Adolfo Gilly - Opinión
Una inmensa, serena manifestación pocas
veces vista –si es que alguna vez– en esta ciudad de México convergió
el 20 de noviembre en el Zócalo, la gran plaza cargada de historia.
Predominaban los estudiantes de todas las universidades y escuelas,
desde los preparatorianos que abarrotaron los vagones y las estaciones
del Metro hasta los politécnicos y los alumnos de escuelas y
universidades privadas. Jóvenes, muy jóvenes todos, para muchas y muchos
tal vez la primera gran manifestación de su vida. Había familias, había
niños, había pueblo, pueblo, pueblo mexicano. Todos los gritos y
consignas, algunas ya antiguas, otras incipientes, convergían en una:
No había violencia. Había rabia, indignación, coraje. La encabezaban
los padres y las madres de Ayotzinapa, cuyo dolor y voluntad de no cejar
sigue siendo el símbolo viviente del grito de todos: ¡Vivos se los llevaron! ¡Vivos los queremos!.
¡Vivos los queremos!Salimos a las calles y plazas una vez más después de dos meses de tergiversaciones, mentiras, ocultamientos y subterfugios de los funcionarios del gobierno federal y de los gobiernos que conforman el Estado nacional, pues todos ellos –y sus respectivos partidos– esconden y comparten secretos de Estado, desaparecidos, asesinatos, feminicidios, presos inocentes, años de represiones, complicidades y silencios.
Esa inédita multitud se repitió en un solo día en las ciudades de todo el país, desde Oaxaca hasta Chilpancingo, desde Acapulco hasta Monterrey, donde también hablaron las voces de quienes, en estos años de miedo y de sangre, por decenas de miles han perdido una hija, un padre, un hermano. Por ejemplo.
* * *
Veníamos desde Tlatelolco en el contingente de la
Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM y desde allí, mientras
esperábamos turno para entrar juntos, vimos pasar por el Eje Central a
la UAM-X, a la UACM, a las escuelas privadas, a la impresionante y
disciplinada columna del Instituto Politécnico Nacional. Detrás de
nuestra facultad venía una nutrida y aguerrida columna de la Facultad de
Derecho de la UNAM, y más allá en ambos sentidos más y más estudiantes
con sus consignas y pancartas:
Nuestra columna desembocó tarde en el Zócalo, pasadas las 9 de la
noche, después de tres horas de marcha. Ya habían hablado desde el
templete los padres de Ayotzinapa y de la plaza los contingentes se
retiraban en sucesión. Como otras veces, fue el momento elegido para
iniciar la violencia.No estamos todos. Faltan 43,
Todos somos Ayotzinapay, una y otra vez,
¡Vivos se los llevaron! ¡Vivos los queremos!.
Pequeños grupos de encapuchados que creen su deber y su derecho apoderarse de una manifestación ajena y convertirla en un aquelarre violento y sangriento, repitieron una vez más, engrandecido, el esquema del primero de diciembre de 2014. Sus argumentos más extremos se expresan en lenguaje y en propuestas paramilitares. No es este el lugar para volver a ocuparnos de estas acciones, cuyo nombre es
provocación, cualquiera sea su origen y su ubicación geográfica. En Génova, París, Madrid, México o Seattle tales encapuchados aparecen y provocan el desencadenamiento de la represión sobre quienes marchan a cara descubierta proclamando la solidez de sus motivos y la claridad de sus propósitos. Este proceder no es nuevo y ha sido denunciado y puesto en evidencia en muchas partes del mundo.
El gobierno federal y el del Distrito Federal conocen bien la repetida mecánica de estas provocaciones. Frente a una de las demostraciones ciudadanas más inmensas de que se tenga memoria en la ciudad, trascurrida en la indignada calma cuya tonalidad estaba dada por la conducción y la actitud de los padres y madres de los normalistas de Ayotzinapa, es imposible que ambas autoridades no hayan podido hallar otra respuesta que la represión indiscriminada, golpeando y apresando a diestra y siniestra para regocijo de la prensa y la televisión de escándalo, encabezada como siempre por Televisa. Sabían perfectamente que esto iba a suceder. Ambas autoridades deben explicaciones a la ciudad por tal convergencia de sus violencias.
