domingo, 13 de julio de 2014

Indocumentados: hasta muertos son negocio

Llevar a un solo migrante desde Centroamérica hasta la frontera con Estados Unidos puede redituarle a los coyotes hasta 15 mil dólares. Aun si el indocumentado muere en el desierto texano, sigue siendo “negocio”: una empresa funeraria tiene la encomienda de proporcionar entierros decorosos, y para ello le cobra al gobierno local lo correspondiente. Pero la realidad es que se embolsa el dinero sin dar nada a cambio, porque la fosa común del panteón de Falfurrias, Texas, está llena de cadáveres sepultados sin ataúd o de féretros retacados hasta con cinco cuerpos. Incluso muertos los siguen explotando…
13 julio 2014 | Luis Chaparro | Proceso
FALFURRIAS, TEXAS.- El pasado junio, cuando los antropólogos de la texana Universidad de ­Baylor encontraron los restos de unos 60 indocumentados, entre ellos mujeres y niños, en fosas comunes del panteón de Falfurrias, ignoraban que en realidad habían hallado el más reciente y oscuro negocio a costa de los inmigrantes: el de los indocumentados muertos en el desierto.

El pasado junio las antropólogas Lori Baker y Krista Latham pretendían exhumar los restos de cientos de indocumentados enterrados el último año, para identificarlos genéticamente y enviar los cuerpos a sus lugares de origen. Lo que no esperaban era encontrar los cuerpos en bolsas o hasta cinco de ellos en un mismo ataúd e incluso sin féretro ni bolsa.

“Para nosotros representó un hallazgo completamente lamentable e irrespetuoso por parte de los encargados de disponer correctamente de los cuerpos de los migrantes”, dice Latham a Proceso, aún alterada.

Falfurrias, en el condado de Brooks, zona de ranchos millonarios, largas planicies y temperaturas que alcanzan 50 grados centígrados en verano, se ha vuelto un corredor de la muerte para los indocumentados.

Tras una ola de inmigración que comenzó a hacerse notar hace tres años, principalmente la de menores, el valle del Río Grande ha sido la principal ruta tomada por quienes buscan llegar a Houston o Dallas.

Pero el camino desde la frontera sur de Texas hasta estas ciudades es largo y es en el condado de Brooks donde el clima es implacable. De los 2 mil migrantes que cruzan esta zona al año, 10% muere por insolación o deshidratación severa, según registros del Centro de Derechos Humanos del Sur de Texas. Es decir, unos 200 migrantes fallecidos cada año desde hace al menos tres; las autoridades prevén que este año ese número sea de 300.

Ante esta situación las autoridades del condado decidieron crear un fondo con dinero estatal para recoger y sepultar a los cientos de migrantes fallecidos. La empresa encargada de ofrecer un entierro decoroso en el panteón del Sagrado Corazón es la funeraria del Ángel, según el acuerdo que revela la oficina del alguacil del condado.

“No creo que esto vaya a terminar en un cargo criminal, creo que lo que sucedió fue que probablemente no había presupuesto suficiente para dar entierro correcto a los cuerpos”, explica el delegado de la oficina del alguacil de Brooks, ­Benny Martínez.

Martínez considera que el principal problema es la falta de apoyo económico del gobierno federal, pues los gastos para el entierro de los indocumentados los absorbe el condado.

Eduardo Canales, director operativo del Centro de Derechos Humanos del Sur de Texas en Falfurrias, considera que el contrato entre las autoridades y la funeraria “es puro negocio”.

“La persona responsable en la casa funeraria seguro pensó: ‘Son indocumentados, sin nombre; ¿quién se va a dar cuenta?’. Y violaron por lo menos sus normas éticas”, dice Canales.

Asegura que la funeraria hasta amplió su capacidad “para seguir haciendo negocio”.

La funeraria del Ángel se ha limitado a asegurar que todos los restos que maneja la empresa son tratados con respeto y dignidad. “Durante años hemos trabajado de cerca con las autoridades locales en este tipo de situaciones y creemos que todos los restos humanos deben ser tratados con dignidad, cuidado y respeto”, respondió la casa funeraria a este semanario vía correo electrónico.



Libros gordos

La organización que dirige Canales ha recabado los atroces testimonios de los indocumentados que llegan a pedir ayuda para seguir su camino al norte de Estados Unidos. Con base en estos relatos Canales conoce de primera mano el negocio inhumano que representan los migrantes mexicanos y centroamericanos desde el momento en el cual deciden dejar sus países para escapar de la violencia.

“Los indocumentados han sido estafados ya muchas veces como para caer en lo mismo. Por eso ahora pagan por cada frontera que cruzan. Los que salen de Honduras no le pagan al coyote hasta que están en México. Y luego tienen que cruzar todo México y eso también les cuesta. Y al final, ya de este lado, desembolsan otra parte del dinero”, explica Canales.

El costo que establecen los coyotes varía, dependiendo del origen y el destino, la edad del migrante, la ruta e incluso la organización criminal a la cual pertenece el traficante. Sin embargo el costo promedio de llevar a un migrante desde Centroamérica hasta Estados Unidos va de 6 mil a 15 mil dólares, de acuerdo con los testimonios recabados por Canales.

