lunes, 20 de mayo de 2013

Voracidad “moderna”/ Usuarios exprimidos / Banca: doble saqueo

México SA-Carlos Fernández-Vega
FotoPues nada, que la banca moderna y sólida que opera en el país saquea a sus usuarios por las dos vías: la del crédito y la del ahorro. Y después algunos se dicen sorprendidos de que el nivel del primero se encuentre por debajo del registrado en 1994 y de que el segundo sea proporcionalmente menor al reportado por potencias económicas como Haití.
Resulta que “las tasas de interés que cobran en promedio los bancos en México a los usuarios de préstamos al consumo son hasta 20 veces superiores a las que obtienen los ahorradores que depositan su dinero en esas instituciones, quienes incluso obtienen beneficios menores a la inflación, lo que se traduce en una pérdida en el valor de sus recursos, revelan informes del Banco de México, la CNBV, Condusef y Banco Mundial. Para un ahorrador que deposite 10 mil pesos durante cinco años en una cuenta de ahorro tradicional, su tasa de interés promedio anual, en el mejor de los casos, será de 2.15 por ciento de acuerdo con la Comisión Nacional para la Defensa de los Usuarios de las Instituciones Financieras… Ahora, si una persona solicita un crédito personal por 10 mil pesos tendrá que pagar en Banamex una tasa anual de 43 por ciento y en Santander de 38 por ciento” (La Jornada, Israel Rodríguez).

Informes del Banco de México señalan que durante los pasados siete años el costo anual total de los clientes de tarjetas de crédito se ha ubicado alrededor de 30 por ciento; en tanto que el de los créditos hipotecarios ha rondado 15 por ciento. En cambio, el rendimiento que reciben los ahorradores en instrumentos de captación como los pagarés con rendimiento liquidable en 28 días ha sido cercano a 1.3 por ciento, y el de los instrumentos líderes en el mercado de dinero, los Cetes a 28 días, se ha ubicado entre 4 y 4.5 por ciento, en promedio. Si a estos niveles de tasas de interés que obtienen los ahorradores se les descuenta el índice inflacionario, que se ha mantenido en los últimos siete años en un promedio de entre 3 y 4 por ciento, entonces el público ahorrador obtiene rendimientos reales negativos por sus recursos depositados en los bancos (Ídem).
En cambio, agrega la nota de Israel Rodríguez, el rendimiento que reciben los ahorradores en instrumentos de captación como los pagarés con rendimiento liquidable en 28 días ha sido cercano a 1.3 por ciento, y el de los instrumentos líderes en el mercado de dinero, los Cetes a 28 días se ha ubicado entre 4 y 4.5 por ciento, en promedio. Si a estos niveles de tasas de interés que obtienen los ahorradores se les descuenta el índice inflacionario, que se ha mantenido en los últimos siete años en un promedio de entre 3 y 4 por ciento, entonces el público ahorrador obtiene rendimientos reales negativos por sus recursos depositados en los bancos. Lo anterior, sin contar las comisiones y los saldos mínimos que debe mantener un ahorrador para no recibir ninguna penalización que podría derivar en la pérdida de sus recursos.

He allí uno de los jugosos negocios de la banca moderna y altamente rentable que opera en México, la cual exprime tanto a los usuarios del crédito como a los ahorradores. Sólo para ubicar la magnitud del filón, vale mencionar que en los dos sexenios panistas (léase la docena trágica) sus utilidades netas sumaron 613 mil millones de pesos, y alrededor de la mitad de ese pastel se quedó en dos instituciones (BBVA-Bancomer, española, y Citigroup-Banamex, estadunidense), de las 44 reconocidas, las cuales sólo en 2012 obtuvieron 87 mil 126 millones de pesos, es decir, casi 10 millones de utilidades netas por hora.

De ese tamaño es el paraíso que México representa para las trasnacionales financieras: las utilidades que al inicio del gobierno foxista les llevaba un año acumular, a estas alturas apenas les consume menos de dos meses. En sólo dos sexenios el negocio de las frondosas ganancias bancarias se multiplicó por seis, en una economía que se mantiene estancada y sin mayores perspectivas de salir del hoyo.

Tras el desastre de la privatización salinista de la banca el gobierno zedillista rescató, vía el Fobaproa en 1995, a la mafia mexicana de cuello blanco, y preparó la mesa para que las trasnacionales financieras se sintieran cómodas y bien atendidas, y les construyó su paraíso, ampliado y embellecido por Fox y Calderón. Así, llegó la española BBVA y además de Bancomer se quedó con Probursa, Promex, Unión (el de Cabal Peniche), Oriente y Cremi. La estadunidense Citigroup engulló a Banamex y Confía; por unos cuantos pesos la también española Santander se embolsó Serfin (cuyo rescate con recursos públicos significó más de 10 mil millones de dólares); la canadiense Scotiabank obtuvo Inverlat (antes Multibanco Comermex), y la británica HSBC (Banco Internacional, Bital, que ya se había quedado con Banco del Atlántico).

Entonces, el paraíso fue inaugurado (con listones de modernidad), y en los cuatro primeros años de funcionamiento (1997-2000, con Ernesto Zedillo en Los Pinos, y José Angel Gurría en la Secretaría de Hacienda, es decir, el mismo que hoy dice que la tabla de salvación es privatizar el petróleo y cobrar IVA en medicinas, alimentos y lo que se mueva) las trasnacionales financieras se embolsaron alrededor de 30 mil millones de pesos, mientras a los mexicanos les pasaron la factura del Fobaproa (que siguen pagando). Así es: en un inicio tardaron cuatro años en obtener utilidades netas por 30 mil millones de pesos; ahora, sólo cuatro meses. Y las razones –como las descritas en la nota de La Jornada– son por muchos conocidas y padecidas.

En fin, allí está la moderna y sólida banca que opera en México, que sin misericordia y a la vista de las llamadas autoridades financieras, exprime a sus usuarios, una banca voraz que no contribuye al crecimiento de la economía ni al desarrollo nacional, pero que es terriblemente efectiva para saquear a los países. Habrá que ver si la reforma financiera tiene el alcance y los tamaños para corregir todo esto.

Las rebanadas del pastel

El presunto dirigente panista Gustavo Madero prepara la remoción del inenarrable Ernesto Cordero como pastor de los borreguitos blanquiazules en el Senado de la República. Más allá de que le haría un gran favor a la causa legislativa, la destitución del amigo del tal Jelipe debe respetar las reglas impuestas por el propio ex secretario calderonista de Hacienda: debe liquidarlo con 6 mil pesotes para que pueda mantenerse como integrante de la sólida clase media mexicana. Ahora que si con ese dinero no le alcanza para pagar la colegiatura, el crédito del coche y todo lo demás, pues que se brinque una comida al día.

Fuente: La Jornada