viernes, 10 de enero de 2014

"Se lo tragó el cemento" y nadie ayuda a la familia

José Trinidad fue la única víctima fatal en el derrumbe de una obra encargada por la Comisión Federal de Electricidad. Su hermano Fernando tuvo que identificar el cuerpo. "Falleció por asfixia en sumersión. Se lo tragó el cemento", dice.
10 enero 2013 | Cristina Pérez-Stadelmann | El Universal
Era el 4 de enero por la tarde y el regateó comenzó mientras José, el albañil de 22 años que murió en el derrumbe de la colonia del Valle, aún permanecía en el anfiteatro de la delegación Benito Juárez. Su hermano Fernando acudió a identificar el cuerpo. 


“Le damos 5 mil pesos para los gastos funerarios de su hermano”, dijo Francisco Pantoja González, licenciado de la compañía Servicios aplicados a la construcción Cobasa, a Fernando. 

“Ni que fuera un pollo al que se le entierra en una caja de zapatos”, contestó. 

“Le damos 10 mil entonces”, reviró Pantoja. 

Fernando tampoco aceptó. No alcanzaba el dinero; su casa está a cuatro horas del Distrito Federal, en Jilotepec, ejido de Calpulapan, Estado de México. 

“¡¿Pues cuánto quiere?!”, reviraron molestos los representantes de Cobasa. 

“Me dicen que con 20 mil alcanza para llevarlo hasta nuestro pueblo”, agregó Fernando Santiago. 

La compañía aceptó darle esa cantidad, no sin antes hacerlo firmar un papel de conformidad. Fernando —también trabajador de la construcción— apenas sabe leer, pero firmó. 

Recibió 11 mil pesos por concepto de gastos funerarios y 9 mil pesos para velación y entierro. 

“Después del regateo... Lo que quería era llevar el cuerpo de mi hermano a la casa de mis padres”, dice a EL UNIVERSAL, sentado en una tabla de madera sostenida con ladrillos, justo afuera de su casa, buscando un poco el sol. 

El accidente en el que murió José Trinidad y otras 17 personas resultaron lesionadas ocurrió el pasado 4 de enero, en la construcción de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) ubicada en Eje 6 y Pestalozzi, en la colonia del Valle. 
PÉRDIDA. Jesús Santiago (derecha), padre de Trinidad, es diabético y a la señora María (izquierda), su madre, le pagan, cuando mucho, 50 pesos diarios por planchar y lavar ajeno, por lo que con la muerte de su hijo quedan sin una importante fuente de sustento. (Foto: CRISTINA PÉREZ-STADELMANN / EL UNIVERSAL )

Dudas sobre el seguro 

“Traemos frío en el cuerpo, y frío en el alma también, no podemos creer que ya no esté el mejor de mis hermanos. El que mantenía a mis padres y al mayor de mis sobrinos”, agregó. 

Después, y todavía ante los representantes de la empresa constructora, Fernando preguntó si su hermano estaba asegurado por la empresa Cobasa. 

“No quisieron explicarme bajo qué condiciones laborales estaba trabajando. No quisieron hablar de pensión por accidente de trabajo. La información fue nula”, dice. 

Ayer, Fernando tenía su primer encuentro con un abogado para obtener asesoría sobre el caso. 

“Lo que puedo asegurar —porque yo también entré a la obra— es que el andamio que pusieron no era el adecuado para esa cimbra o estructura; además mi hermano estaba trabajando a las cuatro de la mañana, a oscuras, el día en que cayó y murió de asfixia por sumersión. Era una obra de seis niveles, con una altura de 16 metros. A José, en la obra le decían El Vandam”, comenta. 

La obra, ubicada en Eje 6 Sur y Pestalozzi, es propiedad de la Comisión Federal de Electricidad (CFE). 

El cabo Apolinar los citó a las 4:00 horas para echar la loza de la construcción en un área de 10 por 20 metros. 

“Eran alrededor de 60 personas, entre aplanadores, carpinteros, albañiles y pulidores, así como personal de la empresa Cemex, que se encarga de vaciar el cemento de la loza por medio de una grúa. La loza comenzó a hundirse en su parte central junto con el enmallado de varillas, y las personas comenzaron a caerse hacia el vacío”, relata. 

“Lo tragó el cemento, José Trinidad estaba muy golpeado”, agrega Fernando, mientras saca de una bolsa de plástico lo que quedó de aquel trágico día: casco, chaleco, casquillo, martillo, los zapatos y la ropa que tenía puesta su hermano. 

“Todo está envuelto en cemento, porque José Trinidad se hundió en la mezcla que comenzaba a endurecerse”, recuerda. 

