
MÉXICO, D.F. (apro).- Un indicador de la calidad democrática de
México es lo que pasa en su sistema judicial. El Poder Ejecutivo ve al
Judicial no como un poder más del Estado, sino como un instrumento de
castigo y control.
Tanto el Ejecutivo federal como los
gobernadores se empeñan en mantener al Poder Judicial como un poder de
tercera, en lugar de ser el verdadero tercer poder del Estado, además
del Legislativo.
Los jueces y magistrados federales ahora mismo se encuentran en una campaña, tal vez inútil, para evitar que el presidente Enrique Peña Nieto anteponga el cálculo político en la conformación de las ternas de las que habrán de salir los sustitutos de los ministros Olga Sánchez Cordero y Juan Silva Meza, quienes el 30 de noviembre próximo pasan a retiro en la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
El objetivo es impedir la llegada de Raúl Cervantes, un
operador del PRI que fue asesor jurídico en la campaña presidencial y
ahora es senador con licencia. Los jueces y magistrados se sienten
desplazados y agraviados desde que Peña propuso al expolicía y
exembajador Eduardo Medina Mora como ministro de la Corte.
En los
gobiernos de los estados, el control del Poder Judicial es aún más
burdo. Con la farsa de la intervención de los congresos, el control de
los tribunales termina en manos de amigos y compadres de los
gobernadores. La justicia aplica así sólo para los desafectos.
La
capital del país no es la excepción en el afán de control. Pero el
presidente del Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal
(TSJDF), Edgar Elías Azar, enfrenta una rebelión de jueces y magistrados
que se oponen a su segunda reelección.
Con miras a la sucesión
en el órgano de justicia del Distrito Federal, también en noviembre
próximo, un grupo de magistrados le han reprochado directamente a Elías
Azar su pretensión de ocupar por tercera vez consecutiva la presidencia
del Tribunal, con lo que llegaría a casi una década de control del
aparato del Poder Judicial de la capital del país.
Uno de sus
principales opositores es el anterior presidente del TSJDF, José
Guadalupe Carrera Domínguez, con quien mantiene ya una larga
confrontación.
Carrera Domínguez, ponente de la Octava Sala Penal
del TSJDF, de plano lo acusa de ejercer un control vertical del aparato
de justicia y, peor aún, de intervenir en resoluciones judiciales de
jueces y magistrados.
“Usted es el primero en violar la autonomía
del tribunal”, le dijo Carrera en una sesión privada de pleno el pasado
21 de septiembre. Puso el caso de una resolución en la que se decretó
la formal prisión a un ciudadano inocente acusado de secuestro.
En ese mismo encuentro, algunos otros magistrados apelaron a que la
propia normativa del TSJDF impide la reelección, como ocurre a nivel
nacional.
Edgar Elías aseguró que no respondería desde su
posición como presidente en el pleno, sino que fuera de ese foro
respondería a las “acusaciones y ataques que sufrí en este momento”.
Pero además dijo que ya había sido objeto de amenazas contra él y su familia.
Ese día, según relataron testigos, se discutieron las bases para la
próxima elección del presidente del TSJDF. Elías Azar quiere mantenerse
tres años más y hasta posiblemente buscar ser ministro de la Suprema
Corte de Justicia de la Nación. Edgar Elías llegó al TSJDF en 2006 y
gracias a una reforma de la Asamblea Legislativa en diciembre del año
pasado el escenario está puesto para que se reelija.
La reforma
alargó de los 70 a los 75 años la edad de retiro de los jueces y
magistrados capitalinos. Sin ella, el magistrado Edgar Elías pasaría de
la presidencia casi al retiro, pues en agosto próximo Elías Azar,
descendiente de inmigrantes sirios, cumple los 70 años de edad.
Es conocida la confrontación entre Elías Azar y Carrera Domínguez. El
propio presidente del TSJDF la ventiló al responsabilizar a Carrera
Domínguez de haber propiciado que se exhibiera al sistema de justicia
del DF en el documental Presunto Culpable, en 2011.
Pero más allá
de este conflicto, la disputa por el control del aparato de justicia en
la capital, así como la designación de los próximos ministros de la
Corte, explica por qué la justicia es y ha sido sólo una aspiración de
los mexicanos.
Fuente: Proceso
Fuente: Proceso