domingo, 7 de abril de 2013

La paulatina privatización de la generación de energía eléctrica

7 abril 2013 | Jesús Cantú | El Siglo de Torreón
En 1994, como parte de las llamadas reformas estructurales del proyecto neoliberal encabezado en ese momento por el entonces presidente Carlos Salinas de Gortari, el Congreso de la Unión aprobó la Ley del Servicio Público de Energía Eléctrica que contemplaba la generación privada de la misma para autoabastecimiento, cogeneración o pequeña producción; la importación para sus propios usos y la generación para venta a la CFE.
En 18 años los llamados Productores Independientes de Energía (PIES) acapararon prácticamente la tercera parte de la generación de energía eléctrica del país (31% para ser precisos), sin embargo, el mayor problema es que la parte que ellos atienden es la de las mayores tarifas, con lo que dejan a la Comisión Federal de Electricidad la producción para abastecer a los consumidores con tarifas subsidiadas, lo cual se traduce automáticamente en cuantiosas pérdidas para la paraestatal.

La realidad es que tras las cuatro posibilidades que abrió la legislación en 1994 se esconden muchas simulaciones, ya que se han establecido un buen número de empresas transnacionales que son las que producen la energía eléctrica y bajo diversas figuras mercantiles alegan que se trata de autogeneración o cogeneración, con lo cual burlan las limitaciones que hoy establece la legislación en la materia.

El martes 2 de abril el diario capitalino Reforma publicó en su sección de negocios que en los últimos siete años (2005 a 2012) "la generación bruta de los Productores Independientes de Energía aumentó un 79 por ciento, desde 45.56 terawatts hora (TWh) a 81.75 TWh, mientras que la generación bruta de la CFE subió apenas un 4 por ciento, de 171.60 TWh a 178.65".

Y en el mismo periodo, de acuerdo a la misma información, la utilidad de operación neta de la CFE pasó de 4 mil 835 millones de pesos de ganancia en el 2005 a una pérdida de 4 mil 682 millones en los primeros 8 meses de 2012. Es decir, en los mismos siete años en los que la generación de energía eléctrica por parte de particulares creció cinco veces más que la de la compañía estatal, las ganancias se transformaron en pérdidas.

En la misma nota el periódico recoge la opinión de Armando Llamas, investigador del Tecnológico de Monterrey, quien señala con claridad la razón: "Los clientes que se están yendo y están optando por las energías renovables o por la cogeneración son los que pagan bien (a más altas tarifas) la electricidad".

La realidad es que una buena parte de las empresas mexicanas, ni siquiera tienen que realizar las inversiones para producir la energía eléctrica que consumen, pues lo que hacen realmente es firmar contratos de largo plazo de consumo de energía eléctrica con las transnacionales (muchas de ellas españolas) que son las que realizan la inversión y producen la energía. Desde luego, estas transnacionales obtienen jugosas utilidades en dichas operaciones, como se refleja claramente en su creciente penetración en el mercado mexicano.

Sin embargo, el arreglo propiciado por la actual disposición legal es el mejor para las transnacionales y el peor para el gobierno mexicano: bajo cualquiera de las figuras establecidas en la Ley las transnacionales se quedan con los mejores clientes, los que consumen las mayores cantidades de energía, los que pagan las tarifas más altas (sin subsidios) lo cual les da un margen de negociación importante y los que les garantizan consumos durante un buen número de años; en contrapartida, la CFE se queda con los clientes de bajo consumo, los que pagan tarifas subsidiadas y los que eventualmente también incurren más frecuentemente en falta de pago.

El resultado es precisamente el que revela la información del periódico Reforma: las utilidades de operación se transformaron en pérdidas de operación. Pero quizá habría que decir con más precisión: la CFE le transfirió sus utilidades a las empresas transnacionales, que seguramente no se conformaron simplemente con éstas, sino que las incrementaron.

En el pasado, cuando no había posibilidad de producción de energía eléctrica por parte de particulares los subsidios que otorgaba la paraestatal a los consumidores particulares con menores demandas (los hogares populares e incluso rurales) se compensaban con las tarifas que les cobraban a las empresas (comerciales, de servicios e industriales) en las zonas urbanas, eso se traducía en utilidades para la CFE.

Hoy las transnacionales acaparan a los grandes consumidores y la CFE se queda con los menores y los abastece a tarifas subsidiadas. Así fue simplemente una transferencia de utilidades en la que el gobierno mexicano sale perdiendo y las principales beneficiarias son las transnacionales productoras de energía. Ciertamente en el camino, las empresas mexicanas también obtienen una parte de estos beneficios por la vía de energía más barata, pero no son los principales ganadores.

Este es precisamente el problema de implementar soluciones que no contemplan todos los posibles impactos, sino únicamente se concentra una parte del mismo. En concreto se focalizan en un objetivo sin ver los hoy llamados "daños colaterales".

Seguramente el tema estará más temprano que tarde en la agenda de reformas, lo importante es buscar una reforma integral y no simplemente parchar lo ya existente. Seguramente la discusión se polarizará por las posiciones ideológicas: privatización versus estatización; ojalá los legisladores tengan el alcance de mirar para ver más allá de sus dogmas y encontrar soluciones más justas para todos y, sobre todo, benéficas para México.

Fuente: El Siglo de Torreón