesitaba de un político sino de un ejecutor, de un personaje sin mayor conocimiento de la educación pero bien dispuesto a aplicar a rajatabla las órdenes de su jefe para manipular a los integrantes del SNTE, así como para desatar la persecución y represión contra la CNTE.
Fue así que la historia del magisterio cambió radicalmente en una década. En 2006 fue un actor fundamental para la victoria del panista Felipe Calderón, quien le dio más poder y dinero a Elba Esther Gordillo como nunca en su vida. Diez años después el magisterio oficial es ninguneado, su exlideresa sigue en la cárcel y el maestro disidente criminalizado.

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