lunes, 28 de julio de 2014

Palestina resiste bajo fuego

Más de mil palestinos asesinados y más de 6 mil heridos es el saldo hasta ahora de la ofensiva israelí contra el pueblo palestino: niños, escuelas y hospitales son blanco de los bombardeos, mientras continúa la resistencia.
28 julio 2014 | Redes sociales palestinas | Sergio Yahni / Mohammed Omer | Desinformémonos.org

Testimonios en las redes sociales desde Gaza

Del facebook y otras redes sociales, se extraen y se traducen los testimonios de quienes están directamente bajo el fuego de Israel. La traducción para Desinformémonos es de Shadi Rohana.
DESDE LAS REDES SOCIALES PALESTINAS | TRADUCCIÓN: SHADI ROHANA | FOTOGRAFÍAS TOMADAS DE LA ESTRELLA PALESTINA

Ejecución de órdenes
Lena Khalaf Tuffaha (Amán, Jordania)
Nos están marcando por teléfono, un momento antes de dejar a las bombas caer. El teléfono suena y contesto. Al otro lado, hay alguien que conoce mi nombre de pila, y habla el árabe perfecto, y me dice: “Te está hablando David”. Mientras escucho la sinfonía de estampidos sónicos y vidrios rotos, pienso: “¿Yo conozco a un David en Gaza?” Pero nos están marcando por teléfono para decirnos que nos corramos de aquí, ahora. “Usted tiene 58 segundos a partir del final de esta llamada, antes de que la casa de usted será bombardeada. No nos importa que usted no tenga a dónde ir; que las fronteras estén cerradas; y que sus documentos no valgan un carajo, salvo una pena de cadena perpetua en esta cárcel al lado del mar. Córrele, señora. No queremos matarla. Ya sabemos que ahí solo viven usted y sus hijos, comiendo pan mientras miran el final de la Copa Mundial de Fútbol; que quieren que Argentina gane el partido, y de vez en cuando miran hacia las velas dejadas al lado de la televisión, para cuando se corte la luz. Es que, usted y sus hijos no deberían vivir ahí, y ahora es su oportunidad de ir a otro lado, a ningún lado. Sabemos que no le estamos dando el suficiente tiempo para encontrar el álbum de fotos, la manta favorita de su hijo, la solicitud universitaria casi terminada de su hija, sus zapatos, ni siquiera para llamar a todos en la casa. No nos importa su vida. No nos importa quién es usted. Pero demuéstranos que usted es un ser humano; demuéstrenos que usted tiene dos patas; demuéstrenos que usted puede correr”.

* * *
Jalid Yum’a (Ramala; de su cuenta en Facebook)

Estar sólo, el cuerpo tembloroso, y sin luz.

Rezar y esperar que mueras en una sola pieza.

Pasar al lado de una casa destruida, y preguntarse si esta pieza formaba parte de la cocina o es la mano de un mártir.

Cuando una ducha es un lujo exagerado.

Cuando el mar es un sueño.

Cuando la bolsita de té es para cuatro tazas.

Cuando todo sabe a piedra, incluso la sonrisa.

Ver cuerpos quemándose sin poder acercarte, porque bien sabes que el próximo bombardeo es en 40 segundos, y que será puntual.

Ver a tus hijos en la cara, sus ojos clavados en la tuya, pero volteas el rostro hacia el otro lado.

Medir la distancia entre la ventana que va hacia la calle y el baño.

Cuando siempre decías que ibas a tapar ese pequeño agujero en la pared del salón, y fue él quien creció para salvarte la vida.

Cuando la diferencia entre una silla y una mesa es la misma que entre la vida y muerte.

Cuando el sueño de conseguir un cigarrillo es tan lejano como el sueño de liberar Palestina.

Cuando un minuto es un día y medio.

La guerra es todo esto, y mucho más.


* * *

Mahmud Yawda (Gaza; de su cuenta en Facebook)

Les voy a contar lo más difícil de todo esto, más difícil que la muerte por esos cohetes profesionales, de última tecnología. Es cuando recibes una llamada por teléfono del enemigo israelí y te diga que usted tiene 10 minutos para desocupar la casa. Imagínense, 10 minutos. Son 10 minutos para borrar tu pequeña historia del mapa: regalos; las fotos de tus amigos, hijos, ya sean mártires o que aún respiren; tu silla; tus libros; el último libro de poemario que leíste; la carta que te escribió tu hermana migrante; el olor de tu cama; tu costumbre de acariciar el jazmín flotando desde tu ventana, esta ventana que alguien construyó desde hace 100 años; el peine de tu hija; el calor de la silla; tu ropa vieja; la alfombra de oración; las joyerías de tu esposa; lo que ahorraste toda tu vida…

Imagínense, que mientras todo esto pasa por tu mente, lo único que puedes hacer es agarrar la cajita de dulces en la cual guardas tus documentos oficiales y correr para morir 10 veces; o te quedas en tu casa, para morir solo una vez.

