La corrupción ocupa portadas. Un titular
de la prensa española explica que un juez de la Audiencia Nacional ha
acreditado que la cúpula del Partido Popular ha cobrado sobresueldos de 5
mil a 15 mil euros mensuales durante casi 20 años. En negro.
Dinero de comisiones pagadas por empresas para conseguir la adjudicación
de obra pública u otros contratos. Tras el desempleo, la corrupción es
el problema que más preocupa a los españoles.
Xavier Caño - Contralinea
La corrupción se queda dinero que debería satisfacer necesidades y derechos de la ciudadanía. Contratos más caros, sobrecostos y evasión de impuestos, frutos de la corrupción, convierten al Estado en insuficiente. Como explica Teresa Soler, “el dinero que entra en el circuito de la corrupción, desaparece de la economía de los ciudadanos comunes y eso es causa directa de las carencias que sufren”. Según Soler, en el Reino de España la contratación pública ronda un 16 por ciento del producto interno bruto (PIB). Con una comisión corrupta media de 3 por ciento (como apunta el conocimiento de cohechos y sobornos concretos) desaparecen 48 mil millones de euros anuales.
La corrupción se queda dinero que debería satisfacer necesidades y derechos de la ciudadanía. Contratos más caros, sobrecostos y evasión de impuestos, frutos de la corrupción, convierten al Estado en insuficiente. Como explica Teresa Soler, “el dinero que entra en el circuito de la corrupción, desaparece de la economía de los ciudadanos comunes y eso es causa directa de las carencias que sufren”. Según Soler, en el Reino de España la contratación pública ronda un 16 por ciento del producto interno bruto (PIB). Con una comisión corrupta media de 3 por ciento (como apunta el conocimiento de cohechos y sobornos concretos) desaparecen 48 mil millones de euros anuales.
¿Cuánto beneficio no habría para la
ciudadanía si el Estado dispusiera de esos millones que se van a cuentas
corrientes de corruptores y corrompidos? Echen cuentas en sanidad
pública, educación pública, pensiones, políticas sociales… Sin sobornos,
además, los contratos públicos serían menos onerosos, que lo son sin
duda porque, cuanto menos, los corruptores buscan recuperar lo pagado en
comisiones. Y sin corrupción sería más fácil evitar o controlar
sobrecostos.
El economista y diputado Alberto Garzón
señala que los medios informativos se concentran en la corrupción de la
clase política, enfocando a los corrompidos, pero no a los corruptores.
Un error nada inocente. Así la corrupción se desvincula de qué es
esencial para que hoy funcione el capitalismo.
No hay capitalismo sin corrupción. Forma parte de su estructura, está en su ADN.
El capitalismo, cuanto más neoliberal, más corrupto. No es casualidad
que fuera Chile donde la escuela de Chicago, patria del peor
neoliberalismo, probara sus fórmulas bajo la violenta y feroz protección
de la dictadura de Augusto Pinochet mientras la corrupción campaba a sus anchas, como ha explicado Patricio Orellana y otros han documentado con amplitud.
Pero no sólo en dictaduras; la corrupción
está en todas partes. En 2014 hubo en España 1 mil 700 causas de
corrupción. Ha habido grandes escándalos de corrupción en Estados Unidos
(Enron, World Com…) y en Alemania, donde las tres cuartas partes de
grandes empresas y corporaciones se han sentado en el banquillo de los
acusados. En Francia también, donde las corrupciones han salpicado
a expresidentes de la República. Y en Italia, un denso conglomerado de
políticos, cargos públicos y mafia han saqueado las arcas del Estado. Y
no olvidemos el escándalo del Eurostat, de la Unión Europea, que
funcionó mafiosamente durante años. Recordemos además que el Consorcio
Internacional de Periodistas de Investigación desveló la firma de 548
acuerdos secretos entre Luxemburgo y 340 grandes empresas y
corporaciones para evadir impuestos.
En un tiempo que ya suma décadas, donde
la economía productiva no rinde los beneficios esperados, la corrupción
deviene otro modo de acumular capital lejos de la producción de bienes y
oferta de servicios. No cede la sobreproducción, la demanda interior es
débil, las exportaciones flaquean, las burbujas crecen, la economía
real disminuye y crece monstruosamente un casino global
telemático donde se especula a velocidad de vértigo y en cuatro segundos
se pueden comprar o vender 1 mil millones de euros de activos, como nos
documenta Juan Hernández Vigueras. Y la corrupción, con los paraísos
fiscales, la opacidad de transacciones y el secreto bancario, alimenta
el dislate de la especulación financiera que nos lleva a las crisis.
El investigador del sector financiero
Denis Robert concluye que el capitalismo necesita la corrupción y por
eso no hay la menor voluntad real de acabar con ella. Y Arturo Borra nos
avisaba que pensar que la Unión Europea impedirá la corrupción es una
ingenuidad; lo más que puede esperarse es que regule prácticas corruptas
para que no se sobrepasen algunos límites. Mientras instancias
globales, como Transparency International, que dicen luchar contra la
corrupción, ignoran a los que sobornan, que son tan delincuentes como
los sobornados.
Combatir la corrupción es ir tanto contra
corruptores como corrompidos. Pero la corrupción no acabará mientras
subsista el capitalismo.
Xavier Caño Tamayo*/Centro de Colaboraciones Solidarias
*Periodista y escritor
[Sección: Opinión]