Pero el negocio puede no terminar cuando el indocumentado pisa suelo estadunidense. Si su ruta es la del valle del Río Grande, como la de la mayoría, la posibilidad de morir deshidratado o insolado es alta. Esto representa una oportunidad de negocio para algunas empresas funerarias en la zona: considerando que el promedio de indocumentados que pierde la vida en el condado es de 200 anuales y que la casa funeraria recibe 450 dólares por cada cuerpo, esto hace un total de 90 mil dólares al año por el servicio de embalsamado, autopsia, féretro y entierro de cada migrante.

La oficina del alguacil de Brooks da a Proceso acceso al libro de registro de los restos de indocumentados encontrados en lo que va del año: muestra del atroz final del camino para cientos de migrantes.

Hasta el mes pasado el libro llevaba más de 60 fotografías de restos encontrados este año: cuerpos en descomposición, esqueletos y rostros carcomidos por los animales carroñeros. Las imágenes están acompañadas de un perfil. Uno de ellos asienta, por ejemplo: Masculino, 18 años, hondureño, pantalón de mezclilla, tenis blancos, cuerpo en descomposición encontrado en el King Ranch.

Una de las imágenes muestra a un joven delgado, 16 años, cabello oscuro, tez morena. Tiene los brazos extendidos, el cuerpo desnudo, la boca y los ojos abiertos. A juzgar por la fotografía tomada por los peritos del alguacil, el joven murió deshidratado; según la información sucedió a principios de junio cuando la temperatura alcanza 45 grados.

La imagen número 30 del libro es un esqueleto. El cráneo de una persona descansa sobre la hierba seca de uno de los caminos que rodean los puntos de revisión de la Patrulla Fronteriza. Junto a la foto está la identificación de una joven salvadoreña. Se llamaba María Dolores y fue encontrada los últimos días de junio.

En la cubierta del libro de registros se lee: human remains 2014 (restos humanos 2014). Desde 2011 los libros han ido engordando. Hasta ahora el de 2013 es el más atiborrado, pero la oficina del alguacil prevé que a finales de 2014 el libro de registros será el más gordo de toda la historia del condado de Brooks.

Rancheros desalmados

En los registros del Centro de Derechos Humanos del Sur de Texas y en los de la oficina del alguacil, los voluntarios y autoridades anotan el lugar de hallazgo de los cadáveres de los migrantes. 90% han sido encontrados en los millonarios ranchos petroleros, de gas shale y de cacería en este condado.

Son los propietarios de estos ranchos quienes avisan a las autoridades del hallazgo de un cadáver o de los grupos de migrantes que cruzan por sus terrenos. En el primer caso acuden los peritos del alguacil e interrogan al ranchero. En el segundo la Patrulla Fronteriza pide señas claras para dar con los indocumentados, detenerlos y llevarlos al centro de procesamiento en Falfurrias.

Caz, texano dueño de uno de los ranchos más grandes de este estado, es de los pocos que ha aceptado apoyar un reciente programa iniciado por Canales para evitar la muerte de indocumentados en su propiedad. “Me gustaría que no tuvieran que introducirse al país de esta manera, pero ya que lo hacen, no quiero que mueran”, expone el ranchero a las puertas de su propiedad.

En lo que va del año al menos una decena de restos ha sido encontrada allí. La mayoría son delatados por los carroñeros del desierto y muy pocos han sido encontrados personalmente por Caz.

Canales ha comenzado a instalar estaciones con una docena de galones de agua por las áreas donde han ocurrido más hallazgos de restos de migrantes.

“Les estoy pidiendo el apoyo a los rancheros y hay quienes si entienden y me apoyan con lo que pueden, pero hay algunos que son completamente antiinmigrantes y no quieren dejar ver que los están ayudando; prefieren que mueran en sus terrenos”, dice Canales.

Según testimonios obtenidos por el Centro de Derechos Humanos del Sur de Texas, los migrantes prefieren brincar el enrejado de los ranchos que circular por las veredas llenas de patrulleros. Pero saben que de ser hallados por los propietarios o trabajadores, serán detenidos.

Entre los más recientes restos encontrados por las autoridades de Brooks está lo que Canales llama “una joya”: un mapa trazado a mano con detalles de dónde encontrar a Silvya, una migrante reportada desaparecida desde 2010.

Sus restos, según el mapa, descansan bajo un árbol en uno de los ranchos de caza, al lado de un tanque de agua. El mapa, se presume, fue detallado por uno de sus acompañantes seguramente con la intención de que Silvya no terminara con una placa metálica con la leyenda “unknown female” seguida de un largo número.

“Muy pocas veces encontramos este tipo de cosas, un mapa muy detallado para encontrar a una mujer que habíamos buscado desde 2010. ¿Ya ves? Desde la muerte los mismos migrantes nos ayudan a no dejarlos sin identificar”, exclama Canales.

Fuente: Proceso