* * *

Manal Miqdar (Gaza; de su cuenta de Facebook)

No es lo que están imaginando. Pues lo que vivimos no tiene nada que ver con sentimientos vanos como coraje, orgullo, dignidad. La noche pasada era la más dura, pero aquella vez no lloré.

En la mañana, después del primer bombardeo de los aviones sionistas, agarré mis fuerzas y comencé a juntar mis cosas: documentos oficiales, mi título universitario y escolar, constancias, regalos, lo que se quedó de las cartas que me escribió mi tío (quien sigue preso en una cárcel israelí), mi celular, mi laptop…

Pero me quedé mirando a mi segunda biblioteca, pues la primera la perdí en la guerra pasada. ¿Qué hago con los libros? Son pesados, y sería difícil cargarlos cuando me toque correr. Entonces decidí quedarme con aquellos que llevan una dedicación de su autor.

De repente sentí rabia por mí misma; esos dolores que causan escozor y te pueden matar. Yo, pensando en mis cosas… Pero ¿y si la muerte me alcanza más rápido de lo que yo alcanzo mis cosas? La muerte me agarrará de sorpresa, sin avisar, y yo iré con ella sin memoria ni papeles ni libros, ni queridos, ni amigos, ni regalos, ni sueños… Me iré sola y ligera.

Posdata a mis amigos que tienen libros prestados míos: si me muero, quédense con ellos; son suyos.

Posdata a mi primo: Si no pasa nada a mi biblioteca, es tuya.

* * *

Jalid Yum’a (Ramala)

(Este texto fue transmitido por Jalid para el evento Gaza en el corazón en la ciudad de México, 22 de julio de 2014)

Saludos a todos los presentes, y muchas gracias por esta invitación.

Me gustaría hablar de las mentiras difundidas por la prensa israelí.

Por ejemplo, Israel dice que ella advierte a los palestinos antes de lanzar sus cohetes; que nos hace saber del bombardeo de una casa antes de destruirla.

Sí, nos advierten. Nos advierten con un cohete fatal que lo tiran desde un F16, y esto para advertirnos que, dentro de 67 segundos, nos van a tirar otro cohete más sofisticado, más fuerte y más puntual.

¿Qué puede hacer uno en 67 segundos?

Además, Israel dice que los objetivos de sus bombardeos no son los civiles.

Más de, 85% de los asesinados hasta ahora son civiles: niños, mujeres, ancianos.

Hoy [martes, 22 de julio] Israel asesinó a una mujer embarazada de ocho meses.

Ayer mató a una familia entera de siete personas.

Israel dice que no está matando civiles, y que están dejando a las ambulancias ayudar a los heridos.

Ahora, en estos momentos, los aviones y tanques israelíes está bombardeando el barrio de Jaza’a en la ciudad de Jan Yunis en el sur de la Franja.

Hay un gran número de palestinos sepultados bajo los escombros, y Israel impide a las ambulancias entrar en Jaza’a.

Lo mismo ocurrió en el barrio de al-Shuya’iyya en la ciudad de Gaza [la matanza de 66 palestinos en este barrio el 20 de julio].

Israel está mintiendo, está mintiendo, está mintiendo.

Esto es lo que está pasando.

No solo está matando a los palestinos, sino también está robando su derecho de gritar.

Muchas gracias.



La resistencia en Palestina

Mucho antes de que se llegue a matar al último guerrillero palestino en Gaza la resistencia resurge en Cisjordania, Jerusalén y las comunidades palestinas dentro de Israel.
SERGIO YAHNI | FOTOGRAFÍA: ALI JADALLAH / @JADALLAH_6

El ejército atacó la Franja de Gaza para golpear a una formación política que ya había reconocido su derrota. Al comenzar la ofensiva había pasado poco más de un mes desde el pacto de unidad nacional palestino donde Hamas entregaba las riendas del futuro del pueblo palestino a manos del presidente Abbas.

La derrota de los Hermanos Musulmanes en Egipto había llevado a la dirección política de Hamas al punto de aceptar la supremacía política y militar del presidente palestino. Una demanda que desde el 2008 era el único punto en discordia entre la Dirección de la Autoridad Palestina y la Dirección de Hamas. A cambio, Hamas esperaba que su suerte mejorara en las próximas elecciones, algo bastante optimista dada la manera en que se están desarrollando las condiciones políticas en la región.

