domingo, 9 de febrero de 2014

Impulsan cultivos de maíz transgénico en México con razones falsas: expertos

Exhortan científicos a Semarnat y Sagarpa a no autorizar su uso comercial
La mejora genética de la semilla se puede lograr por métodos tradicionales, dice Antonio Turrent
Nuestro marco legal es proclive a los intereses de las trasnacionales, acusa Adelita Sanvicente
Arturo Jiménez | Periódico La Jornada | Domingo 9 de febrero de 2014, p. 29
Los tres principales argumentos de las trasnacionales agroalimentarias para impulsar la adopción de maíces transgénicos en México y el mundo son “falsos”, por lo que su uso comercial no debe ser autorizado por el gobierno federal, plantearon expertos como Antonio Turrent, Amalio Santacruz, Fernando Castillo, Alejandro Espinosa y Adelita Sanvicente, durante un reciente foro en el Colegio de Posgraduados, en Texcoco.

Las promesas de que producen mayores rendimientos en las cosechas, que generan mayor protección ambiental porque prescinden de los agroquímicos y que esos maíces genéticamente modificados son más resistentes a la sequía, son sólo “propaganda”, aseguraron los expertos durante el foro convocado por la Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad.

El mejoramiento genético de las semillas, destacaron, se puede lograr sin tecnología transgénica, utilizando métodos de selección tradicionales y científicos, como se ha hecho hasta ahora, aprovechando la rica biodiversidad de maíces del país.

Aseguraron, incluso, que el campo mexicano tiene la potencialidad para producir “maíz normal” hasta alcanzar la autosuficiencia alimentaria y dejar de depender de las importaciones desde Estados Unidos, por las que se pierden miles de millones de dólares anuales que podrían invertirse en apoyar al agro nacional, “abandonado” en las décadas recientes.

Mediante gráficas, estadísticas y cuadros entre 1961 y 2011, Turrent demostró que, después de algunos años, los rendimientos por hectárea en Estados Unidos y países de Europa occidental “se han emparejado” o registran diferencias no significativas de entre 2 y 3 por ciento. No es el 25 por ciento que suelen prometer, agregó Santacruz.

La comparación es importante porque en el vecino del norte la transgenización predomina sobre la siembra común, mientras que en los europeos es a la inversa. Sin embargo, comentó Turrent, empresas como Monsanto, Dupont, Pionner y Syngenta “llegan a México con su ‘tecnología superior’ y ofrecen duplicar la producción de maíz y hasta convertir al país en un exportador”.

Santacruz presentó cifras de 1983 a 2013 que muestran una baja de rendimiento de los cultivos convencionales por hectárea después de 1997, tras la adopción general de los transgénicos. Explicó que la causa fue la desviación de recursos para apoyos e investigación hacia la nueva biotecnología y la marginación de los métodos convencionales, “como sucede en México”.

En lo ecológico, Turrent dijo que el maíz transgénico más bien propicia problemas como el acaparamiento de tierras para el “capital amigable” al monocultivo, que en lugar de defender contra plagas genera “superplagas” como la del gusano elotero y que es muy demandante de la energía fósil.

Además, señaló que en Estados Unidos aumentó el uso de herbicidas y, sobre todo, de insecticidas, mientras que en Francia, por ejemplo, los cultivos no transgénicos requirieron esos agroquímicos en menor cantidad.

Respecto a la sequía, Turrent destacó que en Estados Unidos, por ejemplo, el maíz transgénico genera una protección de “apenas” 6 por ciento, aunque con seca extrema la protección es nula.

Sanvicente advirtió que el marco legal en México es proclive a los intereses de la industria multinacional de semillas. Mientras, Espinosa sostuvo que fue un error desaparecer a la Productora Nacional de Semillas y que la industria nacional de semilla de maíz y la investigación pública en mejoramiento genético de esa planta podrían quedar bajo un “oligopolio trasnacional” de transgénicos.

Las autoridades de instituciones como Semarnat y Sagarpa, concluyeron los expertos, suelen creer las mencionadas argumentaciones de las trasnacionales, pero deberían tener una mayor comunicación con la comunidad científica mexicana para tomar mejores decisiones.

Fuente: La Jornada