lunes, 16 de septiembre de 2013

Cárcel a deudores y golpe a las clases medias

Las reformas impulsadas por Enrique Peña Nieto e impuestas por el Pacto por México, son regresivas, y representan un duro golpe para las clases medias. Se comienzan a evidenciar los efectos de la reforma laboral ante el elevado número de desocupación en el país, y los datos que nos ubican en recesión económica, a la que el Secretario de Hacienda, Videgaray, llama elegantemente “debilidad en el crecimiento”, ante la pregunta directa que le hicimos en su comparecencia de sí México vivía un periodo recesivo.  
15 septiembre 2013 | Ricardo Mejía | La Silla Rota
Seguimos viviendo los efectos de la cerrazón para imponer una reforma educativa, que es más bien laboral, y que no vendrá a resolver los problemas de fondo y carencias de nuestro sistema educativo. Y se avistan ya los beneficiados por la reforma de telecomunicaciones, que vendrán a repartirse el mercado, sin que mejore la calidad de los contenidos, ni las condiciones de servicios, ni mucho menos se reduzcan los costos para los usuarios ni se tenga mayor calidad en los servicios. Estos son los saldos de las reformas regresivas.

Se ha golpeado desde el poder a maestros, trabajadores, usuarios de telecomunicaciones y de los servicios financieros, hoy los pactistas van contra las clases medias y los deudores a los que aprisionaran por cientos de miles.

En medio de la turbulencia, Peña Nieto y el Pacto por México impusieron una reforma financiera que les da como garantía a los bancos el arraigo (que le llamaron radicación en una nueva trampa semántica), y la cárcel a deudores; y presentaron el paquete de iniciativas en materia hacendaria, que buscarán imponer con el mismo método, y que le pretende cobrar la factura de los desaciertos económicos a las atribuladas clases medias. La consigna parece ser voy derecho y no me quito, no importa si el camino nos lleve al despeñadero.

La reforma financiera pasó literalmente de noche. Mientras miles de mexicanos presenciaban como la selección mexicana perdía frente a Estados Unidos y se desvanecía la posibilidad de ir al mundial, en la Cámara de Diputados se había aprobado unas horas antes, una reforma lesiva a fin de pagar facturas a los bancos extranjerizados, concediéndoles garantías para que puedan cobrar mejor. Los deudores clasemedieros están ahora en riesgo de perder su libertad y bienes “ante el temor fundado” de que no puedan pagar. Con la reforma laboral se facilitan los despidos, aquellos que adquirieron créditos y no puedan pagar sus adeudos por haber sido corridos de sus empleos, podrán ser aprisionados por deudas de carácter civil.

La reforma financiera estableció en el Código de Comercio en el artículo 1168, que en los juicios mercantiles podrán dictarse medidas cautelares como la “radicación de persona” cuando hubiere “temor fundado de que se ausente u oculte” y la “retención de bienes” cuando exista temor fundado de que los bienes que se hayan quedado como garantía se oculten, dilapiden, enajenen o sean insuficientes.

Buscaron disfrazar el arraigo con el término “radicación de persona” pero queda claro en el artículo 1173 de ese mismo código, cuando advierte que se le previene al demandado que no se ausente del lugar del juicio. Si además se revisa lo que se establece en el artículo 178 del Código Penal Federal, ante la desobediencia de un mandato de arraigo domiciliario o la prohibición de abandonar una demarcación geográfica “se le impondrán de seis meses a dos años de prisión”, se puede ver claramente que dicha reforma ha venido a establecer la cárcel a deudores.

La reforma financiera nunca tuvo la intención de exigirle a los bancos menores tasas de interés, bajar comisiones, mejorar servicios, reportar utilidades en México y no en los países de origen para evadir impuestos. Sólo fue un pago de facturas a la banca extranjera, que en nada beneficiará al sistema financiero en nuestro país.