La ofensiva militar israelí cambió el desarrollo de este proceso transformando a Hamas en la Dirección indiscutida de la resistencia nacional palestina relegando al Fatah y su Dirección a meros observadores o ayudantes.

Ya hace bastantes años que el Likud supone que la superioridad militar israelí tiene la capacidad de diseñar un Medio Oriente a medida de las necesidades e intereses de Israel. Esa fue la idea del general Sharon en 1982 cuando invadió el Líbano.

Militarmente hablando, la disparidad de fuerzas entre Israel y la resistencia palestina no podría ser peor, sobre todo si se toma en cuenta el terrible aislamiento de la resistencia palestina en la Franja de Gaza, ya que Egipto, su principal protector en los últimos años, se ha convertido en el peor enemigo.

A diferencia de Sharon, el teniente Netanyahu es un cobarde y no se atrevió a poner sobre la mesa esta operación hasta que no estuvo convencido del aislamiento político y militar de la resistencia en la Franja de Gaza. Mientras tanto su principal esfuerzo consistió en machacar una oposición imaginaria en Israel culpando de antemano a una izquierda inexistente por el fracaso.

Pero el aislamiento de la resistencia en Gaza es tan duro que en las condiciones actuales ni siquiera puede contar con la simpatía humanitaria del pasado. Para Occidente, al igual que para Egipto, la única alternativa humanitaria es la rendición de la resistencia. La situación ha llegado a tal absurdo que Francia ha ilegalizado manifestaciones de solidaridad con el pueblo palestino.

Las pocas voces de solidaridad que se escuchan se asemejan irónicamente al estímulo de la plebe en el circo romano. O peor, los últimos aliados de Hamas, Turquía y Qatar, esperan como aves de rapiña que se resuelva el conflicto para poder finalmente hacerse con la reservas de gas natural en la placa mediterránea.

Pero, contradiciendo toda lógica, la resistencia no sucumbe, al revés, la resistencia palestina ya entra en su cuarto día de combate; no es poco, recordando que los egipcios se rindieron el seis de junio del 67 en menos de un día de enfrentamientos a las tropas de Israel.

La resistencia palestina sobrevive hasta la más cruel táctica israelí: la masacre. La masacre, que es la destrucción del tejido social del enemigo, ha sido el instrumento utilizado por Israel en cada ocasión en la que no pudo conseguir una salida a su favor en el campo de batalla. La masacre de Sayayiah, donde casi la mitad de las víctimas han sido mujeres y niños, no fue un error ni un exceso sino simplemente la búsqueda de una derrota rápida de la resistencia palestina.

Pero la resistencia palestina, claramente dirigida por Hamas, no se rompe y sigue luchando. Ni el aislamiento internacional, ni la superioridad militar de Israel ni la masacre de Sayayiah pueden con la resistencia ya que ésta está defendiendo los intereses palestinos y las masas apoyan su acción.

La Hasbara israelí quisiera presentar a la Dirección de la resistencia como un grupo corrupto de militantes que viven bajo tierra insensibles al dolor de la población mientras que ésta paga el precio de sus acciones. Si esta fuera la verdad la misma población palestina los habría entregado mucho antes de que comenzara la invasión israelí. Recordemos que si bien Hamas tiene el gobierno efectivo de la Franja de Gaza las últimas encuestas daban un apoyo mayoritario al Fatah.

Al mismo tiempo, Israel teme la reacción internacional, sabe ya por experiencia que las imágenes que surjan de esta confrontación impactarán sensibilidades recuperando la simpatía humanitaria para la resistencia palestina. Por lo tanto, ya antes de comenzar la ofensiva, la Hasbara resolvió este problema poniendo en cuestión las imágenes que se publican o que se publicarán. Para esto la Hasbara utilizó una vieja realidad en la región: ya que el lector europeo medio no puede discernir entre Amman y Jerusalén, Jaffa o Beirut, los editores de periódicos y hasta de canales de televisión no se esfuerzan mucho en ilustrar correctamente sus publicaciones. Igualmente, es fácil cuestionar si una imagen proviene de la invasión israelí a la Franja de Gaza o fue tomada de la guerra civil en Siria.

La Hasbara crea confusión cuestionando la veracidad de las imágenes y los testimonios y transformando a la confusión en un arma contra la simpatía humanitaria. Pero la Hasbara también tiene sus límites, y si bien es fácil convencer a la población israelí, ni los errores , ni los crímenes pueden esconderse al pueblo palestino que más allá de las diferencias políticas y religiosas crea hoy una realidad insurgente que transforma en ilusorios los objetivos israelíes.

