martes, 7 de enero de 2014

Jubilados y sus parientes padecen el “estado de coma” de Mexicana

Familias disfuncionales, problemas de salud y carreras truncas, entre las secuelas
Por el conflicto muchos pensionados enfrentan cuadros de depresión, asegura afectada
“No es justo que luego de trabajar una vida dejen en el limbo a los ex empleados”: sobrecargo
César Arellano | Periódico La Jornada | Martes 7 de enero de 2014, p. 29
Hijos y esposas de jubilados de Mexicana de Aviación señalaron que después del “coma inducido” al que fue sometida la línea aérea por parte de autoridades, su estilo de vida cambió por completo. Familias disfuncionales, desempleo, carreras truncas y cambios de escuela privada a pública, son algunas situaciones que continúan afectándoles desde el “aterrizaje forzoso” de la aerolínea en agosto de 2010.

Alexis López dejó de asistir a la universidad. Comentó que truncó su carrera de diseño de modas en la Universidad del Valle de México (UVM), debido a que su madre, quien laboró más de 23 años para la empresa, ya no pudo pagar los 8 mil pesos mensuales de colegiatura, más los 150 pesos de pasaje y comida que gastaba al día, ya que se trasladaba desde Toluca.
Rafael y Salma Valdés Ayala, hijos de afectados por el conflicto en Mexicana de Aviación, expusieron la problemática que ha tenido que enfrentar su familia a raíz del quebrantamiento. Foto: Guillermo Sologuren 

“Este conflicto nos ha afectado de manera muy drástica. Yo dejé la carrera, está inconclusa por falta de pagos. Para no perder el semestre pedí un financiamiento, el cual se tiene que empezar a pagar este año. Desafortunadamente, al igual que mi mamá, no encuentro trabajo relacionado con lo que estudié. Ella por su edad, porque bien sabes que después de los 35 años nadie te quiere contratar, y en mi caso por no contar con experiencia laboral. Me faltan tres créditos, titularme, pero para eso se necesita dinero, todo cuesta”.

Para María del Refugió Rodríguez García, así como el gobierno federal mantuvo tantos años a Mexicana “arriba del cielo, ahora la tiene sepultada. Muchos compañeros de mi marido se están muriendo por depresiones y otras enfermedades al no resolverles su situación. Nuestro nivel de vida cambió automáticamente. En particular estamos pasando por una situación económica muy mala y para poder subsistir mi esposo ha tenido que trabajar de extra en comerciales, también realizando estudios de mercado y en los días recientes hasta de Rey Mago la tuvo que hacer”.

Rodríguez García comentó que tiene dos hijos, de 10 y 12 años, el menor con problemas de déficit de atención, por lo que necesita el apoyo de especialistas. “El cambio ha sido muy fuerte para mis hijos: el más grande se hizo más rebelde, está muy inquieto, enojado porque a su padre prácticamente le robaron su pensión. A cada rato pregunta cuándo su papá va a tener dinero.

“Es difícil, sobre todo para los niños. Veían a su papá trabajando, que tenía un empleo estable y se lo quitan después de tantos años y aparte le eliminan su entrada de ingresos económicos que le corresponde por ley –eso es lo más frustrante– y luego andan con que ya les van a pagar, que no, que siempre sí; así nos han traído tres años, es una montaña rusa de emociones. Pedimos que las autoridades solucionen esto –a mi esposo y sus compañeros–, que ya les den su pensión, que les corresponde por ley. Trabajó durante 28 años, no dieron su vida así nada más por darla”.

Entrevistados por separado en el campamento que mantienen los sobrecargos jubilados frente a los mostradores en la Terminal 1 del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, los hermanos Rafael y Salma Valdés Ayala, de 12 y 14 años, comentaron que sus padres vendieron todo y hasta los cambiaron de colegio, del sistema privado al público.

“Al principio mi mamá tuvo que vender el coche y luego la casa para poder seguir un año en escuela privada, y no lo digo por la cuestión social, sino por el tipo de actividades extracurriculares que teníamos, pues enriquecen nuestro conocimiento diario.

“Nos tuvimos que mudar hasta tres veces porque antes vivíamos en Pachuca, Hidalgo, y ahora vivimos en el Distrito Federal desde que quebraron a Mexicana. Un día mi mamá nos dijo que las cosas ya no iban a ser como antes, que ya no íbamos a tener lo que teníamos. Llegó la carencia, suspensión de vacaciones, ahora es difícil que nos compren cosas. A todos nos afectó muchísimo. Toda nuestra familia estaba en Mexicana”, comentaron.

Por separado, Patricia Ayala Chávez aseguró que no fue fácil explicar a sus hijos la situación; sin embargo, dijo que son lecciones de vida, ya que así como han vivido “momentos muy felices, hay algunos de tragedia” en los que tienen que salir adelante, a pesar de que se han limitado en salir de vacaciones o tener algún otro gusto, con tal de sustentar el hogar.

“No es justo que una persona que ha trabajado toda su vida en una empresa se jubile y la dejen en el limbo. Más de 8 mil 500 jubilados afectados dieron su vida útil en Mexicana, pensando que después de un retiro iban a tener una pensión digna y por el contrario, desde que no perciben remuneración económica, muchos de sus hijos han abandonado la escuela, otros han perdido sus casas, carros, pertenencias, todo su patrimonio”, abundó Alexis López, quien espera poder regresar a terminar la universidad.

Fuente: La Jornada