Por si esto no fuera suficiente, llega el paquete de iniciativas para la reforma hacendaria, montada en el escenario de una reforma que pretenden vender de corte social, que no aumentará el IVA, ni gravará alimentos y medicinas, sin reconocer que la medida obedeció en realidad a dos factores: la movilización social que hay en todo el país, y las condiciones económicas internas que de haber avanzado con estos impuestos, hubieran estancado aún más al mercado.

Sin embargo, lo que sí contiene esta reforma hacendaria es una serie de medidas que van directamente contra las clases medias, ya de por sí bastante apretadas en el cinturón y los bolsillos, ante las erradas decisiones de política económica que se han tomado los últimos años.

Si alguna duda queda de que las principales afectadas por tales medidas, serán las ya de por sí, vulnerables clases medias, ahí están las declaraciones del propio Luis Videgaray, al afirmar, durante una entrevista radiofónica, que la reforma hacendaria propuesta por el gobierno federal “sin duda representa un esfuerzo para la clase media”, quienes se tendrán que esforzar más. Como si no fuera suficiente esfuerzo el que tienen que hacer ante la escalada en los aumentos de precios a productos básicos, el luchar por conservar un trabajo mal pagado para no engrosar las filas de desempleados, batallar por hacer rendir el gasto y llevar ingresos extras mediante trabajos informales, haciendo un enorme esfuerzo por pagar escuelas privadas para sus hijos buscando que tengan mejores posibilidades de vida que los que ellos enfrentan, sufriendo con el gasolinazo mensual que sube los costos del transporte público, batallando con los recibos de luz cada vez más altos.

Ahora, la reforma hacendaria llega con la intención de gravar con IVA las inscripciones y pagos de colegiaturas, desde el preescolar hasta la universidad. Los partidos aliados en el Pacto, se rasgan las vestiduras, con fines mediáticos, advirtiendo que no están de acuerdo con esta medida, cuando fueron los primeros en aplaudir en la presentación de la iniciativa, en la que se afirmó además que era una propuesta consensada y avalada por el Pacto.

La reforma hacendaria busca homologar el IVA al 16% en las fronteras, que actualmente es del 11%, que entre otros efectos, tendrá el de que los millones de mexicanos que viven en esa zona y tienen oportunidad, preferirán comprar bienes y productos del otro lado de la frontera, lo que no beneficiará el mercado interno. Se busca gravar también la compra- venta y renta de casas, así como las hipotecas, aduciendo que eso solo lo hacen quienes más ingresos tienen, cuando no se establece el monto del bien y bien se puede tratar de pequeñas propiedades, que también estarán en este supuesto.

Pero no sólo eso, todo lo que se consideran pequeños lujos que se da la clase media serán gravados con impuestos como los conciertos, los viajes en autobuses foráneos, el alimento y posesión de mascotas, y el perpetuo gasolinazo mensual. Los pequeños empresarios ya no contarán con el régimen de pequeños contribuyentes (REPECOS) y tendrán que pagar el IVA bajo el régimen general. Si eres uno de los que gana más de medio millón al año, deberás pagar por ISR casi una tercera parte de tu ingreso, pues pasará del 30 al 32 por ciento, pero además, prácticamente ya no podrás deducir impuestos.

A todas luces, la reforma hacendaria pretende constituirse en una nueva reforma regresiva y un nuevo golpe a la clase media. Este tipo de medidas ya han sido probadas en otras partes del mundo y han fracasado, ahora por designios del FMI pretenden imponerlas en México. Joseph Stiglitz, Premio Nobel de Economía, afirma en su más reciente publicación “El precio de la desigualdad” que “las políticas económicas erróneas pueden dar lugar simultáneamente a una mayor desigualdad y a un menor crecimiento” y añade que “la política ha condicionado al mercado, y lo ha condicionado de tal forma que favorezca a los de arriba a expensas de los demás”,… “decisiones que contribuyen a perpetuar y exacerbar la desigualdad”. Ojalá, la clase gobernante escuchara las advertencias de los expertos, pues a la larga todos pagarán, los de arriba y los de abajo.

Fuente: La Silla Rota