Mucho antes de que se llegue a matar al último guerrillero palestino en Gaza la resistencia resurge en Cisjordania, Jerusalén y las comunidades palestinas dentro de Israel.

Así, en toda Cisjordania y Jerusalén las noches de Ramadán, tan comentadas por los poetas de antaño, se han convertido en noches de rebeldía en las que jóvenes palestinos chocan continuamente con el ejército.

Pero en este mundo donde los socialistas han ilegalizado la solidaridad, el pueblo palestino se encuentra trágicamente solo. Los gobiernos del mundo han declarado su apoyo a la masacre pero los pueblos del planeta todavía deben pronunciarse.



LigasSobre negociaciones y alta traición: la ‘paz’ entre Israel y PalestinaPalestina: Quién empezó y quién tiene derecho a defenderse


Cuando mi hijo grita

Parece que ni siquiera tenemos derecho a existir o a defendernos. Ese derecho, según los Estados Unidos, pertenece sólo a Israel.
MOHAMMED OMER* | TRADUCCIÓN: PABLO DALCHIELE (EDITADO POR MARÍA LANDI)

Gaza. Mi hijo Omar, de apenas 3 meses de edad, llora arropado en su cuna. Es de noche. Cortaron la electricidad y el agua. Mi esposa frenéticamente intenta consolarlo, protegerlo y tranquilizarlo mientras las lágrimas caen por su rostro. Esta noche la canción de cuna de Omar es la interpretación israelí de la Cabalgata de las Valquirias de Wagner, con F-16 que golpean la tierra formando la percusión, misiles Hellfire conduciendo los instrumentos de viento y drones representando la sección de cuerdas. Bombas de helicópteros de combate y morteros terrestres israelíes que estallan todo a nuestro alrededor completan la sinfonía, su sonido tan inconfundible como las famosas tubas de Wagner.

Pero a diferencia de una interpretación, esta ópera de la muerte dura días. El aplauso de la audiencia se reemplaza por los gritos aterrorizados de los bebés y los niños envueltos en humo. La metralla impacta en edificios y coches, mientras otro misil encuentra su blanco, aterrizando en otro hogar. Ya hay seis más muertos. La casa de un médico al lado nuestro fue alcanzada por tres misiles F-16 israelíes. Es difícil saber cuál era el objetivo. El médico fue asesinado, uniéndose a su madre y su padre, muertos en la guerra anterior en 2008-2009. Los ataques aéreos zumban en mis oídos y en los de Lina. El llanto de Omar continúa…

No hay final a la vista. Más allá de la frontera vemos tanques amontonándose, preparándose para la invasión terrestre. Arriba, el siempre presente tucu-tucu-tucutu de los helicópteros Apache mece la cuna de Omar con su vibración. Sirenas de advertencia perforan la noche: otro misil lanzado desde un buque de guerra israelí. La frontera no está lejos, pero no podemos irnos: la Franja de Gaza ha estado bajo bloqueo desde 2007. A diferencia de Israel, no tenemos refugios antiaéreos para ocultarnos. Los 1,8 millones de habitantes de Gaza, más de la mitad de ellos niños menores de 18 años, se abarrotan en un área del tamaño de Manhattan, sin poder salir. Debemos quedarnos y rezar, rezar para no seamos atacados.

Ya he pasado por esto antes: crecí en Gaza, pero ésta es mi primera vez bajo fuego como padre y esposo. Es una experiencia totalmente diferente. Me gustaría poder transportar por aire a mi esposa y a mi hijo fuera de aquí. Pero este es mi amado hogar ancestral; ¿qué otra cosa puedo hacer? El ruido de los ataques aéreos es demasiado fuerte y al parecer interminable. En un momento de silencio nervioso, Lina amamanta a Omar y reza en silencio.

¡Crash! ¡Bum! Otro ataque aéreo se estrella contra el suelo fuera de nuestra casa. Lina se lanza fuera de la habitación, protegiendo a Omar entre sus brazos mientras busca estar a salvo en otro lado. Omar grita y grita y grita. Es perforante, me envuelve en un horror que sólo un padre puede entender. Me resulta imposible consolarlo, sosteniendo su mano diminuta mientras yace en los brazos de mi esposa. Lina sujeta con fuerza a Omar.

Saltamos nerviosamente de habitación en habitación escrutando el cielo en busca de misiles. Israel siempre afirma que son de precisión. ¿De precisión? ¿Entonces por qué tantos niños, mujeres y ancianos son heridos, mutilados o muertos por misiles cada vez? ¿Por qué es bombardeado el hospital? ¿Por qué las escuelas, puentes, instalaciones de tratamiento de agua, invernaderos y otros objetivos civiles? Las estadísticas siempre cuentan una historia diferente.