Desde aquí nuestra explicación es precisa y sencilla. A dos meses de la desaparición forzada de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, el gobierno de Enrique Peña Nieto, emplazado por la sublevación cívica de indignación y dolor que recorre la República entera y por el escándalo de las protestas internacionales desde los más altos niveles, no ha dado ninguna información ni explicación valederas sobre este crimen de Estado. No puede ser que no sepa mucho más de lo que nos dice. En cambio pretende ahora tomar el lugar del acusador y, siendo partícipe de la violencia ahora desencadenada, intenta eludir sus responsabilidades y desviar la atención hacia una lógica represiva. Televisa es su servidor, su cómplice y su vocero.
Múltiples interrogantes brotan en esta crisis profunda de la
nación y de los fundamentos mismos de la República mexicana. Más allá de
las muchas explicaciones y propuestas que surgen desde la sociedad y
sin descartar a priori ninguna, creo necesario afirmar ahora, frente a
esta lógica represiva, la esencial y sólida unidad de propósitos de este
inmenso movimiento democrático y social mexicano; y afirmarla en una
demanda simple, inconmovible e irrenunciable, la de los padres y madres
de Ayotzinapa desde su grito de dolor y de rabia:
¡Vivos se los llevaron! ¡Vivos los queremos!. Y después podremos discutir todo lo demás.
* * *
El Foro Global, agrupamiento que reúne a universitarios,
estudiantes, escritores y artistas de muchos países del mundo, ha
lanzado este 22 de noviembre una convocatoria contra la represión en
México: “#AyotzinapaSomosTodos –Vivos se los llevaron, vivos los queremos”. Inserto aquí su texto completo, abierto a las firmas de todos los ciudadanos y ciudadanas de los Estados Unidos Mexicanos:
Carta en contra de la represión y la criminalización de la protesta civil en México
22 de noviembre de 2014.
Lic. Enrique Peña Nieto, presidente de la República.
Lic. Miguel Ángel Osorio Chong, secretario de Gobernación.
Lic. Jesús Murillo Karam,
Relatoría Especial para la Libertad de Expresión.
Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
A la comunidad internacional.
A la opinión pública.
Queremos expresar nuestra profunda alarma e indignación ante la
lógica represiva que el gobierno de México exhibe sistemáticamente en su
respuesta a la protesta social que ha generado el caso de la
desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa.
Las declaraciones del presidente Enrique Peña Nieto del día 19 de
noviembre en favor del uso de la fuerza estatal, y sobre todo los
excesos de la policía antimotines y cuerpos de seguridad al final de la
masiva manifestación civil del 20 de noviembre pasado, constituyen un
signo ominoso que amenaza el desarrollo pacífico de la protesta
ciudadana.
La legítima indignación y la movilización civil que han generado la
violencia e impunidad en México son consecuencia directa de la
ineficacia del aparato de justicia y el descrédito de las fuerzas de
seguridad. Es evidente que ese mismo aparato hundido en el descrédito no
puede ofrecer una salida al conflicto político que vive la nación. Por
lo anterior, la Red Global #AyotzinapaSomosTodos y los abajo firmantes
hacemos las siguientes consideraciones y demandas:
1. Alertamos a los gobiernos, opinión pública y organismos
internacionales sobre el riesgo que involucra la criminalización y
represión de la protesta civil en México. Además de violar los derechos
de expresión política de los ciudadanos, el uso de la fuerza estatal no
es la vía de solución a la inquietud política que vive el país, y
únicamente ahondará en la violación de los Derechos Humanos y en la
confrontación entre ciudadanos y gobierno.
2. Las alusiones a que el movimiento social y la prensa son parte de
un proyecto de desestabilización son enormemente preocupantes y dignas
de rechazo.
3. Apoyamos la intervención de la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos de la Organización de Estados Americanos en torno a los casos
de ejecuciones extrajudiciales y desapariciones forzadas en México. La
comunidad internacional debe exigir al gobierno mexicano respeto a los
acuerdos que ha firmado en materia de derechos humanos.
4. Exigimos la liberación inmediata de los manifestantes detenidos
arbitrariamente el 20 de noviembre de 2014 durante la manifestación
pacífica al Zócalo de la ciudad de México. Demandamos urgentemente el
retiro de los cargos que el aparato judicial ha impuesto sobre estos
ciudadanos y que detengan su traslado a prisiones lejanas donde carecen
de cobertura legal. Denunciamos las violaciones al justo proceso
judicial, incluyendo el impedir el acceso a los abogados escogidos por
los detenidos y la aportación de pruebas de inocencia. La liberación de
presos políticos es prioritaria para restaurar la credibilidad de las
instituciones mexicanas.
Esperamos respuesta inmediata de las autoridades y de los destinatarios de esta carta.
Muy atentamente,
(Firmas).