Astillero-Julio Hernández López
No todos ponen, pero todos (los partidos principales) toman. Los términos del juego van quedando claros para quienes desde lejos (sin posibilidad de pagar cabilderos de a millón de dólares por logro conseguido) ven en San Lázaro el reparto de cartas entre los que sí tienen asiento de privilegio en el gran garito legislativo. Borroso va quedando el menú de entrada que presentó el mexiquense a la hora de anunciar los nuevos guisos, mero artificio de mercadotecnia para lubricar la instalación del paquete de exacción que cada vez va quedando más claro: las pocas zanahorias prometidas sólo fueron manipulación (por ejemplo, el seguro de desempleo no tiene financiamiento establecido y se pretende tomar fondos de trabajadores para vivienda) y a fin de cuentas la polvareda de la presunta afectación histórica de intereses empresariales ha quedado en escaramuza de dimensiones atenuadas.
No todos ponen, pues la élite económica dispondrá de atajos, coartadas y recursos para seguir eludiendo el pago justo de impuestos, mientras los pequeños y medianos contribuyentes sufrirán un asalto sostenido. El peñismo prepara el camino para la falta de ingresos que significaría la privatización de operaciones de Pemex y mete la mano de manera descarada a los bolsillos de las clases medias y populares, mientras mantiene la mayor protección posible a los grandes aliados, a los barones de la economía mexicana que fueron y son –con todo y los jaloneos circunstanciales recientes– el sostén del régimen, particularmente a través de la esclavización política y cultural que imponen mediante sus medios de comunica- ción, particularmente los electrónicos.
Pero los principales partidos sí toman su parte en este juego fiscal. El PAN se queda con la rebanada electoral de la defensa (así sea fallida a la hora de la aritmética legislativa) de las clases medias y los empresarios. El PRD asume como triunfo el freno a la pretensión de IVA en alimentos y medicinas y espera que el reparto de recursos para desarrollo social le salpique para efectos de grupos y de partido. Y ayer el relegado Verde Ecologista fue convidado al banquete, al entregarle la bandera electoral de haber echado abajo la pretensión impositiva relacionada con espectáculos y encuentros deportivos de paga, entre ellos el futbol y las corridas de toros. El PRI, como es sabido, se queda con el gran pastel del sexenio, comisionable entre socios y amigos (de Telmex a Pemex, la historia de las privatizaciones productoras de supermillonarios aliados; por cierto, en el ámbito de esa telefónica se habla de la posibilidad de cambiar de etiqueta, ahora América Móvil, con liquidaciones, prejubilaciones y recontrataciones para pasar “a otra etapa”).
Ilustrativo de ese juego interiorista de intereses partidistas es el caso del Distrito Federal, cuyas preocupaciones presupuestales fueron aceptadas por Luis Videgaray para conseguir el voto de la bancada perredista en favor de la miscelánea fiscal y la ley de ingresos que el PAN se niega a aprobar. Ya antes se había mencionado tal punto en esta columna, pero ayer quedó de manifiesto que el adosamiento de Miguel Ángel Mancera a las instrucciones del peñismo tenía como propósito conseguir fondos que de otra manera estarían en riesgo de ser retirados o disminuidos.
Mancera estuvo presente incluso en el anuncio del pacto entre PRD, PRI y gobierno federal para sacar adelante la miscelánea fiscal y la Ley de Ingresos. Fue Luis Videgaray quien expuso los términos del acuerdo, con los garantes del cumplimiento, Manlio Fabio Beltrones y Silvano Aureoles a nombre de las bancadas del PRI y el PRD, respectivamente, en San Lázaro. Más el convidado estelar, Mancera, en una jugada que pretende preservar el dominio del sol azteca en su principal plaza, la capital del país, pero conforme al manejo político de la dupla de los Chuchos y el actual jefe de Gobierno, o preparar el camino para posteriores acuerdos (ganar-ganar, para ellos) con los que se facilite la alternancia partidista capitalina, con el PRI encabezando una alianza pluripartidista para quitar al PRD del poder.
Por lo pronto, el corporativo Mancera-Chuchos-PRD consigue que se mantenga la pensión alimentaria para adultos mayores (el propio AMLO, creador de este programa, había exhortado a Mancera a resistir, y le había prometido apoyos), que se incluya al Distrito Federal en el ramo 33 (lo que le permitirá disponibilidad directa de fondos para educación, salud y asistencia social, sobre todo, rubros fundamentales para sostener el entramado de la estructura electoral casi imbatible del sol azteca en la gran ciudad) y que se otorgue a la administración mancerista recursos compensatorios para quienes sean afectados por la desaparición del régimen de pequeños contribuyentes (Repecos). En el paquete se incluyó el famoso fondo de capitalidad, con un monto a determinar, que servirá para paliar afectaciones en el Distrito Federal por marchas y manifestaciones por problemas que no son propios de la ciudad. En el pacto PRI-PRD, de cinco puntos, se mencionó que no habrá IVA en espectáculos, con la precisión de Videgaray de que ese tema había sido impulsado “también” por el Verde Ecologista.
Astillas
El canciller José Antonio Meade (con amplia experiencia en asuntos económicos) escuchó en el Senado reproches de panistas y perredistas por el vergonzoso acomodo lánguido que el gobierno de Peña Nieto tuvo ante el de Barack Obama por espionajes cometidos cuando el mexicano aún no se instalaba en Los Pinos. El titular de la SRE, raudo, echó mano de la retórica facilona y ajena a comprobaciones: dijo que la administración priísta había sido clara, contundente y puntual a la hora de exigir a Washington no nada más explicaciones, sino “que se investigue y que se deslinden responsabilidades; es un planteamiento serio”. Tan serio que hasta ahora no ha tenido ni una sola respuesta… Y, mientras los diputados aprobaban cambios al código fiscal, sin la famosa cláusula antielusión, ¡hasta mañana!