¡Bum! Un destello de color blanco y otro impacto. El estrés es debilitante, impulsado por el zumbido constante de aviones no tripulados. Nos persigue mientras buscamos algún lugar seguro, pero no hay ningún lugar seguro. Miramos, esperando. Otra andanada de misiles Hellfire sacude el edificio.No hay descanso. No dormimos, pero tenemos la suerte de estar vivos todavía.

Abro y cierro la puerta de la heladera. La electricidad se cortó, pero me hace sentir normal. Lina trata de dormir, se recuesta un par de minutos y se despierta temblando. Esto es lo que se siente al estar bajo ataque en Gaza, y no sabemos por cuánto tiempo o cuándo terminará.

Hablamos, buscando distraernos, preguntándonos cómo la estarán pasando los israelíes al otro lado del muro de segregación. Ellos son libres de entrar y salir cuando les plazca y sin restricciones. ¿Se sienten seguros, con las sirenas de advertencia y los refugios antiaéreos donde esconderse? No tienen que preocuparse por buques de guerra que bombardeen sus casas, tanques que aplasten todo a través de sus calles, excavadoras que destruyan sus hogares, aviones de combate que dejen caer bombas sobre su barrio o aviones no tripulados que los cacen. Israel es la cuarta fuerza militar más poderosa del mundo, con ejército, armada y fuerza aérea completas, así como su Cúpula de Hierro, que es muy eficaz contra los cohetes caseros lanzados desde Gaza. Nosotros no tenemos armada, ni fuerza aérea ni ejército. Parece que ni siquiera tenemos derecho a existir o a defendernos. Ese derecho, según los Estados Unidos, pertenece sólo a Israel.

Al reflexionar sobre todo esto, la hipocresía eleva la disonancia cognitiva, la realidad de esta situación, a nuevas alturas. Estamos a apenas una hora en coche de las principales ciudades de Israel; sin embargo, vivimos en un mundo completamente diferente. Gaza es los guetos de Lodz, Cracovia y Varsovia juntos. No podemos salir o entrar sin el permiso de Israel. Israel nos dice lo que está permitido comer, nos ataca cuando se le antoja y con frecuencia, decide qué productos se nos permite tener, hasta el papel higiénico, el azúcar y los bloques de hormigón. Arresta a nuestros hijos, padres y madres, y puede mantenerlos retenidos todo el tiempo que quiera. Sus francotiradores se divierten a expensas de nuestros niños. ¿Cómo puede la sociedad israelí no saber lo que estamos sufriendo o lo que están pagando a los que nos hacen esto? ¿Acaso sus padres, abuelos, no pasaron por el mismo horror antes de venir a Palestina? ¿No fue el sionismo creado para que estos horrores no le ocurrieran nunca más… a ningún pueblo? (…)

A pesar de la desesperación, Gaza es mi hogar. Dondequiera que vaya, sin importar el tiempo que tenga que esperar en los puestos de control, al salir o al regresar, sentado bajo el sol caliente o discutiendo con los funcionarios sobre el abuso a los viajeros y las víctimas, siento una profunda alegría y amor cuando atravieso los portones de Rafah, porque estoy en casa.

Tengo opciones, dada mi ciudadanía holandesa. Mientras las bombas siguen cayendo, me pregunto si debo llevar a mi familia a los Países Bajos –donde nació mi hijo–, seguir con mis estudios de doctorado para Erasmus Rotterdam y la Universidad de Columbia, y tratar de olvidar los F-16 y las pesadillas que Israel reserva para nosotros.

Pero soy un periodista, y le debo a mi pueblo y al pueblo israelí saber la verdad. Decido quedarme en Palestina, mi querido hogar, con mi esposa, hijo, madre, padre y hermanos. No estoy dispuesto a dejar que Israel o el sionismo me exterminen.

Desde 1947 Israel ha trastocado nuestra vida. Mi familia y yo somos de la raza equivocada y la religión equivocada, por eso el Estado no nos quiere aquí. Pero esta es mi patria y, empecinadamente, sigo y seguiré permaneciendo en ella. Es mi derecho como ser humano y nuestro derecho como palestinos o israelíes, ya sea que seamos judíos, cristianos o musulmanes. En última instancia, todos somos humanos.

* Mohammed Omer es periodista gazatí, corresponsal de IPS, Al Jazeera y otros medios. Seguirlo en:@Mogaza

Publicado en The Nation.


Fuente: Desinformémonos.org