CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- De pronto, por arte de magia
tecnológica, una porción de la riqueza oculta del mundo ha quedado al
descubierto y sus beneficiarios, exhibidos en su codicia, casi siempre
facinerosa. Los documentos conocidos como The Panama Papers han puesto a
temblar al mundo financiero que ha optado por operar en la
clandestinidad, sacando a la luz los métodos opacos y torcidos para
obtener ganancias multimillonarias a costa de evadir o eludir las
obligaciones fiscales en sus respectivos países (la evasión es delito,
la elusión no).
La magnitud de los llamados paraísos fiscales es impresionante. El 8%
de la riqueza mundial, equivalente a 7.6 billones de dólares (trillion
dollars), está concentrada en dichos países que operan en la opacidad de
la información financiera, por lo que también se les conoce como
jurisdicciones encubridoras (secrecy jurisdictions). En 2015, sólo Suiza
alojaba 2.3 billones de dólares de riqueza extranjera. Como resultado
de los ingresos no declarados que se ocultan en los refugios fiscales,
se calcula que los gobiernos del mundo dejan de recibir alrededor de 200
mil millones de dólares de impuestos al año. Las cifras están tomadas
del libro The Hidden Wealth of Nations. The Scourge of Tax Havens (La
riqueza oculta de las naciones. El flagelo de los refugios fiscales),
publicado en 2015 por el economista Gabriel Zucman, profesor de la
Universidad de Berkeley.
Las consecuencias de los paraísos fiscales son muy graves. Además de
reducir los ingresos tributarios de los países, esa forma de hurto
encubre la riqueza de las élites corruptas del mundo, aumenta la
desigualdad, permite u opera el lavado de dinero, ligado o no al crimen
organizado internacional e incluso facilita el financiamiento del
terrorismo. “The Panama Papers muestran los profundos vínculos entre las
prácticas financieras nocivas y la criminalidad que existen en el mundo
offshore, es el momento de aplicar sanciones concretas contra las
jurisdicciones e instituciones que venden encubrimiento en esos refugios
fiscales”, comentó Zucman al conocer el hallazgo periodístico.
Las corporaciones multinacionales estadunidenses son beneficiarias
privilegiadas de los paraísos fiscales. La mayoría (72%) de los 500
consorcios más grandes de Estados Unidos mantienen 2.1 billones
(trillions) de dólares de sus utilidades obtenidas en el extranjero en
países como Suiza, Luxemburgo, Bermuda o Islas Caimán, lo que equivale a
más de la mitad (55%) de dichas ganancias. Eso les permite a 358
compañías –entre ellas Apple, American Express, Nike, PepsiCo, Pfizer,
Morgan Stanley, Citigroup, Walmart, Google, Microsoft– dejar de pagar 90
mil millones de dólares anuales al fisco estadunidense, a través de 7
mil 622 subsidiarias ubicadas en refugios fiscales (Off Shore Games,
2015).
¿Hay forma de resolver el problema de los paraísos fiscales? Para
algunos, el capitalismo sin esas jurisdicciones encubridoras es una
utopía: el dinero siempre encontrará un refugio seguro. Otros piensan
que el asunto sí tiene solución. En 2009 el G20 decretó “el fin del
secreto bancario” y la OCDE propuso un sistema para que cualquier nación
pudiera solicitar información relevante (on demand) acerca de
inversores en bancos extranjeros, pero sólo ante la sospecha bien
fundada de fraude. Ninguna de esas medidas funcionó. En un lustro, el
dinero depositado en Suiza aumentó 18% y el de los paraísos fiscales se
incrementó casi 25%.
A raíz de The Panama Papers, el presidente estadunidense Barack Obama
propuso una reforma fiscal internacional para acabar con la evasión de
impuestos a escala global. Por su parte, Zucman sugiere un registro
internacional para que todos los gobiernos del mundo puedan saber dónde
está depositado el dinero y quién está evadiendo al fisco en su país.
Dicho registro facilitaría la implantación de un impuesto global a la
riqueza, como lo ha formulado Thomas Piketty. Tampoco esas propuestas
parecen tener viabilidad.
Pero la irritación mundial crece. Las sociedades agraviadas por la
corrupción de sus élites exigirán el castigo a líderes políticos y
empresarios coludidos con la casta gobernante que ocultan y multiplican
su mal habida fortuna en paraísos fiscales como los exhibidos en The
Panama Papers. Sin embargo, entre más autoritario sea el sistema del
país al que pertenecen los dirigentes involucrados, más intrincadas
serán las maniobras jurídicas, políticas y mediáticas para garantizar la
impunidad de los presuntos responsables de evasión fiscal y lavado de
dinero, así como de sus allegados en el poder.
En el caso de México, resurge el tema del conflicto de interés entre
el presidente Peña Nieto y su secretario de Hacienda con el empresario
Juan Armando Hinojosa, dueño del Grupo Higa, pero proyectado con mayor
fuerza y oprobio a escala internacional. A las revelaciones del
Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación no podrán
sacarlas del aire como hicieron con el noticiario de Carmen Aristegui.
Sí, en cambio, podrán recurrir nuevamente a los argumentos legaloides
valiéndose de las ambigüedades y deficiencias de las leyes en materia
fiscal para exonerar tanto a Hinojosa como a sus cómplices o
protectores, sobre todo ante la proximidad de 2018. No se saldrán con la
suya, un electorado cada vez más crítico e indignado repudiará la
arbitrariedad del autoritarismo corrupto.
Fuente: Proceso
Fuente: Proceso