Televisión mostró cadáver 

Doña María, madre de José Trinidad y de cinco hijos más, no logra olvidar una estampa que vio en la televisión: “Era la imagen de mi hijo, ya muerto y lleno de cemento... siento como si yo ya no tuviera corazón. Siento como si aquí del lado izquierdo de mi pecho hubiera un hueco... pero también siento que este próximo sábado mi hijo va a entrar por la puerta de la casa como lo hacía cada sábado... para mí que no es cierto que falleció en la capital, como dicen”. 

Agrega que no saben si estaba o no asegurado, “él se iba todos los lunes de aquí (de su casa) a las tres de la mañana y llegaba a la obra a las siete. Se quedaba toda la semana y nos traía dinero cada sábado, como mil 200 cada quincena y mantenía los estudios de Lalo”, indica María en alusión a uno de los sobrinos de José, hijo de su hermana Zara. 

Otro trabajador de nombre, Félix “N”, responsable del pase de lista y de la seguridad de los trabajadores en la obra refiere en su declaración ante el Ministerio Público (cuyas copias Fernando Santiago mostró a este diario) que comenzó a escuchar que “no recibían a la gente en el hospital del Seguro Social”. 

EL UNIVERSAL consultó al doctor Gustavo Mora, encargado del turno nocturno en Urgencias (el 4 de enero, día en que ocurrió el accidente) del Hospital General Regional número 2 del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), quien aseguró que “los trabajadores no traían algún comprobante en ese momento de la razón social de la empresa, pero todos fueron atendidos en esta institución por tratarse de una emergencia, fueran o no derechohabientes del IMSS”. 

El sepelio 

Alrededor de 500 personas acompañaron a la familia Santiago Santiago, durante el entierro de su hijo en el ejido de Calpulalpan. 

Zara, la hermana de 35 años de José Trinidad, asegura lamentar mucho su muerte y el desamparo en el que queda su hijo Eduardo: “Teníamos fe en que mi hijo sería el primero de la familia en no ser albañil... José Trinidad le dejaba 100 pesos a la semana a mi hijo para sus gastos de la escuela. 10 pesos diarios para el velador de la escuela. 

“Él me decía perra... y yo le decía tío Trini, ambos jugábamos a la pelota, era mi confidente, salíamos al campo juntos, lo voy a extrañar”, agrega Eduardo, curiosamente el único que realmente llora ante sus familiares sin contenerse. 

Mala situación laboral


Para Zara, “la época de la esclavitud ya se terminó y mi hermano era tratado como tal. Muchas veces laboraba sin seguro social o garantías de seguridad en su trabajo... así pasa con muchos muchachos aquí de nuestro pueblo, que van a la ciudad a jugarse la vida como albañiles en sus empleos; en realidad no importaba si tenía seguro social o no, necesitaba el trabajo. Así ha sido siempre... la seguridad de los empleados es lo que menos les importa”. 

Ella labora como trabajadora doméstica en la Ciudad de México y asegura que su jefe le ha explicado “que nosotras como trabajadoras domésticas tenemos derechos, y lo mismo debería de ocurrir con los albañiles de la construcción, pero me vengo a enterar que mi hermano, cuando ocurrió el derrumbe, estaba trabajando a oscuras, a las cuatro de la mañana”. 

A lo largo del año, la familia Santiago Santiago no come ni carne ni pollo, solamente en ocasiones especiales como Navidad. Son dueños de codornices, que últimamente no han dado huevos; un guajolote y varias gallinas circundan por todas partes. Su situación económica es precaria. 

“Por lo que estoy inconforme es porque las torres que pusieron (en la construcción) no eran los adecuadas para ese trabajo, para esa cimbra. La cimbra no contaba con viguetas de sustento, están diciendo varios de los muchachos que laboraban en esa obra y que se salvaron de no morir”, asegura a su vez el padre de José Trinidad. 

Sustento familiar




El hombre concluye su intervención con una pregunta: “Y ahora, qué alguien me diga, ¿qué vamos a hacer sin el Trinidad? ¿De qué vamos a vivir?”. 

Don Jesús Santiago es diabético y a doña María le pagan, cuando mucho, 50 pesos diarios por planchar y lavar ajeno. 

“Somos cinco para comer a diario”, concluye María, madre de cuatro hijos, además de José. 

Al cierre de esta edición, EL UNIVERSAL buscó a los representantes legales de la empresa Cobasa. En su página institucional hay un solo número telefónico y no responden. 

Aunque la familia de José Trinidad afirma que la empresa con la que negociaron los 20 mil pesos se llama Cobasa, oficialmente se ha informado que la empresa contratada por la Comisión Federal de Electricidad para construir la obra ubicada en Eje 6 Pestalozzi, en la colonia del Valle, es CYMI-Cobra.